Estimado Mons. Pedro Vásquez Villalobos, Arzobispo de Antequera, Oaxaca.
Estimados hermanos miembros del presbiterio de la arquidiócesis de Antequera.
Estimados miembros de la vida consagrada y fieles todos de esta Iglesia particular.
Hoy que conmemoramos los 489 años de la fundación de esta Iglesia Particular de Antequera, Oaxaca, somos llamados a ser testigos de la sorpresa de Dios. Sorpresivamente recibí la noticia de que el Santo Padre Francisco me había nombrado Obispo titular de Arba y Auxiliar de la arquidiócesis de Antequera, Oaxaca. Por unos momentos permanecí en una situación de ausencia de emociones y reacciones, aturdido y asustado. Pero las palabras de amistad y confianza del personal de la Nunciatura Apostólica inmediatamente me calmaron y tranquilizaron y, como me ha sucedido otras veces en la vida, ante acontecimientos y tareas consideradas superiores a mis capacidades, para ser obediente me abandoné completamente a la voluntad de Dios.
He transcurrido estos días anteriores a la publicación en mi parroquia, la mayor parte solo en silencio y en meditación, en oración, y mientras celebraba el Santo Sacrificio de la Misa el miércoles 19 de junio, se me quedaron grabadas en el corazón las palabras de la aclamación al Evangelio que dice: «El que me ama cumplirá mi palabra, dice el Señor; y mi padre lo amará y vendremos a él» (Jn 14, 23).
También, las palabras que me ha dirigido Mons. Pedro Vásquez me han permitido comprender que debía volver mi mirada y mi corazón no tanto a mis límites y a mi pequeñez sino a la sobreabundante Gracia que el Señor da a quienes envía a una misión. Bien sabemos que “todo es Gracia” en la vida sacerdotal como en toda vida de seguimiento del Señor. Por eso, ayudado por la Gracia del Señor, espero que junto al Señor Arzobispo y los diversos componentes eclesiales de Antequera aprenda a ser Obispo y a desgastarme por ustedes hermanos oaxaqueños que ven el ministerio episcopal con respeto, esperanza y alegría. Y caminemos unidos, «en un solo corazón, para que no le falte al pastor la docilidad de sus fieles, ni a los fieles la solicitud del pastor» (Oración sobre las ofrendas de la Misa por el sacerdote celebrante).
Hoy a través de esta breve carta me hago presente en medio de ustedes y les hago llegar mi saludo lleno de cariño y también mi bendición.
Actualmente soy Párroco en el municipio de Akil, en la arquidiócesis de Yucatán, y cerraré este ciclo para comenzar con ustedes el nuevo que me ha encomendado la Iglesia en la persona del Vicario de Cristo. Ya se les comunicará oportunamente la fecha que resulte elegida para ello.
En espera de poder conocerlos personalmente, me es propicia la ocasión para encomendarme a Nuestra Señora de la Soledad a través de sus fervorosas oraciones y desearles toda clase de bienes en el Señor.
Mons. Luis Alfonso Tut Tún.