Francisco Alejandro Leyva Aguilar
Diálogos en el infierno… bueno en palacio nacional entre la presidente electa y el presidente saliente ¿qué se dijeron en privado?, quien sabe, pero las sonrisas ante las cámaras que captaron el momento del encuentro son más fingidas que sinceras.
Con esos diálogos en el infierno se supone que comienza la transición del poder que dejará en octubre Andrés Manuel López Obrador y asumirá Claudia Sheinbaum Pardo, pero ¿en realidad habrá una transición de poder?, o lo que fue a recibir Claudia fueron instrucciones de su jefe político, porque el mensaje que ha enviado el peje es que no se irá a la chingada.
Ayer la vicepresidente de México tuvo la oportunidad de decirle al vejete de Macuspana que no se meta más en las decisiones que debe tomar el ejecutivo que viene, como los anuncios de las reformas a la constitución que han hecho que la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) caiga en dos ocasiones consecutivas solo por abrir la boca.
Le hubiese podido decir que no es conveniente que los zánganos de los hijos de López, se metan en política porque van a manchar la presidencia de la primera mujer al mando del ejecutivo mexicano y no solo por ser sangre obradorista, sino porque están cuestionados al haber hecho el papel de traficantes de influencias en el gobierno de papá.
Le pudo haber dicho también que no es conveniente llevar el tren maya a Guatemala, porque podría ser ocupado por las hordas de migrantes para adentrarse en territorio mexicano y de esa manera le facilitaríamos la entrada a nuestro territorio, pero además ya no hay dinero para seguir construyendo un tren que ha sido un desastre ecológico y que ha triplicado el costo que fue proyectado.
En fin, Claudia le hubiese podido decir a López que su sexenio está por concluir, que la herencia que le está dejando de al menos 200 mil asesinatos, una economía en alfileres, obras insignia sin funcionar, un adeudo de 2.2 billones de dólares, un sistema de salud colapsado, una educación adoctrinadora y disfuncional, un país militarizado y en poder de los capos de la droga, es una bomba de tiempo.
Y como a ella le corresponde desactivar esa bomba antes de que estalle, pues necesita de la confianza de los mercados internacionales, de los inversionistas y sus recursos y, por tanto, no podrá llevar al cabo su plan C y las 18 reformas con más de 54 iniciativas dirigidas al totalitarismo, esas no son viables en su administración porque van a representar el colapso del sistema financiero y un desorden social de proporciones revolucionarias.
Claudia pudo decirle muchas cosas, pero ¿se las dijo?, ¿le dejó claro que a partir del primero de octubre ella es la que manda?, ¿le dio su boleto con un pase más allá de la chingada para que no se meta en la vida pública de México?, ¿le recordó que el poder NO SE COMPARTE?, ¿le explicó el momento histórico que vive el país con una mujer al frente del ejecutivo que no necesita de un expresidente como asesor?, o solo fue a besarle la mano al patriarca y a pedir instrucciones.
Si fue así, pobre México con una vicepresidente muy chiquita.
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