Francisco Alejandro Leyva Aguilar

A propósito de la columna de ayer ¿qué estás haciendo tú por el planeta y contra el cambio climático?, esa es una pregunta que nos debe resonar fuerte en los cerebros a todos, porque en verdad no estamos haciendo mucho, todos contribuimos al cambio climático de maneras que ni siquiera imaginamos.

Hace un tiempo ya, leí un muy buen libro de Daniel Goleman llamado “inteligencia ecológica” y lo que ahí conocí, me dejó perplejo y realmente preocupado por los innumerables vicios que tenemos respectó de la ecología. Si realmente queremos tener una conciencia ecológica, dice Goleman, necesitamos conocer el Cliclo de Vida (CV)* de los productos que compramos.

Podemos tener por ejemplo un auto eléctrico, pero seguramente los millones de componentes que tiene ese auto, desde su chasis, su carrocería, sus componentes electrónicos y sus accesorios, seguramente no cumplen con las especificaciones de reciclaje o ecológicas. Será un hecho que no emita gases de efecto invernadero y no consuma combustibles fósiles, pero su estructura puede estar compuesta de plásticos, sílice, hierro, plomo y algunos otros metales y minerales potencialmente dañinos, por decir lo menos o que cuya extracción sean producto de la explotación del hombre por el hombre.

En “Sapiens”, Yuval Noah Harari dice que los homínidos de la Edad de Piedra, no domesticamos a plantas y animales, sino al revés. Igual que las orquídeas engañan a las abejas para que se lleven en sus patas sus sacos de polen, igual plantas como el trigo o el maíz, el arroz; animales como las vacas y las cabras, nos engañaron a nosotros para darle potencia a la reproducción de estas especies vegetales y animales pero a un costo muy elevado tanto para ellos, como para nosotros.

Hoy en el planeta habemos aproximadamente 8 mil millones de humanos que, para alimentarse necesitan de 23 mil millones de gallos y gallinas, 1,339 millones de bovinos 1,083 millones de ovinos, 997 mil millones de cerdos, 300 mil millones de perros y 230 mil millones de gatos (estos últimos como mascotas).

Estas especies las usamos los humanos para alimentarnos y para compañía, pero para ello hemos devastados las selvas y los bosques para sembrar trigo, maíz, cebada, arroz, vegetales, hortalizas, frutales; también hemos arrasado con bosques y selvas para volverlos extensos campos de pastoreo para bovinos, ovinos y puercos. Especialmente la ganadería es una de las actividades más dañinas para la tierra, porque los animales consumen muchísima agua y sus excreciones son metano puro que es un gas de efecto invernadero.

EL RECTO DE UNA VACA EMITE AL DÍA 300 LITROS DE METANO, ENTRE 70 Y 120 KILOS DE METANO AL AÑO, multiplique eso por mil trescientos treinta y nueve millones de animales, eso nos da la cantidad de ¡CIENTO SESENTA MIL SEISCIENTOS OCHENTA MILLONES DE KILOS DE METANO AL AÑO! Y usted me va a decir: ¡yo no crio vacas!… pero sí toma leche, lácteos y come carne de res. Usted, a menos que sea vegano, también es culpable. Y si es vegano, comería los granos, legumbres, verduras y frutas que también son responsables de la deforestación.

En cambio, los animales que no nos domesticaron, están a punto desaparecer, por ejemplo la Vaquita Marina que solo tiene -espántese- ¡18 ejemplares!, aquí en México; hay solo 600 linces ibéricos, mil 400 gatos andinos 2 mil pandas gigantes, 3 mil 890 tigres, 5 mil gorilas orientales 6 mil 600 orangutanes de Sumatra, entre 10 mil y 20 mil bonobos, entre 16 mil 500 y 30 mil leones, entre 22 mil y 27 mil osos polares, 54 mil 500 orangutanes de Borneo, 50 mil orcas, 80 mil jirafas… ¿se da usted cuenta por qué?.

La esperanza de vida de los humanos ha aumentado al doble en apenas 50 años. Antes vivíamos aproximadamente hasta los 40 años, hoy la expectativa de vida es de 80, pero la explosión demográfica es exponencial. En 2030 habremos unos 10 mil millones de seres humanos que demandarán más agua y más comida.

Yo sé que nuestro ritmo de vida en una sociedad de consumo, nos vuelve apáticos e insensibles, pero algo debemos hacer. Se me ocurre que revisemos los ciclos de vida de los productos que compramos, que comamos menos carne de res y de pollo para desincentivar el mercado, que reforestemos lo que podamos con especies nativas de las regiones, que exijamos a las autoridades que no permitan la deforestación de los bosques y las selvas y que si es el propio gobierno el que tala los montes, que nos manifestemos con fuerza y rigor.

*El ciclo de vida de un producto, es un proceso cronológico que transcurre desde su lanzamiento en el mercado, hasta su desaparición.

@leyvaguilar
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