HOMILÍA DE MONSEÑOR PEDRO VÁZQUEZ VILLALOBOS, ARZOBISPO DE ANTEQUERA OAXACA

10 DE MARZO DEL 2024

El Cuarto Domingo de tiempo de la Cuaresma. Nos estamos acercando cada día a conmemorar los grandes misterios de nuestra Salvación, la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, misterios que, en una vivencia de fe, lo hacemos en la semana que conocemos como Semana Santa, pero hoy es el cuarto domingo y, en el cuarto domingo, somos invitados pues a llenarnos de alegría, porque ahí hay unos aspectos de la Palabra de Dios que nos tienen que alegrar.

Quiero que usted se alegre, porque Dios siempre es Misericordioso, siempre es Misericordioso. Misericordioso con todos, no nada más con unos cuantos, es misericordioso con todos, pero tenemos que alcanzar esa Misericordia, tenemos que pedir que Dios tenga misericordia de nosotros, no solamente se quede pensando que Dios está lleno de Misericordia, se necesita que usted pida esa misericordia y, para pedir esa misericordia, es necesario que nos reconozcamos pecadores, porque si no nos reconocemos pecadores, no vamos a buscar la misericordia. Si yo no me reconozco pecador y me creo muy santo, ¿tocaré a la misericordia de Dios, pediré misericordia si me analizo y no encuentro pecado en mí?

No se engañe, no se engañe. Todos somos pecadores, todos, sin excepción, todos hemos fallado, de una forma o de otra, todos tenemos defectos, todos nos equivocamos, en diferentes momentos de la vida y en diferentes circunstancias cometemos errores y, ante esas situaciones, debemos de tocar a la misericordia de Dios, reconociendo nuestras fallas, tenemos que decirle a Dios: perdóname, ten misericordia de mí. Busquemos la misericordia, estamos en el tiempo de la misericordia, estamos en el tiempo de pedir perdón y cuidémonos, para que no vayamos a ser en la vida unos desordenados, porque si somos unos desordenados, tarde o temprano van a venir las consecuencias de nuestro desorden. El pueblo de Israel fue viviendo en el desorden, se fue rebelando contra Dios, se fue apartando de Él, dejó de cumplir Sus mandatos y, las consecuencias de su alejamiento, de su rebeldía, de su desorden, fue que se los llevaron, se los llevaron a otras tierras, perdieron su casa, perdieron su tierra y a sufrir, a sufrir años y años en el destierro a causa de su maldad, de no hacer caso a Dios.

Si nosotros nos apartamos de Dios, tarde o temprano vamos a sufrir las consecuencias. Aparentemente todo va bien, pero llegará el momento en que tengamos que pagar lo que hemos hecho.

No viva en el desorden, no viva en la rebeldía con Dios, ordene su vida y dígale a Dios que tenga misericordia, no se olvide que es un pecador, pero yo quiero que cuide lo siguiente, una cosa es ser pecadores y otra cosa es querer ser malos, malos, rebeldes, son cosas muy distintas. Una cosa es que tenga defectos y otra cosa es que no luche contra ellos. Una cosa es que esté inclinado al mal y otra es que quiera y decida hacer el mal, son cosas muy diferentes. En su vida usted decida hacer las cosas bien y no le va a faltar la bendición divina, el auxilio divino, las fuerzas divinas, no le van a faltar y el otro aspecto lo presenta el Evangelio, tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único, para que el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a Su Hijo para condenar al mundo, sino para salvarlo. Llénese de alegría, porque usted está salvado por Nuestro Señor, pero espero que quiera la Salvación. Una cosa es estar salvado por Dios y otra cosa es que yo quiera, acepte esa Salvación. Si no aceptamos la Salvación, no hay Salvación para nosotros. Siempre acepta la Salvación. Dios no quiere que usted se pierda, no, Dios quiere que usted se salve, ese es el querer Divino, que también sea su querer.

A veces decimos: Dios es muy bueno y no me va a condenar por lo que haga, ¿y usted quiere la Salvación? “Sí, yo quiero la Salvación” ¿y trabaja para ello? Porque no es nada más querer, es trabajar, ¿está haciendo algo en su persona? ¿está corrigiendo lo que tiene que corregir? Acepte la Salvación que ofrece Nuestro Señor, pero trabaje en esa Salvación, practique la virtud, domine sus defectos, llénese de la Fuerza Divina y camine y avance y preocúpese por hacer el bien y así agradará a Dios en todo lo que usted haga.

Bendito sea Dios, que nos ha salvado, muriendo en la Cruz, pero que usted y yo trabajemos para ganarnos esa Salvación. Eso nos dice Dios hoy, en este Cuarto Domingo de la Cuaresma.

