HOMILÍA DE MONS. PEDRO VÁZQUEZ VILLALOBOS, ARZOBISPO DE ANTEQUERA OAXACA

Hace muchos años, la Festividad de la Ascensión del Señor, la celebrábamos el jueves y conocíamos el jueves como el Jueves de la Ascensión. Desde hace tiempo, la Iglesia ha trasladado esas festividades al domingo, al domingo, porque la Ascensión del Señor era una Festividad de precepto, en tiempos pasados festividades que podían caer entre semana y la Iglesia nos decía: es festividad de precepto, pero se puede trabajar y, en otras nos decía, es festividad de precepto y no se debe trabajar, cuando caían esas festividades entre semana.

Yo no sé si ustedes tengan en su memoria que sigue habiendo festividades que pueden caer entre semana y que son de precepto. El jueves de Corpus es festividad de precepto, ¿qué significa? Que tenemos que ir a la santa Misa, el Jueves de Corpus. El 12 de diciembre es festividad de precepto y no se debe trabajar. El 25 de diciembre es festividad de precepto y no se debe trabajar. El primero de enero es festividad de precepto y no se debe trabajar.

Espero que no se les hayan olvidado. Esas que les dije pueden caer entre semana, de lunes a sábado. El domingo es día de precepto, eso no se nos debe de olvidar, es día de precepto. Hoy es el domingo de la Ascensión, el domingo de la Ascensión y la Palabra de Dios nos ha narrado la vivencia que tuvieron los apóstoles, que durante 40 días se estuvieron encontrando con el Resucitado y dice el texto que acabamos de escuchar: les dio numerosas pruebas de que estaba vivo, de que había resucitado y después de darles todas esas pruebas de que estaba vivo, los citó a un lugar, para que estuvieran ahí y les hiciera una encomienda. Les dijo: “vayan por el mundo y anuncien el Evangelio y bauticen, bauticen. Anuncien el Evangelio y bauticen”. El que crea y se bautice, se salvará. El que se resista a creer, será condenado. Usted y yo ya estamos bautizados, ya estamos bautizados, por ese sacramento ya tenemos la Salvación, ya tenemos la Salvación, pero hay otra partecita, sumamente importante, que tenemos que revisar. El que crea y se bautice. Por el bautismo ya no tenemos problema, ya estamos bautizados ¿y el creer? ¿cómo andamos en el creer? Y el creer no es nada más decir: creo en Dios que es Padre, creo en Dios que es Hijo, creo en Dios que es Espíritu Santo y que recitemos el Credo y digamos: creo en todo esto, creo en la Ascensión de Jesús a los cielos, creo en su Resurrección, creo en el perdón, creo en esto, creo en la vida eterna, creo en mi propia Resurrección.

Yo me preguntaría, ¿vivimos como creyentes? Ese es el punto. ¿Vives como creyente? ¿vives como un verdadero hijo de Dios? ¿vives como un verdadero discípulo de Jesucristo? ¿vives el Evangelio? Porque ahí es donde yo voy a decir que creo, ahí es donde voy a vivir mi salvación, mi salvación.

¿Vivimos el amor a Dios en plenitud? ¿vivimos el amor a nuestros semejantes? Porque eso dice el Evangelio, que amemos a Dios por encima de todas las cosas y amemos a nuestro prójimo, amemos a nuestro prójimo.

