Francisco Alejandro Leyva Aguilar
El viernes pasado entendí muchas cosas de lo que pasa en México, le pregunté a un amigo cercano su opinión sobre “lo que pasó ayer”… la pregunta la dejé al aire para conocer su nivel de interés por la vida en México.
Un día antes habíamos tenido un curso de capacitación sobre redes sociales y su importancia en la vida política y él se refirió justo a ese curso, por lo mismo le dije “eso no importa, lo verdaderamente trascendente, es lo que pasó en la cámara de senadores”… hizo una pausa, prosiguió revisando sus redes sociales, especialmente recetas de cocina y terminó diciéndome “no sé qué paso”.
Esa noche del jueves y madrugada del viernes, la gandalla y aplastadora mayoría de Morena, aprobó la llamada “supremacía Constitucional”, que imposibilita al poder judicial para usar mecanismos de defensa ante una reforma que, como la Judicial, viole flagrantemente la Constitución Política de México.
Entonces le pregunté: ¿no te diste cuenta que ya no tenemos México, que si al partido en el poder se le ocurre modificar la Constitución para que solo los que tengan una credencial o estén afiliados a Morena tengan derecho al voto o, si se les ocurre que las mujeres no deben votar pueden modificar la Carta Magna y no habrá poder que les diga que no?
¿Tan grave es?, -me dijo- entonces le expliqué que la supremacía Constitucional, diseñada en los foros de Sao Paulo prohibe que el poder Judicial emplee mecanismos de defensa como el amparo, la controversia constitucional o procedimientos de inconstitucionalidad para frenar reformas que contravengan a la Constitución, esa reforma para la supremacía es un cheque en blanco para que el ejecutivo y el partido en el poder, hagan lo que quieran con México.
También le expliqué que quizá el no sienta los efectos de la supremacía constitucional, pero si no hacemos algo, su menor hijo si la va a padecer, porque con ella el gobierno y su mayoría legislativa podrán suprimir por ejemplo la propiedad privada, exactamente como en Cuba o Venezuela.
Igual que en los protocolos de los Sabios de Sión, la serpiente se ha mordido la cola y nos dejó dentro de su círculo sin que tengamos la posibilidad de salir de él. La militarización del País, el cheque en blanco a los narcotraficantes, la reforma judicial y ahora la supremacía constitucional son el camino directo y sin escalas a la dictadura y, por tanto podemos esperar lo peor para los años venideros.
Primero veremos, como lo marca el protocolo, una reforma a la Constitución para que nadie pueda criticar ni al gobierno, ni al partido en el poder y entonces activistas defensores de los derechos humanos, del medio ambiente, de derechos laborales, periodistas y demás personas incómodas al régimen, podrán ser detenidas, encarceladas y hasta desaparecidas y no serán ejecuciones extrajudiciales, sino constitucionales.
México ha retrocedido décadas con la aplicación de los protocolos de Sao Paulo pero ¿nos lo merecemos?… esa me parece es una buena pregunta. ¿Cuántos mexicanos hay como mi amigo que están más interesados en recetas de cocina que en lo que pasa en México?, ¿qué es lo que en realidad le importa al mexicano que no repara en el asesinato de la Constitución que está llevando al cabo Morena, sus aliados y Claudia Sheinbaum?
Si nos ponemos a hacer una análisis de qué a los mexicanos nos importa más, nos vamos a espantar de que, en vez de leer libros, noticias o programas de naturaleza, científicos o culturales, los mexicanos ven “la casa de los famosos”, es decir un espectáculo real donde no existe ningún contenido de valor. Los mexicanos están mas atentos a lo que dice Kimberly Loaiza una influencer con 29 millones de seguidores en Instagram que en la sustancia de lo que pasa en nuestro Congreso de la Unión.
Y eso lo sabe muy bien el oficialismo, por eso los conciertos en el zócalo, los programas de dádivas, las promesas incumplidas, las mentiras reiteradas; al mexicano no le vale madre (una madre vale mucho) lo que el gobierno haga o deshaga porque estamos tan jodidos que vivimos al día y estamos más preocupados por que Mariana Echeverría, lime asperezas con Briggitte.
Claro que nos merecemos este gobierno de boñiga, claro que nos merecemos a una presidente (con E) inmunda que le miente a los mexicanos cual párvulos deseosos de un dulce, claro que somos culpables de que en México se haya instaurado una dictadura pero ¡pregúntense carajo! ¿sus hijos que aun no votan son igualmente responsables?
¿Qué pinche país bananero le vamos a heredar a nuestros hijos?, y déjenme decirles que ya no hay mucho por hacer, a menos que nos organizaremos, tomemos las calles, exijamos nuestros derechos, peleemos por las libertades y recuperemos al paìs, de lo contrario, ya nos cargó el carajo.
@leyvaguilar
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