HOMILÍA DE MONS. PEDRO VÁZQUEZ VILLALOBOS, ARZOBISPO DE ANTEQUERA OAXACA
10 DE DICIEMBRE DEL 2024
Para algunos de ustedes, tal vez, es la primera vez que están en una ordenación de Diácono, disfrútenla y, por supuesto, la vamos a disfrutar todos nosotros, porque en nuestra Arquidiócesis pues se dan a cuenta gotas estos momentos y hay que vivirlos intensamente, con gran gozo, alegría y diciéndole a Dios que nos siga bendiciendo con abundantes vocaciones a la vida sacerdotal y a la vida religiosa.
Has elegido, Josafat, un hermoso templo para ser ordenado diácono. Al escuchar la primera lectura hablaba del templo el profeta y contemplé este hermoso templo. Por gracia de Dios ya está abierto de nuevo al culto público, bendito Dios.
Yo no voy a decir que te ha tocado una suerte, porque no vamos a hablar de suertes los que tenemos fe, no hablamos de suerte, Dios así lo ha querido y así lo ha dispuesto y tú, tú mismo, dialogando con tu párroco, con el cual estás ahora, platicaron y decidieron que aquí fuera tu ordenación diaconal.
Hoy creo que le dices a Dios que también haga lo que hizo con el profeta, que toque tus labios, reconociendo que esos labios son labios impuros, porque ahora este ministerio te llevará a la predicación del Evangelio, de la buena noticia, de la palabra de Dios y tienen que ser esos labios limpios y a partir del día de hoy, cuando tú vayas a proclamar el Evangelio o pedirás la bendición a tu párroco o al sacerdote que estás acompañando, o a tu Obispo, en algún momento, para proclamar el Evangelio, pero si tú haces todo este servicio de la liturgia de la Palabra, te inclinarás ante el altar para decirle a Dios: purifica mis labios y mi corazón para que proclame dignamente el mensaje del Evangelio a mis hermanos. Estarás diciendo una y otra vez, purifica, purifica mis labios, purifica mi corazón, quiero proclamar Tu Palabra y la quiero proclamar cada día con más dignidad.
Esmérate en eso, en seguir creciendo en la gracia y en la santidad de vida. Este pueblo nuestro siempre escucha a sus ministros con fe y nos quiere encontrar limpios en el corazón, libres de ataduras, de esclavitudes, de miserias, de pecado.
Tenemos que luchar para conservarnos en gracia. Este pueblo nuestro siempre dice a Dios, santifica a mis sacerdotes, no solamente nos pide santidad de vida sino que dice a Dios: santifica, ora por nosotros y creo que los primeros que van a orar por ti y por tu santificación son los seres que te dieron la vida, tu padre, tu madre y tu familia, serán los primeros en orar por su hijo, por su hermano, para que viva esa santidad, para que crezca en la gracia, para que sea un gran servidor de Dios en medio de este pueblo y Dios escuchará su oración y regresará a ti, convertida en gracia, pero deja que entre esa gracia, abre a la gracia de Dios, deja que el Espíritu Santo, como decía la segunda lectura, haga Su obra en ti. Tú eres un bautizado, eres un confirmado y ahora entras al orden sacerdotal.
La acción del Espíritu. El Espíritu te va a iluminar, el Espíritu te va a fortalecer, el Espíritu te dará Sus dones y Sus gracias, para que tú ejerzas este ministerio con inmensa alegría, con inmenso gozo, con un gran espíritu de servicio en favor de los demás. Disfruta tu tiempo de diaconado, disfrútalo y gózalo y, un día, algo pasó, que tú tomaste la decisión de seguir al Señor. Hace un momento me platicó el Padre Francisco Javier, sí, que estaba en tu parroquia cuando tú ingresaste al seminario, así me lo dijo él.
Muy bien, correcto, perfecto. Vamos bien, vamos bien, pero yo pienso que tú recuerdas ciertos acontecimientos, cómo nació tu deseo de ser sacerdote, tú lo sabes, está ahí en tu corazón y agradeces a Dios esos momentos, esos acontecimientos, esas personas que tal vez están ahí, que te impulsaron a dar esa respuesta a Dios.
En el Evangelio nos dice que Juan el Bautista señaló a Jesucristo como el Cordero de Dios y lo siguieron dos de los discípulos de él, lo siguieron. ¿Qué buscan?, Maestro, ¿Dónde vives, dónde habitas?… “vengan y lo verán”.
La voz del Señor resonó también en tus oídos, me buscas, quieres estar conmigo, quieres consagrar tu vida a mí, te llamo, sígueme, ven y sígueme, deja a tu familia, deja todo y ven a seguirme.
