ERNESTO REYES
Asumió el poder presidencial la doctora Claudia Sheinbaum, mujer probadamente de izquierda, científica, ambientalista, promotora de derechos democráticos y libertades, como cuando integró el Consejo Estudiantil Universitario y defendió nuestra soberanía energética, encabezando a las “Adelitas”.
Hay simbolismos percibidos. Discursos a públicos distintos, pero con el mismo fondo; el bastón de mando de las comunidades indígenas y 100 compromisos, entre los cuales destacan: carretera Oaxaca-Tuxtepec; más caminos artesanales; un plan hídrico, saneamiento del río Atoyac y una planta recicladora de basura.
Claudia no solo no va a cambiar el rumbo trazado por Andrés Manuel López Obrador -despedido con vítores, lágrimas y un gran reconocimiento popular- aunque más adelante incorpore al sector económico-, sino que lo va a profundizar en materia tecnológica, científica y educativa, energías limpias, etcétera.
Luchadora de izquierda, velará por remediar necesidades en salud, bienestar y apoyos, a los sectores más necesitados, a niñas y niños. A su llegada, fijó una agenda feminista que, con un congreso a favor, permitirá garantizar protección y derechos a las mujeres, como la igualdad sustantiva entre ambos géneros, paridad salarial, gabinetes paritarios, medidas contra la violencia digital y vicaria, y que en los estados existan fiscalías especializadas para una vida libre de violencia. El reconocimiento sobre violaciones de lesa humanidad cometidas por el Estado el 2 de octubre de 1968, define su perfil.
Cuando se pronunció por la prohibición del nepotismo, a más de un gobernante se le estrujó el corazón. Y no es gratuito, pues el que no tiene a hermanos, parientes, la comadre y el ahijado comiendo del presupuesto, mantiene a socios, cómplices y traficantes de influencia. No se confíen: ¡Aguas con Claudia! ¡y Rosa Isela! de carácter más duro que Luisa María Alcalde y Adán Augusto en la Secretaría de Gobernación. Hablo de gobernadores, funcionarios, legisladores, presidentes municipales e integrantes de órganos supuestamente autónomos; todos ellos con notables excepciones.
La frase: “Impulsaremos la prohibición de suceder a los familiares a algún cargo de elección popular; no al nepotismo”, pegó a gobernadores que controlan la vida interna del partido. Les dan candidaturas a incondicionales que van a hacer bulto a las cámaras; no preparan a cuadros capaces en el debate político e ideológico y, mucho menos, gente eficaz para superar la curva de aprendizaje en la administración pública.
No llego sola al cargo, aseguró el uno de octubre Claudia Sheinbaum: “Llegamos todas, llegan ellas, las que soñaron con la posibilidad de que algún día; no importaría si naciéramos siendo mujeres u hombres, podemos realizar nuestros sueños y deseos, sin que nuestro sexo determine nuestro destino. Llegan ellas, todas ellas, que nos pensaron libres y felices”.
Willy López Torres
Nos conocimos en el periódico Panorama Oaxaqueño, a finales de los setenta; luego laboró en el Extra de Oaxaca y en el periódico Cambio. Pero sería en la Agencia Mexicana de Noticias, Notimex, donde entablamos una fuerte relación de amistad y compañerismo como para que me doliera en el alma la partida – el 19 de septiembre- del reportero Wilfrido López Torres, a sus 65 años cumplidos.
Después de larga estancia en el periódico Tiempo, el destino nos mandó a Willy a coordinar, el año pasado, con Francisco J. Sánchez, Antonio Gutiérrez Sumano y la maestra Cristina Salazar, el Conversatorio para Periodistas que tuvo pronto un fruto: el Club de Lectura “El Correo Americano del Sur” en cuyo marco leímos a Gabriel García Márquez, José Agustín, Cristina Pacheco, Tom Wolfe, Umberto Eco, Svetlana Aleksiévich, Ryszard Kapuscinski y Elena Poniatowska.
Se le pedía a Willy, como al resto de participantes, comentar las lecturas. Sus respuestas reflejaban una amplia cultura literaria, como aquella generación de periodistas empíricos que siempre andábamos con algún libro bajo el brazo, un periódico, una libreta y una pluma.
Pese a su delicado estado de salud, Willy siempre cumplió compromisos, como cuando coordinó encuentros con periodistas de la vieja guardia en la Hemeroteca Pública. Lo despedimos con pesar el domingo 22, en el panteón de su pueblo querido: Tlacolula de Matamoros.
Nos harán falta sus crónicas, poemas, humor y sonrisa permanentes; su cariño protector, sincero, camaradería. Willy era una buena persona, por esto cabía en la definición de Kapuscinski para llamarse periodista. Espero que lo hayan recibido los angelitos con música de Tata Nacho, su paisano y, que le consuele saber que familiares, hermanos, amigos, colegas y Sandra Ramos, lo recordaremos siempre. Su tumba está rodeada de frondosos sabinos, para que lo siga nutriendo la sabia naturaleza. Y si algún día despertara del sueño eterno, podrá seguir divisando en el horizonte el camino a San Lucas Quiaviní y el pico de San Bartolomé Quialana. Descansa en paz Willy.
@ernestoreyes14