Por Cipriano Miraflores
Los gobiernos de México de 1917 al año 2000 tuvieron por legitimidad, entendida esta por aceptación del pueblo Soberano, a la Revolución de 1910.
Legitimidad que el PRI extendió hasta el Movimiento de Independencia y de La Reforma, llamándola Revolución Mexicana, así, con mayúsculas.
A la muerte de esta Revolución Mexicana en el año 2000, se trató de encontrar una nueva legitimidad: La Transición Mexicana Hacia la Democracia. Entendiendo al régimen de la Revolución como autoritaria.
La alternancia en el poder, desde lo municipal hasta la Presidencia de la República fue el signo de la Transición Mexicana, ahí íbamos en nuestro desarrollo democrático cuando, por este contexto de Transición, arriba al poder AMLO.
Este señor, en lugar de seguir desarrollando el camino democrático, lo suspende y regresa al régimen autoritario, pero sin la legitimidad de la Revolución Mexicana ni de la Transición Democrática.
Ante la ausencia de una legitimidad histórica, AMLO inventa la ideología de una Cuarta Transformación donde él la personifica, él es el Movimiento, él es el Pueblo, él es la Transformación, él es México, el nuevo Iturbide pues. Solo él puede heredar el poder. Él es la nueva legitimidad.
O más bien es la síntesis de Iturbide, Santa Anna y Huerta. Odia tanto a Porfirio Díaz que no le llega ni a los pies, admira tanto a Juárez que es la antítesis moral del oaxaqueño.
Exagero? Acepto el debate.
Así las cosas, en vía de mientras sean rabiosamente felices.
Bahni