Francisco Alejandro Leyva Aguilar

Otis nos dejó ver mucho más que su fuerza el pasado 24 de Octubre.

Los imponderables son los contralores que la naturaleza nos manda para saber de qué están hechos los gobiernos y Otis no solamente fue la confirmación de la regla respecto del gobierno en turno, sino también nos dejó ver al humano primitivo, al cerebro reptiliano que actúa por instinto, la barbarie pues, la falta de razón.

No hay hasta la fecha una cuantificación efectiva de la desgracia. Hay millones de damnificados, incontables muertos, pérdidas por miles de millones de dólares en infraestructura hotelera, carretera, de servicios -algunos vitales como la electricidad y el agua potable-, hasta el viernes no había comunicación efectiva, en fin una desgracia descomunal.

Hubo en Guerrero millones de damnificados, pero la desgracia llegó también a Palacio de Nacional donde hubo un damnificado político que arrastró a su pobre corcholata a la desgracia también, porque no supieron actuar a la altura de las circunstancias.

Solo hay que darnos una vuelta por las hemerotecas, tanto físicas como digitales para darnos cuenta de que LA DESGRACIA PUDO EVITARSE. Tanto Felipe Calderón como Enrique Peña Nieto (uno panista y el otro priista), sufrieron imponderables en sus administraciones y ellos, con información válida y suficiente, previeron lo que se tenía que hacer.

El Sistema Meteorológico Nacional (SMN) y algunas otras instituciones con más tecnología como el Centro de Huracanes de Estados Unidos, advirtieron de la peligrosidad de Otis, pero como siempre, el peje tuvo “otros datos”, unos que le impidieron visualizar la magnitud del imponderable y por eso NUNCA advirtió a los guerrerenses que no solo sus gobiernos, estatal y municipales, sino también un monstruo de agua y viento, los estaba amenazando de muerte.

Un estadista, o bueno alguien con mediana inteligencia, habría ordenado 36 horas antes del impacto, la implementación de albergues, el traslado de víveres, la creación de un puente aéreo, el envío de efectivos del ejército y la marina y todo lo necesario para hacerle frente a la contingencia, pero NO, López estaba en lo suyo, no en lo que le importa al país.

Luego la otra desgracia. Se le ocurre ir por tierra a Acapulco cuando las carreteras estaban devastadas y se atora… así, enlodado y atascado está el país, porque está en manos de un mediocre ocurrente, un pendejo con iniciativa que son los más peligrosos. Si Otis nos dejó ver su grandeza y su fuerza, López nos dejó ver su minúsculo tamaño político que contrasta con su monumental pendejismo.

Esa ausencia de gobierno que se dejó sentir antes, durante y después de Otis, hizo emanar en los guerrerenses su personalidad más instintiva, más primitiva y por eso vimos en las imágenes cómo las tiendas eran saqueadas sin control y a la vista de las autoridades, como si hubiese una colusión acordada entre delincuentes y soldados.

Ese guerrerense instintivo que robó un refrigerador o un televisor (para ver la mañanera), tiene que ver con la ausencia de los tres niveles de gobierno. Ellos saben -en su cerebro Australopithecus- que nadie les va a hacer nada, que absolutamente nadie los va a cuestionar y mucho menos a castigar, a menos que -como parece que sucederá- prevalezca la ley del mas fuerte.

Si eso sucede, no solo las tiendas departamentales van a ser saqueadas, también las casas particulares porque el orden establecido, habrá cambiado y entonces nos enfrentaremos al “nuevo orden” como en la película exhibida en 2020 de Michel Franco -censurada por López- donde nos propone una distopía social futurista que, muy probablemente se haga realidad en el Guerrero devastado, en el Guerrero primitivo, instintivo, en el Guerrero sin ley.

¡Qué peligrosa es la ausencia de autoridad!, y me parece que es justamente lo que López practica. Para él la anarquía es música para sus oídos porque, como dice el refrán “a río revuelto, ganancia de pescadores”. Por eso la ausencia de acciones de gobierno en Acapulco y en general en todo el estado.

Pero hay que recordarle al peje que estamos en el ocaso de su gobierno y que los tiempos electorales él mismo los adelantó y todo suma o todo resta. Sus yerros conscientes o inconscientes, marcarán la ruta de su corcholata que, ante la desgracia enmudeció porque no tiene argumentos para defender lo indefendible.

Ella solo atinó a suspender sus actividades, a lamentar los acontecimientos y a solidarizarse con los guerrerenses. Ah y a hablarle a la insufrible gobernadora Evelyn Salgado quién sabe para qué, mientras que Xóchitl Gálvez propuso en el senado la creación de un fideicomiso para la reconstrucción de Guerrero, pero además la creación de un órgano autónomo que atienda desastres naturales.

Mientras la corcholata oxidada del peje ni siquiera atina a pensar, Xóchitl se expresa como una ESTADISTA preocupada no sólo en lo que hay que hacer de inmediato, sino lo que debemos hacer en el futuro para que nunca más nos vuelva a pasar una desgracia similar.

@leyvaguilar
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