Francisco Alejandro Leyva Aguilar
Como lo escribí ayer, en México no estamos en guerra pero como si lo estuviéramos. El primer día de abril en Celaya Guanajuato asesinaron a Gisela Gaytán candidata a la alcaldía de ese municipio del bajío mexicano. Ya perdí la cuenta de cuántos candidatos de todos los colores políticos han sido asesinados en este México de los abrazos durante el proceso electoral actual, pero prometo investigarlo para esta serie sobre la guerra.
Apenas el domingo por causalidad, vi la transmisión en vivo que hizo el Estado Vaticano de la homilía con motivo de la celebración de la Pascua católica donde se celebra la resurrección de Jesús Cristo y ahí el Papa Francisco pidió por muchos países que se encuentran en crisis internas y con otros países, es decir están en guerra. Lo escuché pedir por América Latina pero no específicamente por México así que nos toca a los mexicanos no solo consolarnos nosotros mismos, sino actuar en consecuencia con lo que pasa dentro de nuestras fronteras.
Un lobo se disfrazó de oveja y dictó una política pública que ha sido un fracaso. El lobo dijo: “homo hominis agnus” (el hombre, un cordero del hombre). En las vías de la paz que enuncia Roberto Bobbio esta aseveración es una utopía que se refiere al “pacifismo finalista”; debiera ser efectivo educar al hombre a un estado de “pax omnium pum ómnibus” (la paz de todos con todos), pero ¿como hacerlo en una economía de mercado donde lo que prevalece son los intereses personales o de grupo?.
En ese marco de ideas -quizá buenas pero no efectivas- el lobo pretende que es una oveja y que todas las ovejas tendrán los mismos derechos y las mismas obligaciones y por eso se le ocurre que la criminalidad en México no se debe combatir con la fuerza, sino con la razón y él extiende la mano dictando su política pública “abrazos, no balazos”. El problema para él mismo, es que no estaba tratando con ovejas, sino con lobos.
Y en una jauría prevalece el principio darwiniano, es decir la ley del más fuerte, por eso vemos las calles de México ensangrentadas por la voracidad de los cárteles de la droga que ya no tienen freno porque el Estado Mexicano ha renunciado al Estado de Derecho y eso, para la guerra es alimento.
Si no es posible que los hombres, por decreto presidencial se vuelvan amables y bondadosos, mucho menos será posible que sicarios, asesinos, narcotraficantes, delincuentes, corruptos y corruptores, se vuelvan personas decentes solo porque alguien así lo quiere, porque como decía María mi madre -a quien recuerdo hoy a 30 años de su partida- “perro que come manteca, aunque le quemen el hocico”.
Hans Kelsen escribió: “la paz es el fin mínimo de todo ordenamiento jurídico”,por tanto la ausencia de leyes tiende a equivaler a la anarquía, al desorden y un Estado sin orden, es un Estado en guerra. Por es me preocupa la polarización de la sociedad mexicana porque en México vivimos aun en paz.
Un Estado de Derecho es un Estado con una paz organizada y de grupo, mientras que su antítesis la Guerra, es un estado de violencia organizada y de grupo, por eso la preocupación de una gran mayoría de la ciudadanía mexicana cuando el jefe del Estado dice. “Al diablo con las instituciones” o “a mí no me vengan con que la ley es ley”, ambos dichos suenan como tambores de guerra.
En un Estado de Derecho según Roberto Bobbio, se pueden alcanzar otros fines como los que vivimos en México después de la Decena Trágica como la paz con libertad, la paz con justicia, la paz con bienestar, pero la paz es la condición sine qua non para alcanzar todos los demás fines y por tanto es la razón misma de la existencia del derecho.
En este punto me pongo a pensar que lo que quiere el régimen de López, es justamente terminar con el Estado de Derecho que prevalecía en México hasta 2018 cuando se propuso mandar “al carajo a las instituciones” y esas no son buenas noticias para los mexicanos porque como ya hemos visto en ausencia del derecho, reina la violencia y eso es justamente lo que estamos viendo en todas las calles de México.
Los abrazos, no paran los balazos, ni por decreto, ni por ocurrencia. Por tanto es importante reflexionar en estos sesenta días que faltan para la elección del 2 de junio y podamos emitir un voto razonado. Hay de dos sopas y hay que escoger la que garantice justamente, un Estado de Derecho para poder vivir en paz.
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