Francisco Alejandro Leyva Aguilar

Ayer lo escribí y lo sostengo. Los partidos políticos están viviendo un momento de crisis espectacular en el mundo, no solo en México. Lo vimos con los republicanos y Donald Trump, lo estamos viviendo con Joe Biden y los demócratas, lo vimos con Alberto Fernández en Argentina.

Me ha tocado estar en dos ocasiones en Buenos Aires, justo en momentos históricos del pueblo argentino, primero en abril de 2016, justo en la visita que Barak Obama hizo al entonces Presidente Mauricio Macri, un derechista que no pudo controlar la inflación del pueblo argentino ni con la ayuda de Estados Unidos, aunque si la detuvo.

Era Semana Santa y en el marco de la visita de Barak, que literalmente bailó un tango en la memoria de los más de 30 mil desaparecidos en la dictadura militar de Jorge Rafaél Videla en 1977, hubo una manifestación multitudinaria en la capital bonaerense que, por supuesto, puso a temblar a Macri por el tamaño.

Me tocó estar entre la multitud, en la gran avenida 9 de junio -una de las más anchas del mundo- para presenciar el contingente de personas que abarrotaron los 140 metros que tiene de ancho esa avenida y marcharon en esa gran vía hasta la Plaza de Mayo donde aún siguen llorando las madres y ahora las abuelas de aquella masacre que no se olvida.

Esa enorme manifestación, me hizo pensar que el peronismo volvería por sus fueros a gobernar Argentina con Alberto Fernández que era el candidato del kirchnerismo tres años después, uno de los brazos políticos del peronismo que ha dilapidado la riqueza de los argentinos.

Las circunstancias me hicieron volver a Buenos Aires en Octubre de 2019, justo en la primera vuelta de las elecciones presidenciales donde Alberto Fernández venció contundentemente en las primarias al mismísimo Presidente Mauricio Macri. Recuerdo que el tipo de cambio estaba a 30 pesos argentinos por un dólar, al día siguiente del triunfo de Alberto, un dólar americano ya costaba 50 argentinos ¡en sólo un día!.

Debo tener guardada una entrevista que le hice en la calle a un Peronista que gritaba entusiasmado a un costado de la gran vía, estaba eufórico por el triunfo de Alberto Fernández y suponía que con el kirchnerismo y el peronismo, Argentina volvería a la ruta de la igualdad social, los resultados hoy los estamos viendo con la súper inflación en ese país del cono sur.

Ambos, Mauricio de derecha y Alberto de izquierda, perdieron sus elecciones, por que como bien sabemos, la elecciones las ganan y las pierden los candidatos, no los gobiernos.

¿Qué hay de distinto en esta elección. De 2023?, que salió a votar el 78 por ciento del padrón electoral y lo hizo por el opuesto contrario al peronismo. Votó en masa por Javier Milei, porque quienes sintieron ofendidos sus bolsillo, no fueron los pobres que ya nada tienen qué perder, sino los de la clase media que ha visto afectados sus ingresos y por tanto su modo de vida con la súper inflación causada por malas decisiones económicas de los peronistas.

Esa votación nos dice mucho de lo que está pasando en el mundo entero… el despertar de las conciencias, la revolución de las conciencias. El ciudadano del mundo, está ahora más enterado y, por tanto más comprometido con el futuro de su nación, por eso sale a votar en masa, porque sabe que no puede quedarse a ver que un país se destruye porque simplemente escogimos al más popular y no al mejor.

Esa será la tesitura de las demás elecciones en Latinoamérica. En Venezuela Nicolás Maduro tiene un grave problema con María Corina a quien no quiere dejar competir porque sabe que en una de esas, puede perder el control incluso con su ejército sanguinario que lo apoya. Si no la deja competir, lo que puede seguir es una revolución social.

Y lo mismo pasa en Nicaragua. Los medios masivos son controlados por el estado y, por tanto los cables oficiales no hablan de una insurgencia en varios de sus estados, pero es evidente que sucede.

Quién haya estado en Managua se habrá dado cuenta de lo que digo. Ahí hay prácticamente un estado de sitio y claro que Daniel Ortega seguirá controlando las elecciones en tanto no haya un intervención para que puedan tener elecciones limpias.

Sigue México y no va a imperar la doctrina partidista ni la militancia la que va a definir las elecciones en 2024, serán los liderazgos los que convenzan, los que abanderen causas, los que se erijan como la solución a los cientos de problemas que nos aquejan, por eso hay que estar atentos a lo que pase.

María de las Heras da una ventaja abismal a Claudia Sheinbaum sobre Xóchitl Gálvez y puede que tenga razón, porque Morena y sus aliados comenzaron la campaña hace algunos años, la pregunta es ¿puede crecer más?, o la que va a crecer va a ser Xóchitl que aun no arranca campaña.

Líderes, necesitamos líderes no partidos políticos, esa es una certeza matemática y, por tanto el futuro de la política.

@leyvaguilar
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