Pero no he podido estar tranquilo en estos días, lo que ha pasado de nuevo en nuestra Iglesia Catedral me duele muchísimo, me entristece, me preocupa. Qué triste es mirar este edificio en su exterior con todo lo que pintaron. Yo no sé si a usted le duele, si a usted le preocupa, yo no lo sé. No es mi Catedral, es nuestra Catedral, es la Catedral del estado de Oaxaca.

Si usted piensa que es solamente la Catedral del Arzobispo está equivocado, es nuestra Catedral, es nuestra. Y qué hemos hecho para cuidar nuestra Catedral. Me reviso, me reviso en lo personal y, en este Recinto Sagrado, una y otra vez, yo he denunciado los feminicidios, el ir contra la mujer, por el hecho de ser mujer, aquí lo he denunciado, no una, varias veces. Aquí he dicho que la mujer no es un ser de segundo grado, la mujer tiene su grandeza, su dignidad y merece ser respetada.

Aquí lo he pronunciado varias veces y lo seguiré diciendo, no me voy a callar, porque la mujer es un ser grande. Voy a serle alguien como él que le ayude. Si estamos aquí, si tenemos vida es porque una mujer nos trajo en su vientre y, un día, nos dio a luz, nos dio la vida. Claro que colaboró nuestro padre, pero nuestra madre es la que nos trajo en su vientre, es la que nos amamantó, la que nos cuidó.

La mujer es grande, la mujer es sagrada, la mujer es santa. Su esposa es grande, la madre de sus hijos es grande, su hija es grande y tenemos que aprender y he dicho muchas veces que, en nuestro Oaxaca, la mujer indígena es pisoteada en su dignidad y en su grandeza y que, a veces, no la dejan hacer servicios en las comunidades porque son mujeres, aquí lo he dicho, pero hoy me duele, me duele todo lo que escribieron ahí y me duele, me duele que una multitud no haya hecho nada para que no se dañara esta Catedral, pero se volvió a dañar. Hace unos días nos la entregaron el INAH, nos la entregó porque acababan de limpiar de lo que escribieron el año pasado, la tendrán que volver a limpiar. Nosotros no lo vamos a hacer, ni tenemos los recursos ni tenemos el conocimiento cómo se tratan estos edificios históricos, no sabemos hacer el trabajo, no es traer una cubeta con detergente y quitar los letreros, no es así, porque entonces vamos a dañar más nuestro edificio. El INAH tendrá que encargarse de eso, pero también quisiera decir, ¿por qué, por qué nuestras autoridades civiles no resguardaron este edificio? Lo presumimos, los presumimos, miren nuestra Iglesia Catedral, qué hermosa, pero no fue resguardada, no fue protegida, no fue cuidada. Nada más falta que me digan: es que no nos pidió el favor, no nos pidió el favor.

Tenemos que cuidar entre todos, tenemos que cuidar. Aprendamos a respetar los espacios y no sólo hablo de Catedral, también hablo de su casa, donde usted vive. Su casa también es un lugar sagrado, porque ahí vive usted, persona sagrada, y no tenemos por qué dañar y destruir su casa y no tenemos por qué pintar y rayonear su casa, porque su casa también tiene que ser respetada, todas nuestras casas tienen que ser respetadas.

Enseñemos a nuestros hijos, a nuestros jóvenes a respetar. Aprendamos a respetar.

Tienen razón las mujeres de manifestarse por el trato que se les ha dado a lo largo de la historia, tienen mucha razón, pero donde yo no estoy de acuerdo es que nos manifestemos haciendo daño y haciendo destrozos, ahí no estoy de acuerdo. Manifiéstense, manifiéstense, lo que ustedes sienten como mujeres, pero no destrozando, porque me pides que me respetes y manifiestas poco respeto a los espacios. No sé qué más leer, no sé qué más leer. Que están muy heridas las mujeres, sí; que están muy pisoteadas en su dignidad y en su grandeza, sí; que tenemos que corregir muchas cosas todos, sí.

Pues que Dios nos ayude a corregir lo que tenemos que corregir, aprendamos a respetarnos, aprendamos a valorarnos y respetemos lo que ha costado tanto.

Oaxaca tiene hermosos edificios y todos somos responsables de cuidarlos, todos. Queremos que vengan turistas, porque de ahí vivimos, pues presentémosles un hermoso rostro de nuestros edificios históricos, presentémosles hermosos rostros.

Hoy, el rostro de nuestra Catedral no es hermoso, no es hermoso. Me duele, me entristece y me preocupa.

Perdón, perdón a las mujeres cuando las hemos herido, cuando las hemos ofendido, cuando las hemos tratado con desprecio, cuando nos hemos presentado ante ustedes, mujeres, como si nosotros fuéramos sus dueños y ustedes nuestras sirvientas o nuestras esclavas. Perdónenos, perdónenos.

Seguimos necesitando de su amor, yo sigo necesitando del amor de nuestros fieles, sigo necesitando, a lo mejor no merezco su amor, pero le digo, sigo necesitando.

Gracias, gracias por su amor y gracias por su perdón. Gracias. Amén.

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