ERNESTO REYES

Oaxaca de Juárez y los 20 municipios de su zona conurbada padecen de una sequía sin precedente que, combinada con altas temperaturas, escasez de agua potable e incendios frecuentes, mantienen a la población en constante tensión. Asimismo, las principales ciudades del estado atraviesan por una emergencia similar. Se anticipa una primavera más seca y verano altamente caluroso aunque con lluvias, donde podríamos tener temperaturas récord, según expertos. Es el cambio climático por influencia antropogénica, debido a las actividades humanas e industriales, han dicho.

Una prueba la proporcionaron apenas vecinos, obstruyendo la circulación hacia el cerro del Fortín y viceversa, demandando a la autoridad competente el suministro del vital líquido, mismo que no ha llegado en los últimos 40 días. Pero esto no es privativo de esta zona, sino envuelve a más de 200 colonias y las agencias municipales y de policía citadinas. Los pozos de infiltración por lluvias se vacían.

La crisis hídrica está afectando cultivos y a la misma naturaleza, amén del correlativo impacto en el clima y la vida de las familias. El desfile de “pipas” de agua, de día y de noche, con líquido que debería estar certificado, daña aún más la economía familiar y pone en riesgo la salud. El recurso humano más importante está privatizado salvo el abasto, muy limitado, que con estos equipos ofrece el gobierno a las personas de las colonias.

La repartición, este cuarto viernes de Cuaresma, de las tradicionales aguas frescas, rememorando el pasaje bíblico de la Samaritana, nos hizo olvidar momentáneamente la onda de calor y la amenaza de los incendios. Sin embargo, como no hemos sabido de algún plan estatal de contingencia, poco han advertido los políticos que una desatención de este calibre podría tener efectos electorales. La amenaza de boicot a los comicios de junio próximo se dibujó entre algunos ediles de la zona de Tlacolula porque sentían como insuficiente el apoyo oficial para que no se continuara quemando el bosque de San Lucas Quiaviní y pueblos circunvecinos. Por fortuna, la coordinación y esfuerzo entre las instancias local y nacional con apoyo aéreo para extinguir el fuego, aminoró las protestas que llegaron a escalar a nivel de un largo bloqueo carretero, en la zona de Matatlán que incluyó la retención de funcionarios gubernamentales llamados delegados de paz.

Nadie puede asegurar cómo estarán los niveles de temperatura y de las principales presas o embalses en los días venideros, pero en la zona de los Chimalapas existe una conflagración forestal que no se ha logrado apagar, olvidándose de que esta selva es el pulmón verde más importante de América Latina. Persiste el temor de que se repita la historia de los grandes incendios ocurridos durante 1998 como consecuencia de la ganadería sin control y de las ambiciones de voraces terratenientes que no han cejado en su interés de acabar con el ecosistema que enorgullece al sureste de México.

En aquella ocasión, año electoral también para el estado, el fuego arrasó con 200 mil hectáreas, nos recuerdan defensores chimas cuya preocupación es legítima ante las amenazas que se ciernen con la creación de los megaproyectos en la franja istmeña. Estas voces críticas siempre harán falta para cuidar mejor lo que la naturaleza nos dejó para su conservación en beneficio de las actuales y próximas generaciones, siempre y cuando no se comercie con la protesta o sean usados por falsos ambientalistas.

Las aguas de Samaritana coincidieron con los actos de protesta relativos al Día Internacional de la Mujer, que en el país se conmemora con insistentes llamados a detener la violencia que, en el caso del estado de Oaxaca, se ha documentado la existencia de 126 crímenes con carácter de feminicidio, cuyos autores no han sido castigados en su gran mayoría. Es una deuda pendiente de impunidad de las dos instancias de gobierno: federal y estatal, que no se ha asumido con decisión para evitar que se repitan los crímenes por razón de género.
Lo paradójico del caso es que mientras las mujeres se organizaban para marchar y demandar justicia por tanta mujer violentada y desaparecida, muchas de las cuales son agredidas por sus parejas, en el Centro Histórico de la Vieja Antequera se tomaban precauciones para blindar edificios emblemáticos, oficinas y comercios. Del fondo del problema pocos se ocupan en oficinas dedicadas a la promoción de las candidaturas para diversos cargos, antes que ser empáticos con este sector.

Si es que se presentaron provocaciones o enfrentamientos, como lo ocurrido en Palacio Nacional el miércoles, este ambiente finalmente oculta la seriedad y urgencia de las demandas de las mujeres. Si bien está mejor articulado el discurso de Claudia Sheinbaum frente a las mujeres, no dejan de ser promesas que corresponde a la sociedad obligar a que se cumplan cuando ya ejerza el poder.
@ernestoreyes14

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