HOMILÍA DE MONS. PEDRO VÁZQUEZ VILLALOBOS, ARZOBISPO DE ANTEQUERA OAXACA

28 DE MAYO DEL 2023

Agradecido con Dios por sus bondades, por todos los signos de amor hacia nosotros.  Estamos aquí, en este día tan especial en que culminamos el tiempo Pascual. Cincuenta días de alegrarnos por la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Cincuenta días de decirle al mundo que Jesucristo está Vivo y que ha triunfado sobre la muerte y sobre el pecado y culminamos este tiempo con esta Festividad, recordando el acontecimiento de la Venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, la Fiesta de Pentecostés.

También nosotros, en un momento de nuestra historia, de nuestra historia de fe, Dios derramó Su Espíritu Santo en nuestras personas, como un Don, el día de nuestra confirmación. Ese día, ese Espíritu Santo que descendió sobre los Apóstoles, en forma de lenguas de fuego, ese mismo Espíritu descendió sobre cada uno de nosotros, cuando el Obispo, imponiendo sus manos y ungiéndonos en la frente con el Santo Crisma, nosotros recibíamos al Espíritu Santo como un Don y el Espíritu Santo nos regalaba Sus Dones Divinos, que nosotros necesitamos hacia ese peregrinar a la Casa del Padre.

Necesito de la sabiduría, de la sabiduría divina, no de cualquier sabiduría. Necesito de la sabiduría que Dios me regala, porque es importante que, teniendo la sabiduría divina, yo pueda leer, en los acontecimientos de la vida, qué es lo que me dice Dios y qué me está pidiendo Dios a mí.

Dios me regala Su ciencia, para que yo vaya iluminando, como es debido, lo que va pasando. Descubra en los signos de los tiempos, la presencia salvadora de Dios. Me ha regalado esta inteligencia, no para hacer el daño, sino para hacer el bien. Que tenga esos pensamientos que realmente le agradan a Dios, pensamientos de Gracia, de Santidad, de ejercicio de virtudes.

Dios me regala la fortaleza. Todos nosotros somos débiles, frágiles. A veces somos probados de diferentes formas, somos probados en el dolor, nos preocupan muchas cosas, vivimos a veces angustiados por tantos detalles. Necesitamos de la Fuerza Divina y el Espíritu Santo está en nosotros y uno de los dones que nos ha regalado es el don de fortaleza. Siente esa fortaleza divina en tu persona, siéntela, para que puedas tú salir adelante y, a la vez, siente esa fortaleza divina para que venzas al tentador, al espíritu del mal.

El espíritu del mal no debe de vencerte, no debes de caer en la tentación, por eso, el Espíritu Divino te regala fortaleza, pero invócalo, invoca la fuerza del Espíritu, para poder salir adelante.

Sigue teniendo y practicando el Don de piedad, sigue alabando y bendiciendo a Dios por tantas cosas y por tantas maravillas. Sigue descubriendo en tu alabanza a Dios la cercanía divina, sigue sintiendo la paz y el gozo que da el entrar en una relación muy íntima con Dios, a través de ese Don de piedad y sigue teniendo el dominio de ti mismo, sigue teniendo el dominio de ti mismo, sigue teniendo el temor divino. Respeta a Dios y, por amor a Él, haz todas las cosas, por amor a Dios.

A veces cuesta hacer ciertas cosas que Dios nos pide y nosotros tendremos que decir: por amor a Ti voy a hacer esto, por amor a Ti, porque tengo ese don de temor divino. Dios es muy sagrado para mí y tiene un lugar muy especial.

Nadie debe ocupar el lugar de Dios, nadie, ninguna persona y ninguna cosa debe ocupar el lugar de Dios. Dios tiene Su lugar y por eso nos regaló ese Don de temor divino, para que yo ubique a Dios, ahí, en mi historia personal, como debe de ser.

Ojalá todos ustedes tengan esa gracia de buscar al Espíritu Divino. No lo busques fuera de ti, porque el Espíritu Santo está dentro de ti. Vive en ti, desde el día de tu santo bautismo comenzaste a ser templo vivo del Espíritu Santo y el día de tu confirmación, Dios te regaló Su Espíritu como un regalo, como un Don Divino.

La tercera persona de la Santísima Trinidad vive en ti, está dentro de ti. Ahí encuéntralo, ahí búscalo, ahí entra en diálogo con Él.

Necesitamos también pedir al Espíritu Santo que ilumine, que ayude y voy a ir diciendo algunas cosas. Siempre hay que pedir al Espíritu Santo ilumine a papá y a mamá y que ponga palabras en sus labios para que ellos transmitan las enseñanzas, que vayan formando a sus hijos como unas personas de bien y como unos grandes hijos de Dios y discípulos de Nuestro Señor.

