Francisco Alejandro Leyva Aguilar

Esta, mas que una columna, es una fábula política.

Sucede que unas hormigas pellizcaron a un elefante. Ellas primero se juntaron en un restaurante por el norte de la ciudad, conspiraron con una arrieras revoltosas a sueldo para que fueran a tomar la sede de su hormiguero, bloquearan unas vías de comunicación y lanzaran vilipendios contra el elefante.

Provocaron la visita de la prensa, ocasionaron un caos vial durante unas dos horas (que fue lo que les alcanzó para mal pagarles a las arrieras revoltosas, a las que por cierto les faltó la mitad), y luego se fueron del hormiguero.

El elefante claro, ni se inmutó, simplemente porque su grandeza, estatura, poder e inteligencia supera en mucho a sus diminutas rivales, es más el elefante ni siquiera sabe que existen esas hormigas que conspiraron en su contra y lo pellizcaron. Él ni se inmutó ni se incomodó por la alharaca de los escasos y pagados manifestantes.

Un zorro que pasaba por ahí, le dijo a la hormiga mayor -la que pagó para la manifestación- que no fuera tonta, que la estaban utilizando para molestar al elefante y que éste, a pesar de las enormes orejas y su omnipresencia en el hormiguero, ni la oía, ni le hacía caso, simplemente porque el tamaño de ambos no permite la comunicación.

Quienes te orillaron a hablar mal del elefante, le dijo el zorro a la hormiga ex dirigente de las hormigas jóvenes, tienen intereses bien definidos, ellos piensan que el elefante es el que decide las candidaturas o tu pertenencia en el liderazgo de las hormigas jóvenes, pero no es así y, en dado caso de que el elefante decida ¿no es mejor que trepes por una pata, subas por el lomo bajes por una oreja y le hables al oído pidiéndole lo que tu quieres, en vez de insultarlo desde abajo?.

Lo que va a pasar, dijo el zorro, es que si contrataste arrieras a sueldo para que se fueran a manifestar contigo haciéndose pasar por jóvenes, es que esas a sueldo por actuar, también pueden cobrar por hablar y tarde o temprano va a salir la verdad a la luz, porque a las arrieras solo les interesa la lana y les quedaste mal.

Claro que la pobre arriera juvenil, ya embarcada en la toma del nido y con la reina dentro, no supo más que hacer que seguir insultando al paquidermo por instrucciones de las hormigas conspiradoras y, en vez de que el elefante la escuchara, terminó movilizando a todo el hormiguero en su contra.

Otras hormigas jóvenes le dijeron ¿no fuiste tú el que llevó a nuestras hormigas a otro hormiguero de color naranja?, ¿no fuiste tú el que se gastó el dinero de nuestra red en viajes y promociones personales, en vez de trabajar por las hormigas jóvenes?, ¿no has sido tú el que no ha cumplido con los compromisos de nuestro gremio?

Con tanto alboroto de las hormigas y el zorro observando, el elefante preguntó ¿qué pasa? Y el cánido le contestó: “son unas hormigas insignificantes que te están insultando e hicieron que ese y otros hormigueros se alborotaran, pero nada de cuidado… ¡cuidado!, gritó el zorro cuando el elefante se movió y con su enorme pata, aplastó e hizo pomada a todo el hormiguero.

Moraleja: Si quieres que el elefante te escuche, háblale al oído, no le grites desde abajo.

@leyvaguilar
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