“PRIORICEMOS EL FORTALECIMIENTO DE CADA COMUNIDAD EDUCATIVA, EN BENEFICIO DE TODOS LOS NIÑOS, NIÑAS, ADOLESCENTES Y JÓVENES”.

Un nuevo ciclo escolar inicia próximamente. Los Obispos de México, tal como hemos hecho durante los últimos años, hacemos llegar nuestro aliento y reconocimiento a los padres de familia, educadores, directivos, estudiantes y a la sociedad en general, recordando, como lo ha expresado nuestro querido Papa Francisco, que la educación es un acto de amor, de esperanza y, sobre todo, el camino para vencer la cultura del individualismo1.

Son muchos los desafíos que tenemos hoy en la educación: el abandono escolar, la dificultad para regularizar los ciclos y los aprendizajes, el cuidado de las condiciones socio emocionales, principalmente pero no exclusivamente de los estudiantes; el impulso a la cultura de la paz y a la calidad educativa, el correcto uso de las nuevas tecnologías, la atención prioritaria a la primera infancia, el analfabetismo en adultos, la reactivación de un sistema de información y evaluación educativa, la recuperación de la infraestructura educativa, la promoción de una verdadera participación social, entre los principales.

Cada uno de nosotros es insustituible y tiene una tarea que desempeñar. Todos somos corresponsables en el servicio educativo. El momento presente nos exige tejer alianzas, acuerdos, pactos, conformar verdaderamente las comunidades educativas desde dentro, en la realidad de cada territorio, a través del diálogo constructivo y el encuentro educativo fraterno. Precisamente éste es el antídoto frente a la impotencia, la frustración, “los determinismos y fatalismos”2.

En cada comunidad educativa deben definirse las mejores condiciones posibles para educar integralmente, con la máxima calidad y pertinencia, a cada uno de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, en los respectivos centros escolares.

El Papa Francisco nos ha señalado que: “No tenemos que esperar todo de los que nos gobiernan, sería infantil. Gozamos de un espacio de corresponsabilidad capaz de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones. Seamos parte activa en la rehabilitación y el auxilio de las sociedades heridas. Hoy estamos ante la gran oportunidad de manifestar nuestra esencia fraterna, de ser otros buenos samaritanos que carguen sobre sí el dolor de los fracasos, en vez de acentuar odios y resentimientos”3.

1. Los primeros responsables de la educación son los padres de familia. Ellos tienen la enorme responsabilidad de acompañar a sus hijos en los aspectos más esenciales: el respeto, el ejercicio de la caridad y el perdón, la colaboración y el compartir, la acogida del otro en su ser personal, la lógica del don y la gratuidad, la capacidad de diálogo y encuentro, vivir en la limpieza, el orden y el desarrollo de hábitos…

Todos estos aspectos posibilitan la educación escolar y la labor de los maestros y maestras. Ofrecemos a ustedes, los Talleres de Educación para Padres de Familia, que en conjunto con distintas instituciones hemos elaborado y han sido probados por más de nueve años4.

2. Sabemos que los maestros y maestras tienen grandes retos en este próximo ciclo escolar. Les expresamos nuestra cercanía, empatía y aliento. Confiamos en su entrega, en su capacidad de leer -en el rostro de sus alumnos-, el hambre de humanidad, de amor, de conocimientos. Sólo en el amor se puede comunicar una experiencia realmente educativa. Su sentido común y su capacidad de centrarse en lo esencial pueden ser las directrices que les den serenidad y paciencia.

3. A los directivos, los invitamos a hacer un constante ejercicio de escucha, de discernimiento de las realidades cotidianas para poder conducir a la comunidad educativa, centrados en el interés superior de los niños, adolescentes y jóvenes. Son ustedes, como los directores de una orquesta sinfónica, responsables de crear una gran armonía entre la diversidad de talentos, pensamientos, tendencias y realidades humanas.

4. A cada uno de nuestros queridos estudiantes, les decimos: ustedes son los primeros destinatarios y protagonistas de la educación, hay que tener ánimo y saberse corresponsables del bien de la comunidad educativa. Vivimos en tiempos complejos y desafiantes, por lo que, necesitamos serenidad, paciencia, constancia y esfuerzo. La paz se construye a partir del compromiso de vivir esta realidad, desde los valores fundamentales del bien, la verdad, la bondad y la belleza.

Consideramos necesario revisar el Sistema Educativo Nacional, en su conjunto, frente a los desafíos principalmente señalados en el segundo párrafo de este Mensaje. La gestión educativa exige respetar la legalidad e involucrar fuertemente a la sociedad, a los académicos, a los sindicatos, a las organizaciones de padres de familia, entre otras. Las decisiones educativas, por lo general conllevan múltiples implicaciones humanas, culturales, sociales, políticas, históricas, éticas, científicas y cívicas.

Reconocemos el esfuerzo actual de la misma sociedad civil, así como de académicos, en su preocupación por la expedición de los libros de texto, situación que tendrá que resolver el Poder Judicial. Cabe señalar que los libros de texto, no son más que auxiliares de la educación; los materiales nunca sustituyen ni determinan lo que se construye en el acontecimiento educativo, que es siempre encuentro entre personas. Sólo la persona educa a la persona. Frente a la confusión y el desconcierto es necesaria la prudencia, la corresponsabilidad y el diálogo constructivo. Concentrarse en el bien posible que se puede hacer, con los recursos que se disponen, tiene que ser hoy una constante.

México necesita esperanza, serenidad, apertura, construcción de acuerdos entre los actores reales de la educación. Mucho podemos hacer todos para promover la corresponsabilidad. No cabe ya la polarización, la división y la improvisación. Es tiempo de entender que es en el corazón de cada persona donde se va cultivando la Nación, a través de obras de bien, de consensos y de certezas.

A todos, les aseguramos nuestro compromiso en la acción prudente y solidaria. Que Nuestro Señor Jesucristo, Señor y Maestro, nos conduzca por las vías de la entrega, la construcción de paz y el servicio fraterno. Pedimos también, por supuesto, la intercesión de Santa María de Guadalupe, Nuestra Madre y Señora.

Ciudad de México, 1 de agosto del 2023.

+ Rogelio Cabrera López

Arzobispo de Monterrey y Presidente de la CEM.

+ Ramón Castro Castro

Obispo de Cuernavaca y Secretario General de la CEM.

+ Alfonso Cortés

Arzobispo de León y Responsable de la Dimensión de Educación y Cultura de la CEM.

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