Francisco Alejandro Leyva Aguilar

Con pena me enteré ayer mientras en el PRI registraban candidatos a la primera y segunda fórmulas al senado y a las diputaciones federales, que mi querido amigo Marcelo Díaz de León Muriendas, un priista de hueso colorado. Había dejado de existir. Padecía enfermedades crónicas, pero ni eso le impedía ir al CDE a cumplir con su trabajo de coordinador de delegados.

A Marcelo hace tiempo que lo veía triste y cansado y de verdad que me admiraba cómo llegaba a la sede de Santa Rosa, se bajaba lentamente de su auto y caminaba el pasillo del PRI que lo llevaba a su oficina, una de las primeras. Muy dentro de mí, me preguntaba ¿por qué la dirigencia no lo jubila y le permite quedarse en su casa gozando de una pensión por tanto trabajo entregado al partido?, al menos eso sería un acto de infinita justicia y hablaría muy bien del tricolor.

Me parece que a nadie se le ocurrió, ni a su compadre Alejandro Avilés, ni a Javier Villacaña, ni a Carmelita Ricárdez o, quizá si se lo propusieron, pero Marcelo como priista consumado, no quiso aceptar y siguió trabajando sin importarle siquiera el deterioro de su salud que fue mermando conforme pasaba el tiempo.

Recuerdo que cuando el diputado local Alejandro Avilés Álvarez, entiendo que su compadre y muy íntimo amigo, logró la candidatura al gobierno de Oaxaca en 2022, Marcelo se alegró mucho y se puso a trabajar en lo que sabe hacer bien y conoce como lo son las estructuras electorales del PRI, lo hizo con ahínco y convencimiento, Marcelo estaba casi seguro de que su compadre ganaría la elección.

A pesar de ser un hombre que manejó muchos años los números del PRI y sus estadísticas, Marcelo confiaba en que las combinaciones, la excelente campaña del candidato y una militancia encendida podrían obrar el milagro, desafortunadamente los números fueron muy adversos para el tricolor y solo logró 250 mil votos perdiendo el gobierno del estado.

Entiendo que mi amigo Marcelo Díaz de León ya no estuvo en las negociaciones para la Coalición de los partidos PRI, PAN y PRD para conformación de Fuerza y Corazón por Oaxaca y qué bueno que ya no se dio cuenta de cómo fue la repartición de los distritos para cada uno de los partidos políticos, porque si se hubiese dado cuenta que el PRI, siendo la segunda fuerza política del estado solo encabezará 9 de los 25 distritos electorales locales, le hubiese dado mucha tristeza.

No sé cómo hubiese reaccionado ante la eventual candidatura al senado de la ahora ex dirigente del partido Carmelita Ricárdez, porque se hubiese preguntado lo mismo que todos ¿para qué aceptó la dirigencia solo un escaso mes, si lo que buscaba era la candidatura?

Entiendo que quizá Marcelo se hubiese alegrado de la participación en segunda fórmula de otro entrañable amigo de Alejandro Avilés que es Orlando Acevedo y quizá hasta lo hubiese ayudado para conseguir los votos necesarios para que su compadre -el de Acatlán- lograra la votación necesaria para permitirse una diputación federal.

En fin, Marcelo ya se fue y ahora el PRI ha perdido un baluarte, un hombre comprometido que pudo, pero nunca quiso vender candidaturas; que pudo, pero no se hizo millonario; que pudo y sirvió al partido desde las trincheras en las que lo colocaron; que pudo y hasta en su último aliento, trabajó sin descanso por sus convicciones.

Descanse en paz Marcelo Díaz de León.

@leyvaguilar
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