HOMILÍA DE MONS. PEDRO VÁZQUEZ VILLALOBOS, ARZOBISPO DE ANTEQUERA OAXACA
26 DE MAYO DEL 2024
Qué hermoso es contemplar a los hijos de Dios que son responsables y que siempre buscan tener un encuentro con Dios, y muy en especial el día domingo.
Gracias por estar aquí, viviendo la fe, escuchando la Palabra de Dios y, en su momento, alimentándose del Cuerpo y la Sangre del Señor. Necesitamos de estos dos alimentos para la vida.
Hoy, la Iglesia celebra la Festividad de la Santísima Trinidad, el misterio de Dios, el misterio de Dios. Mientras peregrinemos por este mundo, siempre será un misterio Dios. El día que nos muramos, ya no habrá misterio, porque veremos a Dios tal como es. Ya no habrá fe, porque estaremos en la contemplación de Dios. Ya no habrá esperanza, porque nuestra esperanza, mientras peregrinamos por este mundo, siempre fue llegar al cielo y estar con Dios por toda la eternidad y nos fuimos ganando el cielo en la vivencia del amor, del amor a Dios y del amor a nuestros semejantes.
No queramos entender el misterio de Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, el misterio de la Trinidad, un Dios en Tres personas y lo aprendimos desde pequeñitos en la Catequesis. Por lo menos yo recuerdo que nos preguntaban: ¿cuántos Dioses hay? Y respondíamos: “un solo Dios verdadero y tres Personas distintas”… así era nuestra respuesta y, luego, el catequista seguía preguntándonos: ¿el Padre es Dios?, “sí, el Padre es Dios” ¿el Hijo es Dios? “sí, el Hijo es Dios”, ¿el Espíritu Santo es Dios?, “sí, el Espíritu Santo es Dios”… y nos hacía otra pregunta: ¿son tres Dioses? Y respondíamos: “No, un solo Dios en tres personas distintas”. Así aprendimos y así hemos vivido. Creo en Dios que es Padre, creo en Dios que es Hijo y creo en Dios que es Espíritu Santo. ¿Cómo iniciamos la Celebración de la Eucaristía?, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. ¿Cómo la vamos a terminar? Bendiciéndolos a ustedes, diciéndoles que les bendiga Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo ¿y cómo fuimos bautizados? Como lo acaba de decir Nuestro Señor en el Evangelio, se pronunció nuestro nombre y nos dijo el sacerdote cuando derramaba agua en nuestra cabecita: “Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Si no lo hicieron así, no estamos bien bautizados, pues pidámosle a Dios que el padrecito haya dicho nuestro nombre y haya dicho: “Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, suficiente, pero si le puso adornitos, no estamos bien bautizados, pero no es su culpa sino es responsabilidad del padrecito, pero no se compliquen la vida eh, porque si ustedes luego piensan: ¿y sí me habrá bautizado bien el padrecito?, pues yo quisiera preguntarle ¿se sabe el nombre del padrecito que lo bautizó?, ¿por qué no se lo sabe? ¿no ha leído su fe de bautismo? Pues léalo, ahí viene el nombre del padrecito, pero no para que vaya a reclamarle, sino para que le diga a Dios: donde quiera que esté este padrecito, bendícelo, porque es mi padre en la fe, me engendró a la fe, por eso usted nos dice a nosotros padre, porque lo engendramos a la fe, por el ejercicio de nuestro ministerio sacerdotal, derramando agua en su cabecita, yo lo engendro a la fe, yo lo engendro a la fe. Entonces, nosotros los sacerdotes tenemos cientos, miles de hijos espirituales, porque los hemos engendrado a la fe.
Ojalá usted sepa el nombre del padrecito y, si todavía vive, pues encuéntrese con él y dígale, a pesar de sus cincuenta, sesenta años de usted, dígale: padre, usted me bautizó, si es que todavía vive. No, dicen, el mío ya se murió, bueno, el mío sí ya se murió, ya se murió, pero siempre le digo a Dios: bendice a quien me hizo Tu hijo bautizándome. Entonces, nuestra fe nos lleva a decirle a Dios: eres mi Padre, eres mi Padre y usted, en diferentes momentos de la vida, se ha dirigido al Padre Dios y usted sabe hablarle al Padre Dios, porque todos los días, si no me equivoco, dice: padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre… reza la oración que Cristo nos enseñó, todos los días reza un Padre Nuestro y se dirige, pues, a Dios, que es Padre, pero no solamente reza esa oración, también le dice al Padre que lo bendiga, que lo proteja, que lo ayude, que tenga misericordia, que sea providente con usted.
