Francisco Alejandro Leyva Aguilar
Carlos Manuel Urzúa Macías murió el lunes pasado como lo hizo hace ya varios años mi abuela Adela… un paro cardiaco fulminante le causó la muerte y el desvanecimiento. Carlos -se supone- después de muerto rodó por las escaleras; mi abuela cayó a un lado del comedor donde acababa de alimentarse; Carlos tuvo al parecer un traumatismo cráneo encefálico, mi abuela solo golpes contusos; Carlos tenía 68 años, mi abuela quizá más de 90.
Convenientemente para la Fiscalía General de la República Carlos Urzúa primero murió y luego se cayó por las escaleras y por tanto no hubo averiguación previa, no hubo autopsia, no hubo ninguna investigación y apenas un día después, fue incinerado después de un funeral muy privado, dejando a la imaginación, todo lo que pueda pensar la opinión pública respecto de la muerte de unos de los críticos más puntuales del obradorato. Por eso mi epitafio ayer “ojalá y pueda descansar en paz”.
Cerrado el asunto de la muerte de Carlos, me quiero referir a dos videos que circularon ayer en las redes sociales, videos presuntamente grabados por el cártel de los Tlacos que se enfrentaron a balazos con miembros del cártel de la familia michoacana en inmediaciones del municipio de Totolapan, Guerrero. Las imágenes son brutales.
Obvio no voy a publicarlos porque exceden la imaginación, exceden el pudor, el respeto por la vida, o por la muerte, exceden cualquier norma moral, cualquier sentimiento, cualquier indicio de comportamiento de una mente sana. Quienes grabaron los videos de Totolapan, no tienen entrañas, no son seres humanos, ni tampoco animales porque los animales matan por hambre.
Si puedo describirlos. Un grupo de engendros desnudan y apilan cadáveres de sus adversarios entre vanaglorias por los resultados de la batalla. Uno de ellos muestra el cráneo hueco de una de las víctimas y presume el tiro que le dio en la cabeza y lo dejó sin sesos -quien sabe si el que muestra el cráneo, tenga algo de masa gris en el suyo- luego a gritos agradecen a los de la familia michoacana por haberles mandado “peces y parque”, “nos dejaron un arsenal”, advierte uno de ellos al percatarse que los muertos llevaban muchas armas y parque. Posteriormente los rocían de combustible y les prenden fuego para después vaciar sus armas en los yermos cuerpos de los contrincantes “para que no revivan”.
Ese es el México de la cuarta transformación, el México de Morena, el México que lleva hoy 180 mil asesinatos en lo que va del sexenio, el más violento de todos los tiempos, es el México que nos quieren heredar en una inviable “continuidad” que no le conviene a nadie. Da miedo este México, da pavor que los cárteles de la droga sigan ganando terreno porque si en 2010 contrataban a más personas que la cadena de centros comerciales Walmart, en este 2024 contratan más que Coca Cola, Femsa, Chedrahui, Walmart, Sorinana, Telcel, Aurrerá y Comercial Mexicana juntos y uno de esos contratados, puede ser un hijo de usted.
Cada uno de esos sicarios muertos (en Totolapan Guerrero mataron a 17), es hijo de una familia mexicana seguramente, que hoy está de luto… 180 mil familias han perdido a un hijo, a un esposo, a un padre y todo por la renuncia del Estado Mexicano para combatir al crimen organizado.
Si los jilgueros de López dicen que el financiamiento del narco a la campaña del actual “presidente” es una difamación, los hechos cotidianos en México nos hablan de una realidad macabra en donde pareciera que los criminales hacen lo que quieren.
@leyvaguilar
Facebook; Francisco Alejandro Leyva Aguilar