HOMILÍA DE MONS. PEDRO VÁZQUEZ VILLALOBOS, ARZOBISPO DE ANTEQUERA OAXACA
3 DE SEPTIEMBRE DEL 2023
Por la gracia de Dios es el primer domingo del mes de septiembre, un mes muy significativo para todos nosotros, los mexicanos. Ojalá y le digamos a Dios que nos conceda la gracia de vivir en la verdadera libertad, en la verdadera libertad, esa libertad que nos ha dado Él. Que no seamos esclavos de nada y de nadie, no seamos esclavos. Que las cosas no nos dominen y nos esclavicen y que las personas nos dejen en libertad y podamos vivir libremente, poder salir de nuestra casa, recorrer nuestras calles, ir a trabajar con la seguridad de que regresaremos con bien a nuestro hogar, pero a veces los ambientes que vivimos nos hacen pensar si salimos o no salimos, si vamos o no vamos. Ambientes difíciles, inseguros. Ojalá y todos nosotros vivamos en esa libertad.
Hoy, Nuestro Señor, nos ha transmitido Su Palabra en el Evangelio. Vamos recordando y vamos uniendo lo que meditábamos el domingo pasado y veamos lo que, hoy, nos presenta Dios. El domingo pasado fue la confesión de la Mesianidad de Nuestro Señor que hizo el Apóstol Pedro cuando el Señor preguntó: ¿y para ustedes, quién soy Yo? Pedro contestó: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios Vivo y ¿qué le respondió Nuestro Señor a Pedro? Dichoso Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino Mi Padre, que está en los cielos, y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella, Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos, lo que ates, quedará atado; lo que desates, quedará desatado. Eso le dijo Nuestro Señor al Apóstol Pedro y, ahora, el Señor les anuncia su Pasión, su Muerte, su Resurrección y, eso, no agradó a los oídos de los Apóstoles, no agradó, los desconcertó y, de nuevo, el Apóstol Pedro, dice el Evangelio, apartó a Nuestro Señor del grupo y le comenzó a decir, eso no te puede suceder a Ti y, ¿qué le dijo Nuestro Señor? Apártate de Mí, Satanás, el domingo pasado le dijo: dichoso… hoy le dice: apártate de Mí, porque ese pensamiento que tú traes no es el pensamiento de Dios, es el pensamiento del mundo. Entonces, hay que hacer caso al pensamiento de Dios, tenemos que pensar como piensa Dios, no como piensa el hombre y, aquí, está la enseñanza para nosotros, de muchas cosas.
Usted siempre se tiene qué preguntar qué piensa Dios de esto, qué piensa Dios, qué dice Dios, porque el mundo piensa una cosa y Dios piensa otra y, el mundo nos ofrece felicidades, pero felicidades que realmente no nos hacen felices, y Dios nos dice cosas distintas y, nosotros, que somos seguidores de Jesucristo, discípulos de Jesucristo, tenemos que hacer las cosas que nos dice el Señor y pensar como piensa Él.
Hoy nos ha dicho: eres mi discípulos, eres mi discípulos, toma tu cruz de cada día y sígueme, tu cruz de cada día. ¿Qué nos ofrece el mundo? Ah, el mundo nos dice que, para ser felices y para valer, pues hay que tener muchos bienes, muchos bienes, hay que tener en abundancia, hay que ser ricos y no importa cómo te hagas rico. El mundo nos come con ese pensamiento y andamos buscando tener más, más y más y vivimos ambicionando y nunca vamos a tener llena, porque mientras más tengamos, más queremos, porque es el pensamiento del mundo, el pensamiento del mundo. Dios piensa otra cosa, Dios piensa otra cosa. Cuando ambicionamos y pensamos así nos volvemos egoístas, sólo pensamos en nosotros y no nos importan los demás, por eso le robamos a otros, le quitamos lo que le pertenece a otro, pagamos injustamente a nuestros trabajadores, porque nosotros tenemos que enriquecernos a costa de ellos, a costa de su sudor, de su trabajo, yo me tengo que enriquecer y, si soy administrador, pues le busco a ver de qué forma me quedo con un porcentaje, con un dinero, porque el pensamiento del mundo ya me comió. Yo quiero tener más y más y más porque este mundo me dice que sólo teniendo voy a valer y me van a poner el título de “don”, voy a ser “don” en el mundo, “don fulano de tal” “don fulano de tal”. Pues todo eso, mal habido, se va a volver nada, se va a volver nada.
Otros buscan dinero fácil, dinero fácil, dinero sucio, porque el mundo me dice que yo tengo que valer. Tenga mucho cuidado, tenga mucho cuidado. El Señor nos va a pedir cuentas de cómo fuimos administradores de lo que Él nos fue dando. Confórmese con lo que tiene.
