Francisco Alejandro Leyva Aguilar
A los mexicanos de bien, no nos queda mucho por hacer con nuestro México solo una resistencia civil inteligente, actuante y propositiva porque hacia el derrotero al que nos lleva la cuatroté no tiene parangón.
El fin de semana estuvo en Oaxaca en una suerte de despedida, López Obrador acompañado de la presidente electa Claudia Sheinbaum y el discurso de la futura mandataria en todos los actos realizados en Matías Romero, Huatulco y los Valles Centrales, no dejó duda de la sumisión que le profesa la segunda al primero, con las consecuencias que eso tiene para nuestro país.
La reforma a Poder Judicial, es cosa de tiempo. La mayoría en el Congreso de la Unión que tiene Morena le va a permitir eso y más pero el problema es que esa reforma al poder judicial no es ni medianamente razonada, sino una estrategia política de López para que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), no declare que las acciones y gastos de sus grandes obras, sean auditadlas.
López quiere y Claudia lo apoya, que los mil millones de pesos extraordinarios que se han ocupado en Dos Bocas y el Tren Maya, sean asunto de seguridad nacional y su información pueda quedar resguardada por veinte años, es decir para cuando él ya no tenga ningún poder, de acuerdo a su biología que no creo que le permita durar tanto tiempo.
En la información del gasto público del Tren Maya y de Dos Bocas, están documentada la red de tráfico de influencias de los hijos del “presidente”, de empresarios que de la noche a la mañana se hicieron multimillonarios con contratos en esas obras inservibles del sexenio de López, ahí está documentado también el flujo de efectivo que salió de esas obras para las campañas de Morena y especialmente de la actual presidente de México, el problema es que los mexicanos nunca nos vamos a enterar si la SCJN reserva esa información.
Sin embargo la reforma al poder judicial tiene de rebote dos problemas mucho más grandes que la reserva de información. El hecho de que los jueces y ministros sean electos por voto popular, abre la posibilidad de que desde partidos políticos, empresarios poderosos y hasta narcotraficantes, metan mano y dinero en la elección de los miembros del poder judicial.
Por eso también el fin de semana pasado, la Ministra Lelia Batres, una persona que tiene la obligación de defender la Constitución, fue callada y corrida de una asamblea, convocada por Morena con trabajadores del poder judicial.
Ella es el claro ejemplo de que no puede haber favoritismos ni equivocaciones en la elección de jueces y ministros. Dijera bien Mario Di Constanzo: “Lelia Batres cree que Amparo es la vecina de su hermano Martí”.
El otro problema que generará la reforma al poder judicial, es la incertidumbre jurídica porque los tres poderes sojuzgados a uno solo, generaría en los mercados nerviosismo financiero y si ya vimos que solo una declaración bastó para que el precio del dólar subiera, la certeza de que la reforma va sin que nadie le pueda quitar una coma, seguro que hará que la inversión extranjera directa (IED) caiga, capitales incluso mexicanos, salgan del país y la economía sufra esos embates.
A menos que China y Rusia decidan invertir en México, no veo cómo sostener la economía mexicana porque el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN), habrá quedado en el pasado con las consecuencias políticas, sociales y económicas que eso implicaría.
Ya lo dijo Mike Pompeo el poderoso secretario de estado de Donald Trump: “las reformas de amlo, incluida la judicial, serán un desastre para México y harán naufragar las relaciones con Estados Unidos. Los cárteles de la droga serán los únicos beneficiados de las reformas planteadas”.
Si lo anterior lo hubiese dicho Xóchitl Gálvez no me preocuparía por opositora al régimen, pero sí lo dijo un influyente político estadounidense que posiblemente repita el cargo si Donald Trupm vuelve a ganar la presidencia de Estados Unidos, entonces hay que preocuparse, sobre todo porque el peje considera a Trump, su “amigou”.
Por lo pronto los mexicanos de a pie, esos que no podemos salir corriendo de México a otros países ante la inseguridad, la pobre economía y la persecución gubernamental, debemos organizarnos, porque lo que viene para nosotros y sobre todo para las futuras generaciones, es oscuro, es un escenario que nunca lo hemos vivido, ni en las peores épocas de la Independencia, la Reforma o la Revolución.
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