Dejar a la familia no es dejar de amarlos, no, debe de crecer nuestro amor a nuestros padres y hermanos, pero nuestra familia crece mucho más, porque el que deje padre y madre por mí, por el Evangelio, recibe el 101 en padre, madre y hermanos y ahí está la gran familia, la gran familia a la cual debemos de servir.
Vive este gozo, vive esta alegría, disfruta de este ministerio. Ya vas a bautizar, soñabas con bautizar a un niñito, pues un día tu párroco te va a decir: te tocan los bautizos, m’hijito, te toca bautizar. Ya puedes ser testigo oficial de la Iglesia del sacramento del matrimonio. Ve, tómales el consentimiento a este hombre y a esta mujer que quieren santificar su unión y ahí estarás tú, ahí estarás tú.
Ya bendecirás, antes sólo decías con tu voz: que Dios lo bendiga, que Dios esto, que Dios aquello. Hoy tu bendición va a ser con tu mano también y los fieles te van a decir, ponga su manita sobre mi cabeza y bendígame, como nos dice a nosotros, te lo va a decir también a ti y movido por esa fe que tiene nuestro pueblo, tú, tal vez con tu mano temblorosa, la pondrás en la cabeza de la abuelita, del abuelito y lo bendecirás a nombre de Dios.
Disfruta de las bendiciones que este pueblo te va a pedir, y no niegues nunca la bendición, no la niegues nunca a nadie, a todos hay que bendecirlos. Por todos hay que implorar bendición divina en favor. Te van a decir que vayas a bendecir su casa, que vayas a bendecir su automóvil, todo eso podrás hacer, podrás hacerlo de hoy en adelante, por tu ministerio diaconal, lo podrás hacer y a seguirte preparando para, un día no muy lejano, recibir el presbiterado, si es que quieres ser Presbítero, yo creo que sí porque estabas muy desesperado, les da risa, sí estabas desesperado, “bueno, cuándo, pues, cuándo, cuándo, cuándo”.
Dios tiene sus momentos, Dios tiene sus momentos y Él tenía este momento para ti, no antes, este era el momento.
Cuando tu Obispo te llame, ahí es donde tú tienes la seguridad de tener la vocación a la vida sacerdotal, cuando tu Obispo te llame para ser ordenado y vivir el rito de ordenación. No te me vayas a desesperar, Dios tiene su momento, pero sí prepárate para que, enseguida, pues sea tu petición libre y consciente de ser ordenado Presbítero en un futuro.
Gracias porque me imagino que también ustedes estaban desesperados, para qué más que la verdad, a veces los papás de los seminaristas se encuentran con nosotros y se nos quedan viendo, a ver si les decimos: ya, su hijo ya va a salir, ya lo vamos a ordenar, no dicen nada, se quedan calladitos, pero no nos despegan la mirada como diciendo, hable, diga, ándele. Pues mire, su hijo hoy es ordenado, ahora pidan para que sea fiel, para que persevere en esa fidelidad, fidelidad a Dios y sea un gran servidor.
A seguirlo apoyando con su oración, con su cariño, con sus palabras y si en algún momento saben que su muchacho no está bien, abra su boca y dígale: qué pasó m’hijo, usted hizo una promesa, cúmplala, cúmplala, tiene el auxilio de Dios, tiene la oración del pueblo, cumpla esa promesa, sea muy fiel, entréguese de lleno al servicio como diácono y Dios le recompensará.
Me gustaría que ustedes siguieran promoviendo las vocaciones a la vida sacerdotal, en sus familias, con sus parientes, con los jovencitos de sus casas, anden, ustedes promuevan, ayúdenos, nos dejan a nosotros que los promovamos, que los convenzamos, y ¿por qué no convence usted a su hijo?, ¿por qué usted no lo promueve?
Fíjense que ayer venía de Juquila y traía un sacerdote conmigo y en un momento platicamos de las vocaciones y decía esto que nunca lo había pensado yo pero se me hizo interesante, dicen a veces que nosotros los padrecitos estamos bien, no nos falta nada, tenemos comida, vestimos bien, vestimos bien, tenemos una casa donde vivir, tenemos asegurado el trabajo, tenemos un vehículo, tenemos una camionetita, lo tenemos todo, tenemos el cariño de la gente, también la crítica de la gente, esa que no falte, pero me llamó la atención que muchas veces dicen que vivimos con abundancia, con riqueza, con carro, con camioneta, con esto y aquello y me dice el padre, yo a veces les digo ¿y por qué no quieres ser sacerdote si puedes tener una camioneta?, ¿por qué?, hablan de que tenemos todo esto y nos les atrae nada, ¿por qué? Se me hizo interesante la reflexión, porque sí platican que todos nos ven en un vehículo, mira, los padrecitos qué a gusto, qué a gusto, cuál sufrimiento, y ni así quieren ser sacerdotes, ¿por qué? ¿Qué nos está haciendo falta, oiga? ¿el testimonio? ¿sí?
