Francisco Alejandro Leyva Aguilar
La Senadora Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz se ha convertido en un fenómeno mediático electoral que le ha arrebatado la agenda Setting al peje, algo que difícilmente alguien logró en los cinco años de mal gobierno que lleva el anciano de Macuspana.
Si hay dos cosas que le duelen al peje, es que le arrebaten las calles y el discurso. Primero la Sociedad Civil en defensa del INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE) y luego en defensa de LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN (SCJN), le arrebataron el monopolio de las calles y luego, Xóchitl Gálvez, junto con el Frente Amplio y la Alianza Va Por México, le arrebataron el discurso.
Mal cálculo el del peje de mandar a volar a sus corcho-latas que han perdido poder de impacto ante unas campañas electorales -eso son y hay que decirlo con todas sus letras- para agradar a un solo elector y no a la sociedad. Marcelo, Adán, Claudia, Ricardo, Manuel y Gerardo, hacen campaña para conquistar el voto del dedo de López y no propuestas para los ciudadanos.
Por eso también ellos han perdido la agenda Setting toda vez que no hay discurso más que el zalamero de hurras, vítores y alabanzas para el peje y su “movimiento”, que no ha sido otra cosa que la desgracia de este país y eso los ciudadanos lo notamos no solo en la inseguridad, sino también en los bolsillos.
La Senadora Xóchitl Gálvez que además la adorna un nombre en Náhuatl que quiere decir flor y que nació en Tepatepec Hidalgo una comunidad indígena, en una cuna de pueblo conocida como petate, ha sido la única persona que, con la ley en la mano, ha enfrentado la tiranía y la misoginia de López Obrador.
Al ser aludida en las mañaneras, Xóchitl solicitó su derecho de réplica que le fue concedido por un juez y se presentó a las puertas del Palacio Nacional a exigirlo. Por supuesto el peje, miedoso y cobarde le negó el acceso, contraviniendo así una orden judicial, infringiendo la ley y mostrándose como la persona autoritaria, berrinchuda y estúpida que es.
Gálvez Ruiz en aquella ocasión y a las puertas cerradas del Palacio Nacional, no se inmutó a pesar de las hordas babeantes de seguidores de amlo, que la vituperaban y solo sostuvo que, incluso sin entrar a la mañanera, la ley y el propio peje le habían dado la razón. “No tengas miedo presidente”, le dijo “solo vengo a ejercer mi derecho de réplica”.
Ese hecho catapultó a la Senadora Gálvez Ruiz como una seria candidata de la oposición para ganar la elección de 2024, porque después de eso, se vino una andanada de descalificaciones y de agresiones por parte no solo del peje, sino también de sus corcho-latas buscando hacerle daño mediático.
Sin embargo, lo que no midieron los sesudos asesores del peje, es que en cada mención del misógino Macuspano en contra de la Senadora, la estaban haciendo más y más grande y poderosa, ante una corcho-lata que nada tienen que hacer ante la presencia e inteligencia de una ingeniero mexicana que, entre otras cosas, sabe pensar.
Xóchitl Gálvez, es ingeniero en computación por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y no ha sido propiamente dicho, militante de ningún partido político, de hecho Claudia Shienbaum y Andrés López Beltrán -hijo incómodo del peje- en 2017 le invitaron a Morena, oferta que -como cualquier hombre o mujer pensante- rechazó.
Cuando López dice que ella es la candidata de Claudio Xavier González Guajardo y que no por haber nacido indígena “ella es pueblo”, lo que hace es promoción gratuita de la Senadora hidalguense, la hace crecer en los medios y ella aprovecha cada uno de los dislates emanados del hígado del peje.
No hace mucho leí una columna en la Jornada -el periódico preferido de López- en donde el columnista exhibía una distancia abrumadora entre Benito Juárez y Xóchitl Gálvez. No hay punto de comparación simplemente por las circunstancias del tiempo, pero guardadas todas las proporciones hay diferencias bien marcadas entre el Benemérito de las Américas y la Senadora indígena.
En primer lugar Juárez dejó la manta, el huarache y el sombrero de paja, para enfundarse una levita con bombín alto tipo francés con el que realmente se veía ridículo, no solo por su tamaño, sino por su color. Benito cuando encumbró en la política mexicana gracias a CIRCUNSTANCIAS y a Porfirio Díaz, NUNCA REGRESÓ NI A OAXACA, NI A GUELATAO y por más brillante abogado que haya sido, abandonó sus raíces indígenas. Benito Juárez es producto de un MITO, que pensó, inventó, organizó y distribuyó PORFIRIO DÍAZ que, como su moneda centenario o el monumento a la independencia, prevalecen y seguirán prevaleciendo.
En cambio la Senadora Xóchitl no es un mito, a cada rato regresa a su tierra natal, presume sus raíces indígenas, viste como ellos, habla como ellos y, aunque el peje no lo quiere reconocer, ES PUEBLO y me parece que Xóchitl es MÁS PUEBLO QUE EL PEJE, por eso tanto miedo.
Y lo dice un Oaxaqueño que conoce la historia, no solo de mis paisanos, sino también de México.
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