Francisco Alejandro Leyva Aguilar
Recuerdo los pasajes bíblicos en esta época de Pascua sobre todo los Evangelios y específicamente el de San Mateo cuando narra la vida de Jesús en el templo del Sanedrín y en donde se supone que dijo: “NO PIENSEN QUE HE VENIDO A TRAER LA PAZ A LA TIERRA. NO HE VENIDO A TRAER LA PAZ SINO LA ESPADA. SÍ, HE VENIDO A ENFRENTAR AL HOMBRE CON SU PADRE, A LA HIJA CON SU MADRE, A LA NUERA CON SU SUEGRA, Y CADA UNO TENDRÁ COMO ENEMIGOS A LOS QUE CONVIVEN CON ÉL”. (Mt 10-34-36)… ¿revelador?
Supongamos un caso hipotético. Hay un cartel que nos indica que solo hay dos direcciones posibles, una OBLIGADA y la otra PROHIBIDA. Obvio, si la única opción es la obligada, se deriva que la otra opción está bloqueada y ¿qué les queda a quienes tienen el camino bloqueado?, ¿de qué lado está la guerra entonces?
No estoy cierto de la existencia de Jesucristo, ni mucho menos que haya pronunciado un discurso así en el templo del Sanedrín pero en el párrafo anterior tiene su justificación; me explico, Si el orden establecido es lo suficientemente autócrata como para que no haya más decisiones que la que él – el régimen- toma, entonces una guerra es justificada y eso parece que le pasó a Jesucristo , aunque entiendo que él no usó la espada, sino la razón. En todo sentido Jesús de Nazaret fue un revolucionario.
Releo un libro en estos momentos que me ha llevado a esta reflexión, se llama “El problema de la Guerra y las vías de la paz” que el filosofo italiano Norberto Bobbio escribió en 1979, a propósito del “la paz nuclear” motivada por la proliferación de armas de destrucción total como las bombas atómicas termonucleares que son capaces de aniquilar la vida como la conocemos en el planeta.
Sin embargo, la llama de la guerra está ahí, latente y semi encendida para cuando las condiciones lo permitan y se encienda. Bobbio decía que las vías para encontrar la paz, tienen que pasar forzosamente por la guerra y entonces vamos a encontrar guerras buenas y malas, justificables e injustificables. Un ejemplo claro es la guerra de Rusia contra Ucrania. Éste último país tiene justificada su acción armada porque defiende un territorio, lo mismo que Israel contra Hezbolá.
Pero volvamos al caso de las dos opciones, una obligatoria y otra prohibida. Si una sociedad ya no quiere más la opción obligatoria pero no puede escoger su causa porque para el sistema está prohibida ¿qué le queda?, exacto, la guerra, es decir el uso de la fuerza para cambiar el orden establecido, un orden en el que la sociedad no está de acuerdo porque lacera sus derechos más elementales, como el alimento, la salud, la educación.
¿Cuántos pueblos conocen ustedes con esa condición?, pues aquí en América Latina yo puedo citar a Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Honduras, Haití y allende el continente a Korea del Norte, Siria, Irán, Irak, Jordania, países de regímenes totalitarios donde los pueblos son sometidos por la ley del más fuerte en un esquema casi darwiniano pero que de alguna manera son una bomba de tiempo.
Immanuel Kant el más grande de los filósofos prusianos y discípulo de René Descartes, Juan Jacobo Rosseau y Godofredo Leibniz escribió en uno de sus disertos “EL HOMBRE DESEA LA CONCORDIA PERO LA NATURALEZA SABE MEJOR QUE ÉL, LO QUE ES BUENO PARA SU ESPECIE: ELLA DESEA LA DISCORDIA”, “EL HOMBRE DESEA VIVIR CÓMODA Y AGRADABLEMENTE, PERO LA NATURALEZA DESEA QUE ÉL, SALIENDO DEL ESTADO DE PEREZA Y DE SATISFACCIÓN INACTIVA, AFRONTE DOLORES Y FATIGAS PARA INVENTAR LOS MEDIOS CON QUÉ LIBRARSE DE ELLOS CON SU HABILIDAD”.
Immanuel Kant era un iusnaturalista y por tanto un teleólogo pero no dista mucho del pensamiento del propio Jesucristo cuando se da cuenta en el Sanedrín que si busca una vía para la paz, esa es la guerra y que finalmente la naturaleza nos va a orillar siempre a la confrontación para cambiar el orden porque nunca va a existir la perpetuidad de un sistema.
No obstante, Norberto Bobbio cree que hay un antídoto para la guerra en los estados establecidos donde hay constituciones y leyes y esa es justamente LA DEMOCRACIA, empero no es garantía de una revuelta cuando la democracia ha desaparecido bajo el yugo del populismo tiránico, entonces no hay otra vía más que la guerra y pronto veremos en Latinoamérica, esas revueltas sangrientas que hacía 50 años no veíamos.
Si María Corina Machado no puede competir en Venezuela, si el régimen de Castro-Díaz-Canel no permite el pluripartidismo en Cuba, si Daniel Ortega no garantiza elecciones limpias en Nicaragua, vamos a ser testigos de un derramamiento de sangre pronto en esos países, simple y llanamente porque la naturaleza así es.
No vine a hacer la paz, vine a hacer la guerra… ¿y México?
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