ERNESTO REYES

La inauguración de la supercarretera Barranca Larga-Ventanilla, el domingo 4 de febrero, generó una orquestada campaña de desinformación (infodemia: la práctica de difundir noticias falsas) que no debemos dejar pasar, porque implica a grandes medios de comunicación, comentaristas políticos, conductores de noticiarios, usuarios de redes sociales y personas que, por iniciativa propia o como parte de dicho entramado, difundieron mentiras antes, durante y después de este hecho histórico.

Por ejemplo, el periódico Reforma destacó en grandes titulares que la autopista que comunica a la costa, con el centro de la entidad, era una “vía prometida pero inconclusa”, insinuando que se echaba a andar sin terminar. Citaba que del paraje “Gavilanes” a Ventanilla, aún había 20 kilómetros de terracería sin pavimentar, mentira que cayó por su propio peso si nos atenemos a las versiones que desde el domingo publicaron usuarios de la ruta que comenzaron a mostrar en las redes sociales que, en un tiempo promedio de dos horas a dos horas y media, incluso menos, habían arribado felices y contentos a su destino.

Ciertamente había detalles de pintura fresca, iluminación faltante en dos de los tres túneles, señalización y muros de contención sin terminar, con la presencia de maquinaria en pequeñas zonas que obligaban al automovilista a aminorar o detener la velocidad, pero nada que les impidiera continuar su camino.

Además, en la sección: “Quién es quién en las mentiras” del miércoles 7 de febrero, la presidencia de la República explicó que el tramo zona viaducto kilómetro 150-800 a que se refiere este medio, estaba ilustrado con imágenes del paso del huracán Otis, que en efecto provocó derrumbes y retrasó la terminación de la vía, pero se estaba difundiendo como si fuera actual.

¡Cuánta maldad!, dirían mis amigos de Chiapas, con el fin de hacer quedar mal al mandatario que en los meses recientes ha entregado a Oaxaca obras de gran calado.

Este pasaje motivado por quienes desprecian a su administración y jamás le reconocen algún acierto, nunca amilanó al presidente Obrador, quien el día en que se abrió la ruta declaró que la gente de Oaxaca estaba feliz, feliz, y no era para menos.

Pero el hecho que más llamó la atención, durante la ceremonia de inauguración, fue la sorpresiva presencia del exgobernador Alejandro Murat Hinojosa, a quien al mencionar su nombre parte del público comenzó a lanzarle gritos de: “¡fuera! ¡fuera! ¡fuera!”, y “Murrata”, cosa que obligó a López Obrador a acercarse hasta el otro extremo del presídium para darle un abrazo al hijo de … otro gobernador de triste memoria.

El gobernador Salomón Jara tuvo que “tragar sapos”, compartiendo escenario con quien, desde su campaña de senador, luego por la gubernatura y ya en el ejercicio del poder, no ha dejado de fustigar y acreditarle conductas asociadas a la corrupción, por decir lo menos, que nunca ha llevado ante alguna instancia legal. Cierto que mandó a las rejas a algunos peces medianos del anterior gobierno, pero no ha actuado contra el “cachorro”, que ahora mantiene alianzas con Claudia Sheinbaum y el morenismo nacional.

Después de este episodio quedan algunas preguntas en el aire: ¿Qué mensaje mandó el presidente de la República avalando la presencia de un político que representa exactamente todo lo contrario por lo que lucha la Cuarta Transformación? ¿Es para que quienes mandan en Oaxaca asuman el pragmatismo, o mejor dicho abandonen el sectarismo propio de algunos sectores de izquierda?

¿Le estará mostrando AMLO al gobernador cómo se hace política para acercar a quien hoy se considera aliado y no adversario en el marco de una lucha más amplia para conseguir que triunfe el Plan C y se aprueben las reformas legislativas propuestas el 5 de febrero?

O bien: ¿Se estará cocinando otra desbandada tricolor, después de la defección de Murat y otros personajes del priismo para así obtener el ‘carro completo’ en las próximas elecciones?

O lo que algunos mal pensados imaginan: ¿Algo se está haciendo mal en el estado y está generando ciertas preocupaciones en palacio nacional? O esta última: ¿La designación de personajes oscuros e impopulares como candidatos es parte de la vieja política de que el poder no se comparte?

@ernestoreyes14

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