Le decimos muchas cosas a Dios Padre. Ojalá y usted no sienta lejano a Dios Padre, no lo sienta lejano. Decimos que Dios está en el cielo, pero también aprendimos que Dios está en el cielo, en la tierra y en todo lugar, y usted y yo creemos que la presencia de Dios está fresco el Evangelio que escuchamos hoy, al final que dijo: “yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”. ¿No le cree a Nuestro Señor?
Nuestro Señor le llamó a ser hijo de Dios, lo bautizaron, Dios le dio el don de la fe y, esa fe, me lleva a creer en Jesucristo, mi Salvador, el Hijo de Dios, el que nació de María Virgen, el que anunció el Evangelio, el que vino a hablarnos de cómo es ese Dios Padre y Él nos presenta y retrata a Dios Padre lleno de misericordia.
Si duda de esa figura de Dios Padre misericordioso, lea el texto del Evangelio donde se nos narra la parábola del hijo pródigo. Ahí está retratado Dios, Nuestro Padre. Ese padre no condena, no desprecia, deja en libertad, se encuentra, manifiesta el amor, abraza con ternura al hijo que regresa a casa y al que estaba en casa le toca su corazón para que se alegre por el regreso de su hermano. Ahí está el Dios que es Padre, el Dios que es Padre ¿y quiere ver cómo actúa el Hijo Jesucristo?, pues ahí tenemos un retrato también, un día iban a apedrear a una mujer, sorprendida en adulterio y cuestionaron al Señor y le dijeron: “¿Tú qué dices, le aventamos piedras o qué?, el Señor había hablado de misericordia, de perdón, de reconciliación, de paz, de justicia, de amor, de verdad, de gracia y la respuesta del Señor fue: “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra, ¿dónde están los que te condenaban? “no hay nadie, Señor”… también Yo te perdono, vete y no vuelvas a pecar.
Misericordia del Hijo. El Hijo ha venido para redimirnos, para salvarnos, para reconciliarnos con Dios. El Hijo ha dado Su Vida por nosotros.
Dios, nuestro Padre, nos ama. El Hijo nos ama, porque ha dado Su vida y, el Espíritu Santo, el Espíritu Santo es el amor de Dios Padre y de Dios Hijo, ese es el Espíritu Santo y habita en el corazón de usted desde el día de su bautismo y como un don desde su Confirmación.
Dios, que es amor, vive en su interior. Siéntase amado por el Espíritu Santo, siéntase redimido por el Hijo de Dios. Siéntase bendecido y amado por Dios, que es Padre y deje que el Espíritu Santo haga Su obra en usted, santificándolo, iluminándolo, fortaleciéndolo, llenándolo de sabiduría, ayudándole a caminar y peregrinar por este mundo, haciendo las cosas que agradan a Dios.
La Obra Divina del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo se realiza y se ha realizado en su persona. Qué bendecidos estamos. Papá, mamá, no deje de bendecir a sus hijos, aviente bendiciones para todos lados, porque así dicen los papás: “pues no sé para dónde esté mi hijo, se fue para el norte, pues sabe” … pues échele para el norte… “no, pues yo le echo para todos lados”… así hágalo, bendiga a su hijo, que te bendiga Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, que te proteja, que te defienda de peligros. Esa es nuestra fe, esa es nuestra fe. Bendíceme, papá, bendíceme, mamá y, usted, usted, cuando encuentra al sacerdote suele decir: Bendígame, bendígame y el sacerdote le bendice en nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y a veces nos dicen: no solamente me diga, tóqueme, tóqueme, ponga su mano en mi cabeza… todo eso es una vivencia de fe, de la fe de nuestro pueblo, de la fe que recibimos en nuestro santo bautismo, de la fe que estamos viviendo a diario y, así como usted pide una bendición y se alegra, pues nosotros nos alegramos de ser el instrumento de que se vale Dios para bendecir.
Gracias por permitirnos bendecirlos a nombre de Dios. Gracias.
