Por Cipriano Miraflores

Hegemonía es un concepto político acuñado por el pensador italiano Antonio Gramsci para denotar a un régimen político no democrático y de gran control de todas las instituciones políticas del momento. No hay espacios políticos que el poder hegemónico no domine.

A diferencia de la dictadura goza de legitimidad soberana y sus normas son racionales y necesarias para el régimen. La dictadura es personal, la hegemonía es institucional, es la diferencia fundamental, por otro lado, el autoritarismo y el populismo son modos de gobernar.

Para mí gusto, en nuestra historia han existido dos proyectos hegemónicos: el porfirismo y el régimen de la Revolución Mexicana. En el primero, se consolidó la construcción del Estado mexicano, gran obra por el lado que se le vea, en el segundo proyecto hegemónico se modernizó México, otra gran etapa.

Algunos pensadores quieren concebir a la llamada Cuarta Transformación como un Proyecto hegemónico. La verdad la 4T no satisface los requisitos de un proyecto hegemónico, es simplemente un régimen populista autoritario, un modo de gobernar y no un régimen institucional, sin legitimidad, su sustento es, al menos, un control de las elecciones, coacción y compra del voto, control de las autoridades electorales, el uso indiscriminado de los recursos públicos.

Un régimen hegemónico ve hacia nuevos horizontes de paz y progreso y no una vuelta al pasado, de superación de etapas del pasado, como lo es la 4T.

No nos equivoquemos de conceptualización por el bien de México. Hemos arribado a un estilo personal de gobernar muy nefasto para nuestro país, el peor de este siglo, por un hombre enfermo de poder por el poder mismo, ante una ciudadanía estupefacta, mediatizada, adormilada.

Los ciudadanos demócratas no podemos arrear banderas, lamer nuestras heridas e irnos a casa, no podemos abandonar la lucha por un México mejor.

Así las cosas, en vía de mientras sean rabiosamente felices.

Netandii Nashinandaa

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