Estoy bautizado, estoy salvado, ¿pero estoy trabajando por mi Salvación? ¿estoy haciendo lo que me lleva al cielo? Yo tengo que estar a la derecha de Nuestro Señor, el texto nos dice que Nuestro Señor Jesucristo está a la derecha de Dios, a la derecha de Dios. Usted y yo debemos de trabajar para que, al final de nuestra vida el Señor nos ponga a Su derecha, a Su derecha y qué nos dice en el Evangelio ¿quiénes son los que van a estar a Su derecha? “Ven, bendito de Mi Padre”, porque tuve hambre y me diste de comer, estuve enfermo y me visitaste, encarcelado y fuiste a verme. ¿Cuándo, Señor, hicimos eso? Cuando lo hiciste con uno de los pequeños, conmigo lo hiciste, practicaste la caridad, fuiste sensible a las necesidades de los demás. No solamente pensaste en ti, también pensaste en los demás, fuiste capaz de amar, en tu corazón siempre estuvieron todas las personas, no te llenaste de odio, de envidia, de deseos de venganza, de rencores, tuviste siempre un corazón libre para amar. Ven, bendito de Mi Padre.

Pidamos a Dios que nos ponga a Su derecha, pero el ponernos a la derecha, usted sabe que no depende de Dios, porque eso ya lo hizo, ya nos salvó, ya nos redimió, para que estemos a la derecha. Nos toca a nosotros ganarnos ese lugar, ganarnos ese lugar. Haga el bien, no se mida, no se piense y no empiece a decir: “a este sí le hago el bien y ese no me cae bien, a ese no le hago nada, lo ignoro”. Ahí le va a decir el Señor: ¿por qué me ignoraste en esa persona? ¿por qué no fuiste capaz de tener esos signos del amor con esa persona? “es que ese no me cae bien, me cae gordo”, ¿no es tu hermano? ¿no es tu vecino? ¿no es tu prójimo? ¿no es una imagen y semejanza de Dios? ¿por qué a él no? Y Dios nos dice que hasta a nuestros enemigos, que demostremos nuestro verdadero amor amando a nuestros enemigos, para que sea un amor muy especial, extraordinario, extraordinario, para que nos parezcamos a Dios, que hace salir su sol sobre buenos y malos, sobre justos e injustos.

Te tienes que parecer a Dios haciendo el bien a toda persona y ganándote el cielo. Nuestra meta final es el cielo, tú tienes que subir al cielo. Ve subiendo en santidad, ve subiendo en perfección, ve creciendo en la virtud, con la Gracia de Dios sigue venciendo tus inclinaciones malas, tus pecados, tus defectos, con el auxilio divino, pero a seguir trabajando por ganarnos el cielo.

Supongo que la mayoría que están aquí, en esta Iglesia Catedral, son hermanos oaxaqueños, hermanos oaxaqueños. El día 10 de mayo, hoy estamos a 12. El día 10 de mayo llegó a esta ciudad una caravana de migrantes, una caravana de migrantes y fueron tratados por algunos o por muchos oaxaqueños no con la caridad y con el amor, no con la caridad y el amor, con repugnancia, con molestia, con coraje, con desprecio. No pudimos compartir, no fuimos capaces de llevarles tal vez un botecito de agua, una frutita, un taquito, un pancito.

Nos da molestia que lleguen aquí guatemaltecos, salvadoreños, hondureños, haitianos, etc, etc, etc. Nos molesta que vengan personas de otro color, porque nosotros sentimos que tenemos un color privilegiado. Nos molestan sus figuras y sus olores, su presencia. El niño Jesús de Nazaret fue migrante, huyó de su tierra a Egipto. Nuestro Señor fue migrante y hoy sigue siendo migrante en cada uno de nuestros hermanos que vienen caminando con la esperanza de llegar a un lugar y tener un trabajo y vivir mejor y nosotros los juzgamos, los condenamos, los despreciamos, al Jesús migrante, en el rostro de esos, nos, de esos señores y esas señoras. Es el rostro del Jesús migrante, del Jesús peregrino.

Hemos utilizado nuestras famosas redes sociales para provocar odio, coraje, molestia, en lugar de utilizar esas redes sociales para decir: compartamos, vayamos al polideportivo donde se concentraron, vayamos ahí a llevarles algo. ¿Por qué no utilizamos nuestras redes sociales para provocar que saliera del corazón de los oaxaqueños signos de amor a los migrantes? ¿por qué?

