DOMINGO DE LA PALABRA DE DIOS
HOMILÍA DE MONS. PEDRO VÁZQUEZ VILLALOBOS, ARZOBISPO DE ANTEQUERA OAXACA
26 DE ENERO DEL 2025
Muchas gracias por venir a esta Iglesia Catedral en el día del Señor. Aprovechen su momento y llénense de la gracia de Dios.
La Eucaristía tiene dos partes: la liturgia de la Palabra y la liturgia Eucarística. Nos alimentamos de la Palabra de Dios y nos alimentamos del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Los dos alimentos son necesarios para la vida. No solamente venga a escuchar la Palabra, también venga a alimentarse del Cuerpo y la Sangre del Señor. Dele importancia a los dos alimentos, dele importancia a los dos.
Hoy, es domingo tercero del tiempo ordinario y, en la Iglesia Universal, celebramos el domingo de la Palabra de Dios. Es un momento para que nosotros, en lo personal, nos motivemos para estar siempre deseosos de escuchar la Palabra de Dios, de leer la Palabra de Dios, de meditar la Palabra de Dios, de vivir la Palabra de Dios y, para eso, necesitamos abrir nuestros oídos, el corazón y los labios. Escuche la palabra de Dios, hágala suya y proclámela.
No se quede con el mensaje divino, transmita ese mensaje divino y llegue al corazón de otras personas. Usted tiene que ser un evangelizador. Vaya y evangelice en su hogar, evangelice en su barrio, evangelice en su centro de trabajo y no se trata, no se trata de que usted cite a las personas para que les diga: vengan porque voy a proclamar la Palabra de Dios, no, no, en ese diálogo, en esa comunicación que usted tiene, siembre mensaje divino, siembre y, por eso, tiene que pedir la inspiración del Espíritu para que le diga al Espíritu Santo que ponga palabras en sus labios , para que pueda usted, en los diferentes momentos de la vida, evangelizar.
Evangeliza cuando usted anima a las personas a seguirse esforzando en su trabajo. Evangeliza cuando dice: es importante que seamos responsables. Evangeliza cuando dice: tenemos que cumplir con nuestro deber y hacerlo lo mejor, ahí está evangelizando. En su hogar usted evangeliza cuando dice: debemos de platicar, de dialogar, de ponernos de acuerdo, de seguir creciendo, de alabar a Dios, de darle gracias, de bendecirlo, ahí está evangelizando, ahí está usted llevando la Palabra de Dios a su hogar.
Cuando usted está en diálogo muy personal con alguien y le platica un poquito o un mucho de su vida, usted va interviniendo en ese diálogo, pues en esas intervenciones que pueda tocar el corazón de su oyente, de la persona con la cual dialoga, aprenda a escuchar con interés lo que él le transmite, lo que él le platica y aprenda a guardar en su corazón ese diálogo, que es muy personal, muy de nosotros dos.
No vaya allá a decir: fíjate que estuve con fulano de tal platicando y me dijo todas estas cosas; no, usted tiene que guardar, porque esa persona que dialogó con usted le abrió el corazón, le abrió el corazón y no tiene derecho a ir a decirle a otra persona lo que este, abriendo su corazón, le dijo a usted.
Silencio, sigilo, secreto, porque entonces cómo le puede confiar esta persona sus vivencias, cómo se las va a confiar. Todo esto va a dar vueltas si usted lo saca, va a dar vuelta y va a llegar hasta aquí, y este, que le abrió el corazón a una persona va a decir: ande pues, platicó lo que yo le dije, nadie sabía de esto, sólo la persona a la cual yo le abrí el corazón.
Aprendamos a escuchar, a dialogar, aprendamos.
Yo quiero que usted, cuando escuche la Palabra de Dios, se emocione, se emocione. La primera lectura nos dijo cómo se emocionó el pueblo de Israel cuando el sacerdote Esdras les comenzó a leer de nuevo la palabra de Dios, porque tenían mucho tiempo que no escuchaban la lectura de la Palabra de Dios y la escucharon de labios del sacerdote Esdras y reaccionó ese pueblo gozoso, porque escuchó y comenzó a llorar, a llorar. La emoción le llevó a llorar y, el sacerdote y la autoridad dijeron: este es un día muy especial, tenemos que alegrarnos, vamos a beber bebidas dulces, comamos y compartamos la alegría, porque hemos escuchado la Palabra de Dios, se emocionaron.
