Francisco Alejandro Leyva Aguilar

Vale la pena recordarlo para que nunca vuelva a pasar algo siquiera parecido. Hace 79 años ya, un seis de agosto de 1945, el bombardero norteamericano B-29, llamado Enola Gay, aproximadamente a las 08:15 am dejó caer sobre una ciudad que despertaba al Little Boy, la primera bomba atómica.

Tres días después, otro bombardero -a la sazón menos importante que el Enola Gay- el Bockscar soltó a las 11:00 sobre Nagazaki a la Fat Man, la segunda bomba atómica sobre otra ciudad del imperio Japonés, que en septiembre de ese mismo 1945, se rindió, lo que supuso el fin de la Segunda Guerra Mundial que cobró la vida de unas 55 millones de personas.

Hasta la fecha, los historiadores e investigadores, no se ponen de acuerdo en el número de fallecidos por ambas bombas en Hiroshima y Nagazaky, pero estiman que pudieron morir unas 250 mil personas en el acto y un número indeterminado después por los efectos de la radiación de elementos como el plutonio 239 y el uranio 235, de las que estaban construidas.

Dice Silvio Rodríguez que “la guerra, es la paz del futuro”, en su inigualable letra de la canción “El Elegido”, donde habla de un personaje alienígena que “mata canallas -en la tierra- con su cañón de futuro”… ese “cañón de futuro”, los Estados Unidos lo usaron en esas dos ciudades japonesas y, sí, terminó la Segunda Guerra Mundial que supuso un nuevo orden mundial.

En ese nuevo orden y no obstante la creación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), quienes tenían la última palabra, eran justamente los países que obtuvieron las armas nucleares de destrucción masiva como Estados Unidos y la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), ambos antagónicos -recuérdese la división de la Alemania Nazi en la Oriental y la Occidental, la primera administrada por la URSS y la segunda por USA-.

Una socialista y otra capitalista. Justamente las vibraciones de la entonces llamada “Guerra Fría”, se sentían fuerte a uno y otro lado del muro de Berlín con repercusiones en todo el globo terráqueo pues de haberse desatado la Tercera Guerra Mundial entonces, no habría quedado un edificio en pie y, como decía Albert Einstein “no se cómo será la Tercera Guerra Mundial, lo que sí se, es que la Cuarta, será con palos y piedras”.

Quien inventó la Bomba Atómica, fue un hijo de inmigrantes alemanes radicados en Estados Unidos, se llamó Julius Robert Oppenheimer. Estudio en Hardvard de la que se graduó en solo tres años en Física y luego estudió en Cambridge Física Teórica al igual que en la Universidad de Cotinga en Alemania.

Oppenheimer fue elegido por el ejército estadounidense para desarrollar la primera arma nuclear, por lo que Robert reclutó a las mentes más brillantes de su época, incluso uno de sus mentores que con anterioridad había predicho la construcción de una bomba atómica, fue Albert Einstein quién en 1939 le escribió una carta al presidente Franklin Delano Roosevelt que impulsó la idea de la construcción de armas nucleares desde el gobierno.

Así Robert Oppenheimer detonó la primera bomba atómica Gadget o infinity en su rancho del Álamo Nuevo México, el 16 de julio de 1945. Menos de un mes después, Little Boy y Fat Man, hacían arder dos ciudades en Japón… el cañón de futuro había sido probado con éxito y, debería decir con triste éxito porque ambos Albert Einstein y Robert Oppenheimer se arrepintieron después.

Yo no sé si la historia de la humanidad tenga las cartas credenciales para presentarse ante las nuevas generaciones de humanos que vamos hacia la globalización, pero simplemente basta imaginar ¿qué hubiese pasado si la bomba atómica, que desarrollaron físicos alemanes, la hubiese conseguido primero el tercer Reich, la Alemania de Adolph Hitler?, ¿habríamos llegado a la globalización antes con una Alemania omnipotente?, ¿se habría cumplido la distopía de George Orwell que escribió en 1948 llamada 1984, un nuevo orden con diferentes capas sociales vigiladas por el Gran Hermano?

Difícil de saber, no obstante la lista de países que tienen armas nucleares es cada día más extensa y algunos de esos países tienen regímenes fundamentalistas y, no hablemos de Rusia que disminuyó su territorio cuando se separaron todas las repúblicas y ahora tiene un régimen tirano con un militar loco a la cabeza como Vladimir Putin.

La Guerra Fría que tuvo su punto más álgido cuando los rusos pretendieron colocar ojivas nucleares en Cuba, no preocupa tanto como la invasión rusa a Ucrania o como el exterminio de palestinos en la franja de Gaza conflictos que pueden subir de tono hasta una conflagración mundial, porque los humanos estamos lo suficientemente estúpidos como para exterminarnos a nosotros mismos, ya lo estamos haciendo y sin armas nucleares.

@leyvaguilar
Instagram: leyvaguilar_
Facebook: Francisco Alejandro Leyva Aguilar

Compartir