HOMILÍA DE MONS. PEDRO VÁZQUEZ VILLALOBOS, ARZOBISPO DE ANTEQUERA OAXACA
8 DE DICIEMBRE DEL 2024
Le pido a Dios que nos ayude en este momento después de haber escuchado Su Palabra, Palabra que no es desconocida, que la hemos escuchado en diferentes momentos de nuestra vida, muy en especial el Evangelio.
Le pido a Dios que la presencia de ustedes, como peregrinos que han venido de diferentes partes a visitar a la Madre de Dios, en su advocación de Inmaculada de Juquila, nos ayude a todos nosotros, a quienes viven aquí, en Juquila, a crecer en su fe, en el amor a Dios y en el amor a María, no solamente crecer en el pequeño o gran negocio que tienen y que esperan siempre la presencia de peregrinos, para que lleguen recursos y seguirse sosteniendo.
Yo quiero que los que viven en Juquila, crezcan en su fe y en el amor a Dios y en el amor a María, que no sea en vano la presencia de peregrinos en su vivencia de fe, es lo que le pido a Dios siempre, que haya crecimiento de fe, que haya crecimiento de amor y que haya un mejor testimonio de vida cristiana entre nosotros y si eso digo para los que viven aquí, se lo digo a usted, que ha venido con tanto sacrificio hasta este lugar, le invito a crecer en su fe como familia, como pequeñita Iglesia doméstica que es su hogar. Crezca en su fe y que ese crecimiento de fe sea un fermento de vida cristiana en la comunidad donde usted habita, donde usted se mueve.
Sea un mejor hijo de Dios y un mejor hijo de la Santísima Virgen María, porque no se le debe de olvidar que, al pie de la Cruz, el Señor Jesús, poco antes de morir, le dijo a Su Madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo y nuestra Madre la Iglesia ha entendido que en esas palabras ahí estamos todos, los seguidores de Cristo estamos ahí, en torno a la Madre, a María y Ella nos cuida y nos bendice.
Al mirarlos a ustedes y contemplarlos, también mi mente se ha ido a otro Santuario, al más grande Santuario que tenemos en nuestro país como Santuario Mariano, miles y miles, millones de peregrinos llegan hasta los pies de la Guadalupana, que es la misma Madre de Dios, es la misma Madre de Dios.
Nosotros hemos llegado hasta aquí, a los pies de la Inmaculada de Juquila, la misma Madre de Dios a hablarle como sus hijos y a expresarle nuestro agradecimiento por Su intercesión, porque nos ha escuchado en nuestros ruegos y porque ha llevado hasta Su Hijo Jesucristo nuestras peticiones y hemos podido leer en los diferentes acontecimientos que nos van pasando que María ha estado ahí, intercediendo por nosotros y por eso hemos venido hasta su Santuario, para darle gracias. Creo que ustedes no han venido porque están acostumbrados a venir, hay un motivo más grande y más profundo, el que hace que usted esté aquí. Trae un corazón lleno de gratitud, exprésele la gratitud a la Madre de Dios, como usted lo sabe hacer.
Tal vez contemplando esta pequeñita imagen de la Inmaculada de Juquila, sólo contemplándola, sólo mirándola, ahí usted, con su mirada, le está diciendo gracias, gracias Madre de Dios, gracias Madre mía por todo lo que has hecho durante toda mi vida.
A lo mejor trae algo muy especial y se lo expresa en el pensamiento, en el corazón. Gracias por la salud que le diste a mi padre, a mi madre, a la esposa, al esposo, al hijo, al hermano, al pariente, al amigo. Gracias. Te pedí Tu intercesión en el momento del sufrimiento y del dolor de un ser querido y él está sano y sé que Tú intercediste ante Tu Hijo, Jesucristo, para que alcanzara la salud, te vengo a dar gracias por ello.
A lo mejor usted le expresa el agradecimiento derramando lágrimas, porque lo que ha pasado ha sido duro, difícil o por lo que está pasando por este momento. Tal vez sus lágrimas salen porque le dice a la Madre de Dios que hay mucho sufrimiento en su corazón, que se ha ido desgastando cada día, que ha sufrido mucho y que solamente la tiene a Ella como intercesora y pide Su auxilio.
Tal vez usted es una madre o un padre de familia, que al mirar lo que está pasando con su hijo le causa mucho dolor, mucha preocupación, mucha angustia y ha venido a hablarle a Ella y a decirle: Madre, no sé qué hacer, ya no sé cómo decirle a mi hijo, me duele lo que está pasando con él, me duele, me entristece, ayúdame, alcanza una gracia, hazlo entender que por el camino que va no es el correcto, que por ahí no va a traer bendiciones, alegrías, gozos, sólo va a haber sufrimiento, angustia, preocupación, dolor, desencanto. Ayúdame Madre de Dios, ayúdame, exprésale a Tu Hijo la gran necesidad que yo tengo del auxilio, necesito que toques el corazón de ese ser que yo amo, necesito que toques el corazón y usted viene a hablarle a Ella desde su corazón.