Pidan al Espíritu Santo que haga su obra en ustedes y a través de ustedes. Papá, pídele a Dios que te llene de Su Espíritu y, antes de sentarte a hablar con tu hijo, dile al Espíritu Santo que te ilumine, tal vez que te tranquilice porque estás molesto y, molesto, no sirve hablar a los hijos. Dile al Espíritu Santo: lléname de paz, lléname de tranquilidad, ilumíname. Pon esas palabras en mis labios para que yo pueda hablar a mis hijos a su corazón, a tocar su corazón. Pídanle al Espíritu Santo. Papá, mamá, pide eso.

También me gustaría que pidiéramos al Espíritu Santo que inunde con sus dones y sus gracias a quienes nos gobiernan, a quienes nos gobiernan, a quienes tienen que cuidar el bien común. Necesitan de la iluminación del Espíritu, aunque no sean creyentes. El Espíritu Santo obra en las personas, ilumina a las personas y, nuestros gobernantes, sea quien sea, necesitan de la iluminación del Espíritu. Yo no sé si usted pide al Espíritu Santo que ilumine, en nuestro caso, a nuestro gobernador, a nuestro presidente municipal, a todos los que están al frente de alguna secretaría, que tienen alguna encomienda en la sociedad. Yo no sé si pedimos: derrama Tu Espíritu Santo sobre los servidores públicos.

Se necesita, se necesita, es muy necesario que nosotros pidamos la fuerza del Espíritu y se derrame ese Espíritu en nuestros maestros, en nuestros maestros, porque ellos tendrán que transmitir ciencia, ayudarán en la educación de los hijos de ustedes. Los maestros deben de transmitir esas verdades y no confundir a sus alumnos. No confundirlos. Dedicarse a ellos y vivir esa vocación, vivir esa vocación y que pueda decir Dios a los maestros: eres dichoso, eres dichoso porque enseñas al que no sabe y estás practicando una obra de misericordia, enseñar al que no sabe. Vamos pidiendo al Espíritu Santo por nuestros maestros oaxaqueños, que son muy criticados a veces por lo que hacen, y no solamente en nuestro estado, criticados en nuestro país. Vamos pidiéndole al Espíritu Santo que los ayude a ellos para hacer un buen discernimiento y siempre dialogar y pensar en esos niños, en esos jóvenes, en esos adolescentes que necesitan que su maestro esté frente a ellos y les transmita ciencia, les transmita ciencia y los prepare, porque el día de mañana serán los que van a dirigir esta sociedad. Ojalá haya un buen entendimiento en toda esta problemática.

Pero vamos pidiendo al Espíritu Santo por ellos.

También vamos pidiendo al Espíritu Santo que haga crecer en sabiduría y en gracia a nuestros sacerdotes, que no somos perfectos, no somos perfectos. Estamos muy limitados, no somos los hombres más virtuosos, no somos los hombres más santos, pero Dios se fijó, se fijó en nosotros y yo siempre me pregunto: ¿qué viste en mí para llamarme, qué viste? Te basta mi gracia, te basta mi gracia.

Necesitamos que usted le hable al Espíritu Santo y nos tenga ahí, en su oración, porque no queremos ser malos sacerdotes, no queremos ser eso. No lo queremos. Queremos ser buenos sacerdotes y usted quiere tener buenos sacerdotes. Ayúdenos a ser buenos. No deje de orar, no deje de pedir al Espíritu Santo que nos llene de sabiduría, que nos llene de santidad, que nos llene de Gracia. El Espíritu Santo está ahí, para concedernos todo lo que nosotros necesitamos, todo lo que nosotros pedimos. Hagámoslo. Sienta la presencia del Espíritu, sienta el gozo y la paz y busque siempre la fuerza divina para seguir caminando y peregrinando por este mundo.

Sea un gran servidor, porque el Espíritu Santo nos tiene que llevar a servir, a ser grandes servidores en medio de la comunidad, porque a eso nos invita el Señor: el que quiera ser el primero, que sea el último y servidor de todos. Sea un gran servidor y también, siga creciendo en el amor a Dios y en el amor a sus semejantes. Un mandamiento nuevo les doy, que se amen los unos a los otros, como Yo los he amado.

El modelo del amor es el amor de Jesucristo en nosotros. Hay que tender a eso, a parecernos cada vez más a ese Amor Divino. Con la fuerza del Espíritu será posible. Pida esa Fuerza y el Espíritu derramará Su Gracia y actualizará los dones que un día le regaló cuando lo confirmaron.

Feliz fiesta de Pentecostés para todos y que nuestra Iglesia siga pidiendo la iluminación del Espíritu para entender el Plan de Dios en favor de todos nosotros.

Que María, Nuestra Madre, la que estuvo ahí, junto con los apóstoles en oración aquel día del Pentecostés, nos siga acompañando también a nosotros en la vida para que seamos unos grandes discípulos de Su Hijo, Jesucristo.

Que así sea.

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