Por: Fernando Cruz López.

Ayer, al asumir Claudia Sheinbaum la presidencia de los Estados Unidos mexicanos, quedaron atrás seis años de un gobierno caracterizado por la polarización y la confrontación, pues ha llegado el momento de que los mexicanos dejemos atrás las divisiones y nos enfoquemos en construir un futuro de unidad y progreso compartido.

El triunfo contundente de Sheinbaum, con casi el 60 % de los votos, sin duda que le otorga un fuerte mandato para implementar su agenda de gobierno. Sin embargo, este respaldo popular también conlleva una gran responsabilidad: la de gobernar para todos los mexicanos, incluyendo a quienes no la apoyaron en las urnas.

La nueva presidenta recibió un país con importantes retos por delante, por ejemplo, la inseguridad y la violencia siguen siendo preocupaciones centrales para la población, de igual manera el sistema de salud requiere mejoras urgentes para garantizar el acceso universal a medicamentos y servicios médicos de calidad y en cuanto a la economía de nuestro país, será crucial mantener la estabilidad fiscal y estimular el crecimiento, mientras se combate la pobreza y la desigualdad.

A pesar de todo esto, México también cuenta con grandes fortalezas y oportunidades. Su ubicación geográfica privilegiada, su amplia red de tratados comerciales y su bono demográfico lo posicionan favorablemente para atraer inversiones y potenciar sectores estratégicos como la manufactura avanzada. El país tiene además un enorme potencial en energías renovables y tecnologías verdes, áreas en las que Sheinbaum, como ingeniera ambiental, podría impulsar políticas innovadoras.

Hay que destacar que para aprovechar estas oportunidades y enfrentar exitosamente los desafíos, México necesita dejar atrás la polarización que ha caracterizado el debate público en años recientes. Es hora de tender puentes entre los diferentes sectores de la sociedad y construir consensos en torno a una visión de país compartida.

La presidenta electa tiene la oportunidad histórica de ser una líder que una y no que divida. Su perfil técnico y su experiencia en gestión pública podrían favorecer un estilo de gobierno más pragmático y menos ideologizado.

El inicio de este nuevo sexenio representa una oportunidad única para que México dé vuelta a la página de la confrontación y se enfoque en construir un futuro de prosperidad para todos. Los mexicanos debemos dejar atrás los rencores y trabajar unidos por el bien del país, más allá de ideologías o preferencias políticas.

La presidenta Sheinbaum tiene ante sí la posibilidad de liderar este proceso de reconciliación nacional y sentar las bases de un México más justo, democrático y desarrollado. El éxito de su gobierno dependerá en gran medida de su capacidad para convocar a todos los sectores en torno a esta visión compartida de progreso. Es momento de mirar hacia adelante y escribir juntos el próximo capítulo de la historia de México…sigame en X como @Visionpolitica7.

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