Así, con ese sentimiento diríjase a la Madre de Dios, con la confianza de que será escuchado, no dude, no dude. Ahí tienes a tu hijo, le dijo el Señor a Su Madre, María, creo que nuestra Madre María recuerda muy bien lo que le dijo Su Hijo y lo está recordando al mirarlo a usted en este Santuario. Aquí estamos los hijos de Ella, que hemos venido a hablarle.
Hoy, yo como el Obispo de esta Arquidiócesis de Antequera Oaxaca, le quiero decir a la que es Madre de los sacerdotes que bendiga a mis sacerdotes, que los fortalezca, que los anime, que los ilusione en su ministerio y que los bendiga siempre como Madre, pero tengo una gran necesidad, nuestros pueblos necesitan de más sacerdotes, y vengo a decirle a la Madre que haya más vocaciones a la vida sacerdotal y a la vida religiosa.
Pueblos me dicen: mándenos un sacerdote, queremos tener aquí, entre nosotros, un sacerdote y no tengo y mi presencia aquí también es para decirle a Ella: bendice con vocaciones a la vida sacerdotal, pero les quiero decir, las vocaciones no caen del cielo, no, brotan de una familia, de una familia, de ahí brotan las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa, de su familia. En este lugar, en esta Santuario, en esta Parroquia de la Inmaculada de Juquila, los que viven aquí quieren tener más sacerdotes, para que sean atendidos mejor nuestros peregrinos y yo le diría a las familias de Juquila ¿está usted trabajando para que haya más sacerdotes en esta Arquidiócesis y para que crezca el número de sacerdotes que atiendan a los miles y miles de peregrinos que vienen a este Santuario a lo largo de todo el año.
¿Usted está promoviendo en su hogar las vocaciones a la vida sacerdotal? ¿quiere más sacerdotes en Juquila?, ¿por qué no tenemos más seminaristas de Juquila, por qué, por qué tenemos seminaristas a cuenta gotas?, ¿por qué? ¿qué está haciendo falta? Aquí esta la Madre de los sacerdotes, pero ahí está su familia, que tal vez en su familia no se promueve la vida sacerdotal, sólo la vida matrimonial, de los sacerdotes no pensamos, pero eso sí, queremos que nos atiendan a diferentes horas del día y de la noche, queremos que estén atentos a nuestras necesidades espirituales, pero no crecemos en el aumento de vocaciones en este lugar y en otros pueblos de nuestra arquidiócesis, por no decir de todos. Algo tenemos qué hacer, no solamente decirle a la Madre que aumenten las vocaciones, promueva en su familia.
Eso he venido a decirle yo a la Madre de Dios y expreso que sufro y me duele no poder mandar un sacerdote a los lugares que yo sé que lo necesitan y que deberían de tener uno, porque es una parroquia que es atendida por otro sacerdote que está en otra parroquia. Ese es mi dolor, esa es mi preocupación hoy, pero a veces siento que eso no se compara con su dolor. Su dolor es más grande, su angustia es más grande. Su preocupación es más grande y me uno, me uno a su oración, a su plegaria y a su súplica y tal vez usted me diga: yo me uno a su preocupación y a su súplica y nos unimos todos como familia como hijos de María, para que salgamos adelante todos y sintamos esa gran bendición de la Madre de Dios en favor de todos nosotros.
Hoy hemos escuchado el Evangelio: alégrate María, llena de Gracia, el Señor está Contigo. Creo que María ha estado muy alegre, porque usted ha venido a estar con Ella, pero quiere seguirse alegrando, porque usted va a crecer en gracia, va a crecer en santidad, va a crecer en las virtudes, va a ser un hombre o una mujer mejor, un padre, una madre, un hijo, un hermano mejor y se va a ir llenando de gracia en el ejercicio de la virtud. Usted tiene virtudes, usted tiene cosas muy buenas, siga creciendo en la bondad.
Mire usted es una persona de gran fe, aquí entran los que tienen fe y vienen a hablar desde el corazón, movido por la fe, porque cree en Dios, en su amor, en su misericordia, en su bondad, en su providencia y viven aquí a decirle a Dios, me hace falta todo, todo, sin Ti no tengo nada. Le viene a hablar a María, la Madre de Dios, como hijo y todo esto es movido por la fe. Qué grande es su fe, pues siga creciendo en la fe y esa vivencia de fe que tiene aquí, téngala allá en su hogar. Hoy ha venido a orar, que en su hogar también ore, que tenga momentitos de oración. Al venir aquí crece en gracia, porque celebramos los sagrados misterios, vaya a crecer en gracia en su pueblo, en su comunidad. Vaya a vivir su fe con toda esa comunidad, en especial celebrando la Eucaristía.