Usted también venga aquí, escuche la Palabra de Dios y emociónese. Es Dios quien le habla. Cuando se proclama aquí esta Palabra Divina es Dios quien nos está hablando a cada uno de nosotros, no pase la celebración pensando en otra persona, porque a veces eso sucede, cómo que gustaría que aquí estuviera mi esposo, escuchando lo que ahora el Evangelio nos ha dicho, lo que el padrecito nos ha explicado, cómo me gustaría que estuviera aquí. No pase este momento de reflexión pensando en otros, piense en usted, qué le dice la palabra de Dios a usted, fue dirigida a usted, no al que está pensando… a usted, que está aquí. Después de que termine el encuentro, vaya y usted llegue a la persona y transmítale el mensaje que escuchó aquí, pero aquí no esté pensando en él, aquí piense en lo que le dice Dios a usted y, después, lleve el mensaje.
Nuestro Señor, en el Evangelio, leyó un fragmento del profeta Isaías: el Espíritu del Señor está sobre Mí porque me envía a liberar, a sanar y a proclamar el año de gracia del Señor y dijo, concluyó diciendo: esta Palabra Divina se cumple hoy. Hablaba del Mesías, hablaba del Mesías y dice: se cumple hoy.
Ahí estaban conocedores de la Palabra de Dios y ahí estaba la gente que lo conocía muy bien a Él, que lo habían visto crecer, porque el Señor vivió en Nazaret y lo conocían como el hijo del carpintero y se admiraban de todo lo que hacía y de todo lo que decía, pero no le creían, al grado de que Nuestro Señor, en un momento dijo: nadie es profeta en su tierra.
No aceptaron que el Señor se aplicara las palabras que pronunció Isaías, se las aplicara a su persona, porque Isaías hablaba del Mesías, y para los oyentes que estaban en la sinagoga, Jesús sólo era el hijo del carpintero, no el Mesías, no el Mesías y quiero preguntarle a usted ¿y Jesús para usted, sigue siendo el hijo del carpintero nada más o es el Mesías?
El Espíritu del Señor está sobre mí y me envía a liberar, a sanar, a dar la vista a los ciegos, oído a los sordos, hablar a los mudos, resucitar a los muertos, caminar a los paralíticos y eso hacía Jesús. Los milagros de Jesús demostraban que no solamente era el hijo del carpintero, sino el Mesías esperado, pero no lo aceptaban. Los conocedores de la Palabra de Dios no lo aceptaban como el Mesías, las autoridades del pueblo de Israel, no lo aceptaban como el Mesías y, hasta el día de hoy, miles y miles de hombres sólo hablan de Jesús como un gran profeta, como un gran hombre, pero no como Dios, Dios hecho hombre, no como Dios.
Yo sé que usted acepa a Jesús como Dios, como Mesías, como Salvador, como Redentor.
¿Le deja usted al Señor Jesús que haga su obra de liberación? ¿Se dispone para que Jesús lo libere de sus pecados, de sus inclinaciones malas, de sus esclavitudes? ¿lo tiene como el liberador? ¿lo busca así? libérame Señor de mi ira, de mi rencor, de mis deseos de venganza, de mi odio, de mi envida, libérame, ¿le habla así a Nuestro Señor? ¿lo busca para alcanzar esa liberación? ¿le pide que lo ilumine, que le dé esa luz, que le dé esa vista para que usted pueda verle, sentirle cerca de usted? ¿y aprovecha lo que dice año de gracia?
Estamos en un año de gracia, en un año santo. ¿Va a pasar este año sin que se obre en nosotros el llenarnos de gracia, en crecer en santidad? ¿no vamos a dejar que Jesús haga su obra en nosotros? ¿no vamos a crecer en la fe?
Debemos de ser, dice el Papa, peregrinos de esperanza, moviéndonos siempre con la esperanza de alcanzar gracia, santidad, bendición, auxilio, defensa y todo eso lo va a alcanzar si usted abre su corazón, pero si usted está cerrado se cierra a la gracia, a la bendición divina, ¿cómo puede el Señor, que dijo: esta palabra se cumple hoy, cómo puede hacer obra en usted?
No se cierre, permanezca siempre en esa apertura de corazón, interésese por seguir leyendo la palabra de Dios, profundice en ella, medítela y llévela a la vida.
Que María Nuestra Madre, que siempre escuchaba la palabra de Dios y buscaba con esa humildad y sencillez de corazón llenarse de Dios, nos alcance las gracias que usted y yo necesitamos para siempre interesarnos por la Palabra Divina, escucharla, leerla y llevarla a la vida.
Que Dios les bendiga en esta semana, que Dios le auxilie en sus necesidades y que usted siempre esté atento a la escucha de la Palabra de Dios, porque Dios le habla en los diferentes acontecimientos de la vida, también ahí Dios tiene un mensaje para usted.
Esté siempre atento y escuche.
Que así sea.