“Vienen a dejar aquí suciedad, son asquerosos…” ¡Dios mío! ¡Dios mío!

¿Y esos somos los hijos de Dios, que no queremos mirar el rostro de Dios en un venezolano, en un haitiano, en un hondureño, en un guatemalteco, en un africano?

Qué triste, qué triste, esas oportunidades de gracia y salvación ya se nos fueron, ya se nos fueron, ya no vendrán. Pude ganarme el cielo y lo desaproveché, pude ganarme el cielo escribiendo en la red social: seamos comprensivos, amorosos, compartamos, llevemos algo al hermano migrante, tratémosle con cariño. No, sembramos sabe cuánta cosa y decimos tantas falsedades porque juzgamos a nuestros hermanos, según nosotros sabiendo que por qué se vienen. Yo le preguntaría ¿por qué hay millones de oaxaqueños en Estados Unidos? ¿por qué? ¿por gusto? No, señor, por necesidad, por eso se fue mi hermano oaxaqueño a los Estados Unidos, por necesidad. A los estados de Baja California del norte, por necesidad de trabajo, por eso se fue mi hermano oaxaqueño y es un migrante.

¿Por qué se vienen ellos? Por necesidad. ¿Usted cree que por gusto? ¿por gusto van a traer a sus creaturas cargándolos en el cuello? ¿por gusto? No, señor, no es por gusto, es por necesidad y usted no lo quiere ver, ve otras cosas.

Hoy, Nuestro Señor tal vez toque nuestro corazón. Utilicemos las redes sociales para bien, no para mal. Para bien, no para mal.

Hoy también es el día de las Comunicaciones a nivel mundial. Utilicemos esas comunicaciones para bien. Llevemos un mensaje de esperanza, una palabra de aliento, un saludo de paz, un cultivar el amor, la paz, la solidaridad. No pasemos en las redes sociales difamando, dañando a las personas, burlándonos. Y nosotros no necesitamos que vengan migrantes, aquí tenemos hermanos que vienen por necesidad, de los pueblos originarios y ¿cómo los tratamos? ¿cómo los tratamos? “mira nada más a esa indígena, ¿Qué está haciendo aquí?”

¿Cómo los tratamos? ¿con amor? ¿con caridad? ¿con misericordia? ¿con compasión?  También los despreciamos. Mis hermanos de los pueblos originarios se sienten a veces despreciados por los que vivimos en la capital, en la capital. Algo tenemos qué hacer.

Dios hoy toca nuestro corazón.

¿Quiere llegar al cielo? Haga lo que hace posible que se gane el cielo, haga lo que hace posible que se gane el cielo.

Espero no haber herido a nadie, espero que los comentarios que hagan nuestros hermanos periodistas no hieran a nadie, sino que toquen el corazón, toquen el corazón y hagan reflexionar y pensar.

Dejamos de hacer tantas cosas para ganarnos el cielo, pero eso sí, queremos ser bien tratados, comprendidos, perdonados, respetados… eso queremos para nosotros, pero cuando se trata del querer del otro, me la pienso.

Lo que yo quiero para mí, es lo que quiere el otro para él. Yo quiero ser comprendido, también él. Yo quiero ser respetado, también él. Yo quiero ser amado, yo quiero que me tengas paciencia, que me comprendas, que me ayudes, que me tiendas la mano… eso mismo dice él.

Los derechos que digo tener, son también mis deberes. Tengo derecho de que tú hagas esto por mí y él me dice: también esos son tus deberes para conmigo.

Derechos y deberes los tenemos, no sólo exijamos que se cumplan nuestros derechos, que se respeten nuestros derechos, no lo olvides, también son tus deberes. Cúmplelos, cúmplelos.

Que el Señor nos ayude y que María Nuestra Madre nos siga acompañando como acompañó a Su Hijo Jesucristo en todo momento.

Que así sea.

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