Yo preguntaría también por qué en Oaxaca no se celebra el sacramento del matrimonio, casi todos viven sin el sacramento, ¿Qué está haciendo falta? ¿el testimonio? No se promueven las vocaciones a la vida sacerdotal porque el testimonio de los sacerdotes a veces no es tan positivo, ¿lo aplicamos igual al matrimonio, lo aplicamos igual?, ¿por qué no se promueve el sacramento del matrimonio? ¿porque no hay testimonio de los que están con el sacramento o por qué?
Y me van a decir: es que es por la costumbre, es la costumbre de nuestros pueblos, es la costumbre de la familia que nadie se casa por la iglesia. También eso piénselo ¿de dónde van a brotar los sacerdotes? De las familias, de su familia, de ahí van a salir los sacerdotes. Anden, promuevan, queremos más sacerdotes, necesitamos más sacerdotes, necesitamos.
Miren, yo le doy gracias a Dios porque en este año, 2024, Dios nos ha bendecido, a la Arquidiócesis de Antequera Oaxaca, Dios la ha bendecido, miren, aquí está una bendición divina para nuestra Arquidiócesis, El 22 de agosto comenzó a ser nuestro Obispo Auxiliar, lo pedíamos desde años y años y años y Dios nos bendijo enviándonos a Monseñor Luis Alfonso. Su testimonio de vida, su testimonio de Obispo va a traer vocaciones a la vida sacerdotal. Sé que va a ser así, sé que va a ser así.
Gracias porque dijo sí, voy a Oaxaca, sabiendo lo que es Oaxaca, gracias. Mire, ahorita está sonriendo, así lo quiere ver nuestro pueblo, eso me han dicho, eso me han dicho, se lo digo aquí públicamente, me han dicho: dígale a Monseñor Luis Alfonso que sonría, que sonría y se lo digo aquí. Mire qué hermosa sonrisa tiene, para que vean que sí sabe sonreír, sí sabe sonreír. Algo tiene la sonrisa de un Ministro de Dios, algo tiene, entones pues que usted pueda hacer algo con la sonrisa y con la seriedad, también. Gracias por venir a Oaxaca.
Y luego mire, ahí hay un padrecito de este año, el más moderno que tenemos, ponte de pie, para que te vean, tiene como tres o cuatro meses. El último de los sacerdotes que fue ordenado para la Arquidiócesis, mire qué chiquito, jovencito de a tiro.
Y miren, ¿quieren conocer al futuro sacerdote del 2025, el primero?, Beto, dónde estás?, ¿dónde está Beto, ven ara acá, ven para acá Beto. Él va a ser el primer sacerdote ordenado en el 2025 para nuestra Arquidiócesis de Antequera Oaxaca, el 6 de febrero en Atzompa, ahí será ordenado.
Bien ¿y quieren conocer al otro diácono que va a ser ordenado en el 2025?, ¿Abraham? ¿dónde estás? En el 2025, el 22 de enero, en San Mateo Río Hondo, ahí será ordenado diácono. No se me ha olvidado. Ya no tengo más para presumir, se me acabaron, ¿ya ven qué pronto se acaban? No, ahí vienen, ahí viene una hilerita, bendito Dios, pues qué gusto.
Vive santamente, mucha oración, muy Eucarístico porque ya puedes dar la bendición con el Santísimo, ahora no sólo es cargar el Santísimo, ya podrás bendecir con bendición solemne al pueblo de Dios con el Santísimo, disfruta también eso.
Quiero que seas muy Eucarístico y, a la vez, no te olvides de que hay que encomendarnos una y otra vez a la Santísima Virgen María, a Ella tenemos que decirle: consagro mi vida porque participo del Sacerdocio Ministerial de Tu Hijo Jesucristo, participo. Lo pongo en tus manos de Madre para que alcance las gracias que yo necesito.
Que tengas siempre una profunda devoción y un grande amor a la madre de Dios, sé muy Eucarístico y sé siempre un hombre doración, no solamente cumpliendo con la liturgia de las horas, eso es lo mínimo, podríamos decir, que haya ese momento de oración, de intimidad con el Señor, aunque sea un ratito pequeño pero que siempre lo haya para que así te puedas conservar fuerte en el servicio y en todo el encuentro con los hermanos. Felicidades Josafat, felicidades.