Francisco Alejandro Leyva Aguilar
Hoy es el súper martes, no solo en los Estados Unidos de Norteamérica, sino para lo que queda de los Estados Unidos Mexicanos. Me explico, hoy son las elecciones que todo el mundo está esperando, porque los norteamericanos van a elegir a la persona que los dirigirá por los próximos cuatro años y estamos hablando de la potencia mundial por antonomasia.
Lo que suceda del otro lado de la frontera, inexorablemente nos repercute al sur, así que allá, hay dos escenarios para hoy: o gana Donald Trump o bien como en México, los Estados Unidos de Norteamérica estrenarán a su primera presidente (con E, bueno ahí solo es Mr o Mrs president).
Y aquí, pues será un súper martes porque justamente nos tenemos que preparar para cualquiera de los dos escenarios que tenga como resultado una de las elecciones más polarizadas y competidas que haya tenido Estados Unidos. Los estudios demoscópicos no le dan el triunfo a ninguno de los dos.
Digo que México tiene que prepararse, porque ni para Donald Trump, ni para Kamala Harris nuestro país está en su mejor momento democrático. Con una economía contraída, con una inflación a la alza, con las muestras de autoritarismo en el Congreso de la Unión que está cooptado por el ejecutivo que llena sus vacantes, con una presidente (con E) intolerante y autoritaria, torpe y soberbia y con un crimen organizado enseñoreado, pues los negocios nomás no van a funcionar.
Por eso hoy en México, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), habrá de definir la inconstitucionalidad de la Reforma al poder Judicial y la Supremacía Constitucional, ambos bodrios de cambios a la constitución para instaurar en la nación, una tiranía populista de la peor calaña.
Ninguna ley en México y justo porque así lo dicta la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, puede ser retroactiva y menos en perjuicio del pueblo, así que claro que la SCJN está capacitada para aceptar, por parte de los partidos políticos, acciones de inconstitucionalidad y resolver en consecuencia, carajo, se trata de nuestra vida democrática.
Ahora, una cosa es que la Corte resuelva y otra que la Titina y sus contlapaches la acepten, pero ya no quedará en la conciencia de los defensores de la Constitución, las consecuencias de traicionar a la Patria. Consecuencias que vamos a ver inmediatamente después de que termine el día de hoy y, hay que decirlo con todas sus letras gane quien gane del otro lado de la frontera.
Ambos candidatos, el republicano y la demócrata tienen en su agenda asuntos que tienen que ver con nuestro país y al menos unos 6 son muy importantes comenzando con el tráfico de drogas, especialmente fentanilo y cocaína, el tráfico de armas, el tráfico de indocumentados o migración para ser más exactos, justamente la crisis constitucional que estamos viviendo, por supuesto la agenda comercial que puede verse afectada por la “supremacía constitucional y el narco terrorismo que puede escalar allende la frontera norte.
En ninguno de esos temas el gobierno saliente del vejete López Obrador y menos el de la aprendiz de tirana, salen aprobados en Estados Unidos y al contrario, la presencia en las cortes de aquél país de capos bien identificados con la política mexicana, puede meter en varios aprietos a la recién estrenada administración de la primera mujer presidente (con E) en Mexico.
Considero que los escenarios no son halagüeños porque tanto Kamala Harris como Donald Trump tienen su agenda repleta de pendientes con México y su desastroso gobierno y, salvo que la Corte resuelva la inconstitucionalidad de reformas retrógradas y abyectas y el gobierno de Sheinbaum y su mayoría espuria en el Congreso de la Unión la acepten, las consecuencias para nuestro país, inicialmente en nuestra economía, nos va a poner a temblar.
Súper martes a ambos lados del Río Bravo
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