Usted es una persona humilde, sencilla, porque los humildes y sencillos son los que buscan a Dios. Los soberbios, los orgullosos, los vanidosos no sienten necesidad de Dios porque creen saberlo todo y tenerlo todo y usted es humilde y sencillo y le dice a Dios: Señor, sin Ti no soy nada y no tengo nada, haz maravillas en mí, haz Tu obra en mí.
Vaya allá, a su casa, a seguir siendo humilde y sencillo, no desprecie a los demás, no se crea usted superior a nadie, porque no lo es. Vaya y sirva si quiere ser el primero y el último, como dice Nuestro Señor, vaya a servir, en primer lugar en su casa, en su trabajo, en su comunidad. Los humildes y sencillos se dedican a servir y sé que usted es sacrificado, porque sabe tomar la cruz de cada día y seguir al Señor, no reniegue de sus sufrimientos, no reniegue de su cruz, vaya y dígale a Dios: Señor, acepto esta cruz, pero siento que no puedo con ella, dame la fuerza que me hace falta para seguir cargando con mi cruz y seguirte, no quiero renunciar a ella, quiero seguir con ella, porque soy tu discípulo y no te puedo entender a Ti sin la cruz, sin la cruz y yo quiero cargar mi cruz y seguirte.
Cargando con la cruz usted se santifica y puede santificar a los que están a su alrededor o a quien quiera, con su dolor y con su sufrimiento y eso le llena de gracia, le hace crecer en santidad.
Sea un gran servidor, como lo hizo María, después de que escuchó al ángel que su prima Isabel estaba esperando un hijo, ella fue corriendo a estar con ella, presurosa se encaminó a las montañas de Judea, se encontró con Isabel y estuvo con ella, hasta que nació Juan el Bautista.
Servicio. No se canse de servir a sus hermanos, no se canse de servir. Aquí hay un grupo de servidores, autoridades civiles, espero que sean grandes servidores. Dios los ha puesto ahí para servir, entendamos lo que es servir, preocupémonos por el bien común, preocupémonos por vivir la justicia, por vivir en paz, por poner al servicio de los demás todos los dones, gracias y carismas que Dios nos ha regalado y si nos ha llamado a prestar un servicio en medio de la comunidad no es para sentirnos poderosos, no, es para pensar que tengo que ser grande en el servicio, en el servicio.
Dios les ayude a ustedes que son, a mí se me olvidan los términos, presidentes de barrios, es para unir el barrio, pero para unirnos como pueblo, como pueblo, no para que estemos este barrio en contra de este otro barrio. Dios no los llamó para ser líderes y enseguida vayan a pelear con el otro barrio, no los quiere para eso, los quiere para que formemos esta gran comunidad de barrio y estemos unidos con este, con este y con este y estemos unidos todos los que vivimos aquí.
Háganlo lo mejor que puedan, lo mejor que puedan y tenemos que vivir en paz con los demás pueblos que están en nuestro entorno.
Yo los invito a cuidar y tenemos que cuidarnos unos y otros, respetándonos, respetándonos.
Si yo les invito a vivir esa comunión, también vivan la comunión con sus sacerdotes. Vivir en paz y vivir en una buena relación. Ustedes no son perfectos, tampoco nosotros. Ustedes tienen ganas de servir, también nosotros tenemos ganas de servirlos y queremos servirlos. Ustedes se cansan, también nosotros nos cansamos. Ustedes a veces están tristes, también nosotros nos entristecemos, ustedes están alegres, también nosotros nos alegramos. Ustedes lloran, también nosotros sabemos llorar.
Ayudémonos a vivir en esta comunión y yo les invitaría a todos los que viven aquí en Juquila, atendamos bien a nuestros peregrinos, atendámoslos bien, que ellos regresen felices, se encuentran con la Madre de Dios y también se encuentran con nosotros, que sea un encuentro hermoso que los fortalezca, que los llene de esperanza, que los anime.
Feliz retorno a su casa a todos y que hayamos disfrutado de esta festividad. Aprendamos de María todo lo que Ella es, mujer de fe, humilde, sencilla, bondadosa, servicial, la que es Hija del Padre, Madre del Hijo, esposa del Espíritu Santo, está llena de Dios, aprendamos de Ella a estar llenos de Dios.
De Ella aprendamos y sigamos siendo lo mejor. Que todo esto nos lleve a Jesucristo, a ser mejores cristianos, a ser mejores servidores en las comunidades.
Bendecidos todos, continuemos nuestra Celebración.