Por Cipriano Miraflores

Yo había pensado morir y ver a mi país en la consolidación democrática, que desde luego, implicaba gobernar con los pueblos originarios y Afroamericano.

Pero para nuestra desgracia, hablando políticamente, el arribo de AMLO a la Presidencia de la República, nuestro desarrollo político dió una Vuelta en U y su mirada se dirigió al Régimen de la Revolución Mexicana que se desvaneció en 1982. Un régimen muy legítimo pero autoritario.

Marx expresó muy bien que cuando la historia se repite de esta manera es una tragedia y si sigue se convierte en una comedia. Así, el gobierno de AMLO ha sido una tragedia para la democracia y el gobierno de Claudia Sheinbaun va por el camino de ser una comedia.

Comedia porque ella finge ser la Presidente cuando el mandamás será el señor de palacio. Sino vean, la pobre ha sido acotada: en la Cámara de diputados el autócrata puso a Monrreal, en la Cámara de Senadores al tabasqueño Adán Augusto, en economía a Marcelo Ebrard, en relaciones exteriores a Ramón de la Fuente, en ecología a Bárcena, y la continuidad del secretario de hacienda Rogelio Ramírez, puro pejista.

La teoría política ha enseñado que hay dos maneras de tener poder político: por ejecución de políticas y por influencia. AMLO pondrá la mayor parte del gabinete, además de la mayoría de los gobernadores y del liderazgo de Morena. Tendrá poder ejecutivo, pero además la enorme influencia que tendrá sobre ella.

Pobre México, en camino de Maximato, pero un Maximato perverso, no como el Maximato de Calles: de salvación del régimen Revolucionario.

El futuro de la democracia en México está en entredicho por la continuidad del poder del Peje. No se vale que la primera Presidente de México, “haiga sido como haiga sido” con enorme fraude, , sea una títere de un hombre muy machista, pues solo sus chicharrones truenan.

Así las cosas, en vía de mientras sean rabiosamente felices.
Netandii Nashinandaa

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