Francisco Alejandro Leyva Aguilar
Estoy leyendo un libro de Marcela Turati intitulado “Fuego Cruzado” que la periodista egresada de la prestigiada universidad de periodismo Carlos Septién Garcia, escribió durante el sexenio de Felipe Calderón y en el marco de la Guerra contra el Narcotráfico.
Los datos que exhibe en el libro, generados de 2006 a 2012 son verdaderamente escalofriantes porque describe con puntualidad periodística la cruda realidad de quienes han sufrido la encarnizada violencia del narco trafico desde diferentes perspectivas: desde las víctimas, los llamados “colaterales”, la militarización del país, la pobreza extrema, la falta de oportunidades para los jóvenes y un largo etcétera.
No obstante, esos datos se han quedado cortos en esta nueva realidad de los “abrazos no balazos” y si entonces la violencia estaba centralizada en Tijuana, Sinaloa, Tamaulipas y Michoacán, hoy las bandas criminales pululan por todo el territorio nacional no solo en el tráfico de estupefacientes, sino también en el de combustibles, mercancías robadas, cobro de piso, fraude, trasiego de indocumentados, extorsiones, secuestros y asesinatos.
México entero se ha convertido en tierra de nadie donde los carteles de la droga, grandes y chicos, con presencia nacional o regional, se han apoderado de las calles, de los comercios, de los mercados e incluso del campo mexicano y no hay una solo estado que se salve de la barbarie de estos señores del narcotráfico que prácticamente han creado un narco-estado porque han penetrado toda la estructura gubernamental y la del partido en el poder.
Ejemplos hay muchos pero citemos apenas la punta del iceberg que es la alcaldesa de Chilpancingo que fue videograbadora departiendo con el jefe de la plaza de Guerrero en amena charla o los presuntos nexos del papá de la gobernadora Evelyn Salgado también con estructuras del narcotráfico no solo en Acapulco sino en otras latitudes.
En las elecciones de 2021, llamó mucho la atención que todo el corredor del pacífico, desde Chiapas hasta Sinaloa, fue ganado por Morena en su totalidad y hay quienes denunciaron en su momento que con la ayuda del narcotráfico, como por ejemplo el ex gobernador de Michoacán Silvano Aureoles Conejo que incluso llevó las pruebas a Palacio Nacional para que el peje las revisara pero nunca lo recibió.
Uno de los últimos estados en cerrar la fila del corredor del pacifico, fue Oaxaca cuya elección para renovar el gobierno se llevó al cabo apenas hace once meses, en junio de 2022 y donde resultó electo el serrano Salomón Jara Cruz.
Desde entonces y a la fecha, los asesinatos se dan al orden el día en la capital y en regiones como el Istmo de Tehuantepec, la Costa y la Cuenca del Papaloapam, además de la Mixteca que se ha convertido en el paso natural de los migrantes hacia la ciudad de México. Oaxaca capital y sus municipios conurbados han registrado balaceras y ajuste de cuentas a plena luz del día y casi en las narices de las policías estatal y municipal.
Pareciera que Salomón Jara le abrió la puerta a carteles bien identificados que hoy se pelean la plaza Oaxaca que está estratégicamente localizada entre los dos océanos por donde se trafica con precursores de fentanilo y donde se presume que los Lores de la droga, ya han establecido laboratorios para producir metanfetaminas.
Tanto el acceso a los dos océanos vía el Istmo de Tehuantepec, como las espesas serranías con las que cuenta el estado, son esenciales para la implementación de laboratorios de producción de drogas sintéticas que luego se reparten por todo el territorio nacional y cruzan la frontera norte del país hacia los Estados Unidos. Los analistas especializados en temas del narcotráfico, piensan que Oaxaca ha desplazado a Michoacán no solo en la elaboración de metanfetaminas, sino también en el tráfico de precursores que antes era el Puerto de Lázaro Cárdenas en las costas michoacanas y posteriormente el de Manzanillo en Colima.
Pero nada de esto hubiese ocurrido, si el Gobierno del Estado que dirige el zapoteco Salomón Jara, hubiese diseñado una estrategia para contener el avance del crimen organizado en Oaxaca, por eso Jesús Romero el Secretario de Gobierno, asegura exculpando al gobierno, que la mayoría de los muertos que ha habido en este incipiente sexenio y que suman más de 700 en12 meses, son producto de narcotráfico.
Y no solo los asesinatos de varones tienen un alza importante en Oaxaca, también los feminicidios porque no hay una estrategia de prevención y mucho menos de protección a las mujeres desde el gobierno de Salomón y al contrario, pareciera que no le importa que Oaxaca sea el sexto lugar nacional en violencia letal contra mujeres solo después de Jalisco, Ciudad de México, Nuevo León, Veracruz y el Estado de México, una vergüenza si sabemos que hay muchas más mujeres en esos estados por su carga poblacional, que en nuestra entidad y sobre todo en los albores de este gobierno que ya pinta para ser uno fallido.
Los Oaxaqueños deberíamos aprovechar la revocación de mandato para devolverle a Oaxaca la paz y seguridad de otros tiempos o por lo menos del sexenio pasado donde no se veían tantos hechos de sangre.
@leyvaguilar
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