Por: Fernando Cruz Lopez.

Por fin, la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador llegará a su fin en escasos cuatro días, luego de seis años de estar repitiendo todos los días que su gobierno no era como los anteriores, que en su gobierno se acabó con la corrupción y eso lo vendió tan bien entre sus seguidores, que en verdad se creyeron esa gran mentira, pero veamos los hechos.

Durante todo su mandato el presidente habló de la estafa maestra de Peña Nieto y de los mega fraudes de los gobiernos pasados, sin embargo, el escándalo de corrupción más sonado y de mayor magnitud durante el sexenio de AMLO ha sido el relacionado con Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex). Este organismo, creado en 2019 con el objetivo de apoyar a pequeños productores agrícolas, se vio envuelto en un desfalco millonario que alcanzó los nueve mil 500 millones de pesos según las últimas cifras oficiales.

El caso Segalmex ha sido reconocido por el propio presidente como el “único caso de corrupción” de su administración, pero no dice que supera en mucho a los casos de gobiernos anteriores, ademas hay que mencionar que la magnitud del fraude y la falta de acciones contundentes en contra todos los involucrados han generado fuertes críticas.

Aunque se han presentado 156 denuncias ante la Fiscalía General de la República y hay 47 personas con orden de aprehensión, llama poderosamente la atención que Ignacio Ovalle, quien dirigía el organismo y es considerado padrino político de AMLO, no haya sido procesado. Luego entonces surge la pregunta ¿Cuál combate a la corrupción en este agonizante sexenio?

Otro foco de atención han sido las acusaciones de tráfico de influencias y conflicto de interés que involucran a los hijos del presidente. Diversas investigaciones periodísticas han señalado supuestos vínculos entre amigos cercanos de los López Beltrán y contratos gubernamentales millonarios, particularmente en proyectos emblemáticos como la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya.

El presidente ha defendido reiteradamente a sus hijos, asegurando que las acusaciones no le “quitan el sueño” y que no hay evidencias de corrupción. Sin embargo, la falta de investigaciones exhaustivas e independientes sobre estos señalamientos ha alimentado las dudas y críticas de la oposición.

El sexenio no ha estado exento de otros escándalos de menor escala pero igualmente preocupantes. El caso de Pío López Obrador, hermano del presidente, quien fue videograbado recibiendo dinero en efectivo para supuestamente financiar a Morena, generó controversia. Aunque se abrió una investigación, esta fue cerrada por “falta de pruebas”.

También destaca el caso de Delfina Gómez, actual gobernadora del Estado de México, quien fue acusada de retener ilegalmente parte del salario de trabajadores públicos para financiar a Morena cuando era alcaldesa de Texcoco. A pesar de las evidencias, no hubo consecuencias penales y su carrera política no se vio afectada.

Sin embargo, persiste la percepción de que la lucha anticorrupción ha sido selectiva y que no se ha aplicado con el mismo rigor a los allegados al presidente. La opacidad en ciertos casos y la falta de investigaciones profundas han minado la credibilidad del discurso oficial.

Es innegable que erradicar la corrupción sistémica es una tarea titánica que requiere esfuerzos sostenidos más allá de un sexenio. Por ello es muy importante que la futura presidenta Claudia Sheinbaum le de continuidad a las investigaciones del caso Segalmex, Es crucial que se llegue hasta las últimas consecuencias en la investigación y castigo de todos los responsables, independientemente de su cercanía al poder.

La lucha contra la corrupción debe trascender los discursos y las buenas intenciones para materializarse en acciones concretas, transparentes y sin excepciones. Solo así se podrá avanzar hacia una verdadera transformación en la forma de ejercer el poder en México y recuperar la confianza ciudadana en sus instituciones…Sígame en X como @visionpolitica7.

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