Amen mucho a Dios, amen al Padre, amen al Hijo y amen al Espíritu Santo. Invoquen al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo y vivan como hijos de Dios, miembros de la Iglesia, necesitados del amor divino, pero a la vez comprometidos a amar a Dios y amar a sus semejantes.
Quiero terminar este momento diciéndoles, no se les vaya a olvidar lo que tenemos que hacer el próximo domingo, no se les vaya a olvidar, no me diga: yo no voy a ir. No, vaya, vaya a donde usted tiene que ir a emitir su voto, vaya. Y usted sabrá por quién va a votar, porque ya reflexionó bien su voto y usted lo va a emitir con toda libertad y con toda conciencia. Cruce ahí el nombre o el escudito, yo no sé cómo van a venir las boletas, cruce ahí lo que tiene que cruzar, pero acuda. La vez pasada, de las elecciones para presidentes municipales y no sé qué más, para gobernador, nuestro Oaxaca se quedó en casa, si no me falla la memoria como que dicen que el 38% de los que tenían que acudir a votar fueron los que fueron ¿y el otro 62? ¿dónde quedó el otro 62? Se quedó en la casa, sin votar y, hoy, gritamos y decimos que nuestros gobernantes. ¿Usted fue a elegir? ¿usted votó? ¿usted fue de los 38? Tiene derecho a exigir que cumplan, pero si es de los 62, ¿por qué, si no fue a elegir? La mayoría de los oaxaqueños, en las elecciones pasadas, no fue a elegir.
El que les habla sí fue a elegir y yo quiero que, en esta ocasión, nadie de los que están con derecho a votar, que tienen su credencial, se queden en casa. Vamos a la urna, emitamos nuestro voto y nos regresamos y pido, pido respeto para los votos que estén ahí, respeto, pido que no exijan a los votantes o les digan por quién tienen qué votar, déjenlos en libertad, partidos políticos, dejen en libertad a todos los ciudadanos, ya presentaron sus proyectos, ya hablaron, ya dijeron, ahí está, que el ciudadano decida y, por favor, por qué nos vamos a pelear, por qué nos vamos a pelear, si la ciudadanía elige a alguien, respetemos, por qué vamos a pelear y por qué los ganadores se van a burlar de los perdedores, ¿por qué? Si nos vamos a seguir encontrando, tú y yo, y cada vez que te encuentre ¿te voy a decir un montón de tonterías y majaderías porque no piensas como yo y porque triunfamos? ¿te lo voy a refregar en la cara que tú eres un perdedor? ¿te lo voy a gritar? ¿te voy a insultar? Eso no es de un auténtico ciudadano, todos tenemos que respetarnos y los partidos políticos tendrán que respetarse, respetarse y nosotros, los ciudadanos también y los grupos ahí de nuestros pueblos no tenemos por qué enfrentarnos, en este pequeño pueblito enfrentarnos y son familias contra familias, qué triste, qué triste.
Ojalá y esta jornada electoral sea pacífica, sea como debe de ser, con respeto, con conciencia, con responsabilidad y no tengamos miedo, no tengamos miedo, porque también ahí nos andan como sembrando miedo: “no vayas a la urna porque sabrá Dios quién andará por ahí, armado”… ¿no confiamos en la protección divina, en el respeto que debe haber? No tengamos miedo, vayamos.
Esta es la invitación que su Obispo les hace.
Sé que me están grabando, siempre me graban, siempre, no he dicho nada fuera de su lugar y espero que no vayan a decirme que yo me fui por un lado y empecé a apoyar a fulano, a mengano o a perengano. No me fui por ningún lado, me fui derechito, sólo para decirles: esto es lo que tenemos qué hacer, hagámoslo y punto, ya si me cuelgan milagrito pues ahí me defienden, pero ahí están las grabaciones, lo que yo dije, punto y ya. Si usted lo entendió así o lo entendió asá ese es su asunto, yo le dije: a la urna a votar, por el que usted quiera, punto, por el que usted quiera.
Bueno, ahí está la semana, para que mediten y no dejemos de hacer oración. Toda esta semana nuestra Iglesia mexicana estará haciendo oración para que haya unas elecciones pacíficas, a partir de hoy, toda la semana estaremos así, orando, orando y orando.