Por Cipriano Miraflores

La historia de nuestros gobernantes siempre ha sido marcar su raya en relación con su antecesor o antecesores, ha sido la regla y no la excepción. Recuérdese que hay dos maneras de ejercer el poder político: por ejercicio directo o por influencia.

La influencia de los expresidentes se ha visto como negativa en nuestra historia, incluso el propio Peje ha reprobado la supuesta influencia de Carlos Salinas en los posteriores presidentes.

Además de la historia que ha prohibido no marcar la raya entre nuestros mandatarios, nuestra Constitución lo reafirma al determinar que el Poder Ejecutivo se deposita en una sola persona.

Entonces, por donde se le vea, no pintar su raya, en la idea de no ejercer plenamente el poder que la Norma Fundamental y la Historia otorga es, por decir lo menos, un despropósito.
Por eso, ha sorprendido que la candidata electa Claudia Sheinbaun opine lo contrario y está dispuesta aceptar la influencia del Peje en su administración, con el argumento de la continuidad del Movimiento de Regeneración Nacional.

La continuidad de la Revolución Mexicana, por ejemplo, nunca se cuestionó, pero los presidentes nunca aceptaron las influencias de los exmandatarios. Se ha dicho que “quien ya bailó que se siente”.

No pintar su raya, Claudia Sheinbaun, es la aceptación de compartir el poder político con el Peje, quien no se contenta con una pequeña porción de poder, al contrario, suele ser abarcador.

Qué pena que la primera mujer Presidenta, si así lo decide el Tribunal Electoral, sea influenciada por un macho del poder.

Qué feo Mateo. Algunos sostienen que en realidad votaron por el Peje y no por Claudia.
Así las cosas, en vía de mientras sean rabiosamente felices.

Netandii Nashinandaa

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