VIERNES SANTO
LITURGIA DE LA PALABRA
REFLEXIÓN DE MONS. PEDRO VÁZQUEZ VILLALOBOS ARZOBISPO DE ANTEQUERA OAXACA
19 DE ABRIL DEL 2025
Esta es la narración que nos hace un testigo de esos momentos que vivió Nuestro Señor en su Pasión y en su Muerte, el apóstol Juan. Nos dice que él es testigo y que lo que nos transmite es verdad.
Al escuchar esa narración y al estar meditando en este viernes, de lo que el Señor Jesús hizo, de extender sus brazos en la Cruz, sólo nos queda decir: gracias, Señor, porque diste la vida por mí. Gracias.
Qué más podemos decir.
Ahí estábamos, en la mente del Señor Jesús, todos nosotros, porque a todos nos ha salvado, nos ha redimido.
Su muerte es salvación, es vida para nosotros. Con su muerte, el Señor Jesús nos alcanzó la vida, la vida de los hijos de Dios, la reconciliación del hombre con Dios, porque Él se ofreció para el perdón de nuestros pecados.
Hoy, de una forma muy especial y muy solemne, tenemos que decirle, gracias. No nos cansemos de decir, gracias, gracias, pero a la vez, yo creo que el Señor Jesús nos dice a cada uno de nosotros que nos quiere vivos, nos quiere vivos, vivos a la vida de Gracia, vivos a la santidad, no nos quiere muertos, porque Él quiere que esa sangre que derramó en la Cruz, surta los efectos de Salvación en cada uno de nosotros.
No vivamos en la muerte, no vivamos en el pecado, no vivamos en la esclavitud. El Señor nos ha hecho libres, libres de las ataduras del pecado, libres del mal. Nos llenó de gracia, nos hizo santos el día del bautismo, nos perdonó y nos sigue perdonando, pero no nos va a perdonar a fuerzas, nos va a perdonar si yo quiero el perdón, si yo busco el perdón, si yo toco a su misericordia, me va a perdonar, pero no vivamos como a veces piensan algunos, ojalá no seamos nosotros, Él me va a perdonar, entonces, pues seguiré cometiendo pecados, Él me va a perdonar o Él ya me perdonó en la Cruz, Él ya hizo su obra de salvación en favor mío. Yo seguiré en el desorden, en la esclavitud, en los vicios, ¿cómo quieres alcanzar perdón?
Un día dijo Nuestro Señor: todos los pecados van a ser perdonados, menos uno, menos uno, el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón y tener esa actitud de que Dios me va a perdonar y yo seguiré pecando es cerrarme a la acción del Espíritu, a la gracia, al perdón, a la misericordia, porque seguiré siendo un hombre esclavo de mis pasiones, de mis deseos malsanos y seguirá anidada en mi corazón la maldad y los defectos seguirán creciendo y las virtudes se irán apagando y se endurecerá mi corazón y no buscaré el perdón porque no me interesa, porque no lo quiero.
No nos cerremos a la misericordia, no nos cerremos a la gracia.
Hoy, el apóstol nos dijo en esta lectura de la Pasión que atravesaron Su costado y de Su costado herido salió sangre y agua, sangre y agua. Un día, derramaron agua en nuestra cabeza y, en ese momento, comenzamos a ser los hijos de Dios y, en ese momento, comenzamos nuestra vida de santos.
El agua nos purificó, el agua nos limpió, el agua nos hizo unos hombres nuevos, pero brotó sangre, sangre, y para que yo me conserve en gracia, crezca en santidad, necesito beber esa sangre. Eucaristía, Eucaristía. La Sangre que salió de Su costado herido es el signo de la Eucaristía.
En la Eucaristía, nosotros comemos y bebemos el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor, porque Él es verdadero Dios y verdadero Hombre.
Como Su cuerpo y bebo Su sangre, por ser hombre, pero la divinidad viene a mí, la divinidad viene a mí.
El que coma Mi Carne y beba Mi Sangre tiene vida, tiene vida y vida eterna y le voy a resucitar el último día.
Viva su bautismo el día de hoy, viva como un hombre nuevo, transformado, un hombre de gracia, un hombre de santidad y aliméntese de lo que el Señor dejó como alimento para nosotros
Toman y coman, este es mi Cuerpo. Tomen y beban, esta es mi Sangre.
Que hoy le podamos decir a Nuestro Señor, gracias por toda tu obra de salvación en mi favor, pero que no sea en vano la sangre derramada, que nos purifique, que nos redima, que nos salve.
Sigamos viviendo nuestro Viernes Santo en profunda gratitud a Dios y en contemplación del signo de su grande amor, el momento más sublime que vivió Nuestro Señor fue en la Cruz, ese es el momento más sublime, en la Cruz. No fue cuando dio vista a los ciegos, oído a los sordos, hablar a los mudos, resucitar a los muertos, caminar a los paralíticos, esos no fueron los momentos sublimes, el momento más sublime es en la Cruz, porque ahí nos salvó y ¿a qué vino? A salvarnos y nos salvó muriendo por todos nosotros.
Pues que hoy sigamos viviendo en ese momento sublime del Señor, agradecidos por todo lo que ha hecho en favor de cada uno. Sigamos viviendo nuestro Viernes Santo con profunda piedad y devoción.
Amén.