Francisco Alejandro Leyva Aguilar
Agradezco mucho al Colegio Nacional de Licenciados en Periodismo (CONALIPE) y a la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos A.C. (FAPERMEX), la distinción con la que me honraron el pasado viernes 29 de noviembre.
Recibir el Premio Nacional de Periodismo Ricardo Flores Magón, es un alto honor que motiva a quienes lo recibimos, a redoblar esfuerzos para ser siempre mejores en este noble oficio que es el periodismo.
Como bien lo reseñó el Maestro Teodoro Rentería, Ricardo Flores Magón nos expuso como valor, el pensamiento y la pluma como arma. Jamás su epitafio habría sido “aquí yace un cobarde”. Un loco o un ideólogo sí, pero nunca un hombre que haya traicionado sus propios principios.
Y hoy, en esta era de la cuatroté, en este México que se ha vuelto cada vez más peligroso para el ejercicio del periodismo, las palabras de Ricardo Flores Magón cobran mucho sentido porque los periodistas nos hemos convertido en corresponsales de guerra.
Nuestros colegas en Sinaloa, Michoacán, Guerrero, Tabasco, Chiapas, Zacatecas e incluso en Oaxaca, han dado cuenta de la delicada situación que vive el país en materia de seguridad y al hacerlo, arriesgan su propia vida porque lastiman intereses de personas no solo poderosas, sino también sin escrúpulos.
Al político que defrauda, al que corrompe, al que tiene relación con el crimen organizado, al que roba en despoblado y es exhibido, no le importa mucho la vida de un reportero que se atreva a denunciarlo ante la opinión pública y por tanto el índice de periodistas asesinados ha ido en aumento.
Por eso es tan importante este Premio Nacional de Periodismo Ricardo Flores Magón toda vez que visibiliza a quien lo recibe, pero además tiene un alto valor porque es una presea que se otorga entre pares.
Periodistas galardonando a periodistas como debe ser y no por una consigna, un acuerdo, una componenda, una descabellada ocurrencia. ¿A quién premiaría el gobierno?, ¿quizá a un lord molécula que todo aplaude?.
Como bien dijeron mis colegas galardonados, al poder se le vigila, nunca se le aplaude; se le cuestiona, nunca se le complace; se le transparenta, nunca se le encubre; se le critica, nunca se le adula. Esa es la esencia del periodismo porque asume su compromiso con la democracia.
Por ello agradezco el reconocimiento porque entiendo que voy por el camino correcto y más que una vanagloria, me incentiva a ser mejor y me motiva a seguir señalando los yerros de los gobiernos de la actualidad que han sumido a México en un campo minado para el periodismo.
Ni las amenazas constantes, ni el miedo, ni las intimidaciones deben mermar la actividad periodística crítica y puntual, porque si los poderes del Pacto Federal han sido sojuzgados a solo uno autoritario y totalitario, nos queda solo la acción de la pluma para señalar lo que está mal y lo que está bien.
México necesita de sus periodistas críticos, pero también nos necesita preparados, profesionales, comprometidos, informados, atrevidos, con valor y convicciones; nos necesita unidos, fuertes, organizados. Por eso es tan importante que existan organizaciones como el CONALIPE y la FAPERMEX.
Quiero agradecer también a mi amigo y maestro Javier Hernández Córdova, presidente de la Asociación de Periodistas de Oaxaca (APO), la nominación que hizo de esta columna porque sin su iniciativa, nada de esto hubiese sido posible.
Como ya dije, la nación nos necesita, porque si París bien vale una misa, México bien vale la sangre de sus periodistas. Jamás hay que quedarse callado.
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