En la Palabra de Dios está por ahí esto, Señor, dame sólo lo que necesito, porque si tengo de más, me voy a olvidar de Ti y, si tengo de menos, voy a robar y, entonces, cometeré un pecado. Sólo dame lo que yo necesito, sólo dame lo que yo necesito. ¿Esa es la oración de usted, sólo dame lo que yo necesito o quiere más, mucho más de lo que necesita? ¿para qué? ¿para tener un mejor carro y para pasarle por enfrente al vecino y acelerarle en ese momento, para que vea que trae un carrazo, para eso, para presumirle, para humillarlo, para eso quiere más? Qué triste, qué triste.
Yo creo que, en muchos momentos de la vida, tenemos qué preguntarnos, esto, esto que estoy haciendo y cómo lo estoy haciendo está de acuerdo al pensamiento de Dios o va de acuerdo al pensamiento del mundo y de los hombres y, si usted quiere ir por ese camino correcto, tomando la cruz de cada día y siguiendo a Nuestro Señor, habrá que renunciar a ciertas cosas y decirle a Nuestro Señor: no permitas que haga esto, porque eso no va de acuerdo a lo que Tú piensas y a lo que Tú quieres, no va de acuerdo.
Sólo haga lo que va de acuerdo al pensamiento de Dios. Nuestro Señor le dijo a Pedro, lo que estás pensando no es lo que piensa Dios, estás pensando lo que piensa el mundo. Él quiere cumplir la voluntad de Dios y la voluntad de Dios es que se ofrezca libre y conscientemente en sacrificio al Padre, para el perdón de los pecados de todos nosotros y, el apóstol Pedro le quería quitar ese pensamiento, esa idea, se la quería quitar: “eso no, eso no debe pasar en ti”. Así es que hay que dedicarnos a otra cosa, no hay que provocar, que los sumos sacerdotes, los escribas te lleven a la Cruz, te lleven a la muerte, no, no, no, hay que hacer otras cosas. Nuestro Señor por aquí y el que quiera seguirme que tome su cruz de cada día y me siga, porque no debe de perder su vida sino ganarla, ganarla para el cielo y aquí nos tenemos que preguntar también: ¿lo que estoy haciendo me hace ganar el cielo o perderlo? Porque lo que usted hace le tiene que hacer ganar el cielo. Recuerde que Nuestro Señor, cuando se despedía de sus apóstoles les dijo: voy a prepararles un lugar, porque en la casa de Mi Padre hay muchas habitaciones, volveré y los llevaré Conmigo.
Allá en la casa del Padre hay una habitación para usted, hay una habitación para usted y la tiene que ocupar y debemos revisar nuestra vida con frecuencia y decir: ¿esto que vamos haciendo, esto me está llevando a ocupar esta habitación que Dios tiene preparada para mí? ¿me estoy ganando el cielo o lo estoy perdiendo? Pero sea sincero, porque a veces decimos: no, yo creo que no la estoy perdiendo y si estoy ofendiendo a Dios, pues enseguida me confieso y ya… mira qué fácil, pues está perdiendo el cielo, no pierda el cielo, no pierda el cielo. El cielo es para usted.
¿Qué dijo Nuestro Señor del infierno? Del infierno dijo: es para el diablo y sus ángeles, para el diablo y sus ángeles. ¿Usted es el diablo? No, ¿usted es un ángel del diablo? Pues tampoco. Usted es un hijo de Dios, usted es un hijo de Dios, usted es un discípulo de Jesucristo, usted está tomando la cruz de cada día y siguiendo al Señor, ¿a dónde va a llegar? Al cielo, al cielo y todo esto que usted está haciendo para ganar al cielo hace feliz a la gente con la que vive, con la que trata, con la que se encuentra.
Pues que esta Palabra Divina alimente nuestra vida en esta semana, al iniciar este mes de septiembre alimente nuestra vida y, que cada día, nosotros no renunciemos a la cruz, porque un discípulo de Jesucristo no puede abandonar su cruz, no, el Señor no abandonó la Cruz, la llevó hasta el calvario, hasta la muerte y, usted, discípulo, lleva una cruz y hay que llevarla hasta el final. Que a veces está pesadita, cuando sienta que sobrepasa sus fuerzas, cuando usted crea que esto está por encima de sus fuerzas, dígale a Nuestro Señor: Señor, dame la fuerza que necesito para seguir tomando la cruz y seguirte.
No se engañe, su cruz no pesa más de lo que usted puede, no pesa más, sólo pesa lo que usted puede. Que humanamente nos debilitamos, sí, pero vamos fortaleciéndonos en Dios, en su Fuerza Divina y sigamos nuestro camino.
Que sigamos disfrutando este domingo, del Día del Señor; que compartamos con nuestros seres queridos estos momentos de gracia y que podamos trabajar esta semana con espíritu generoso, siguiendo a Nuestro Señor y siempre pensando en lo que Él quiere y que nosotros lo hagamos con alegría.
Que así sea.