ERNESTO REYES

El próximo jueves, uno de junio, se consuman los primeros seis meses de una administración que arribó con gran legitimidad y apoyo popular, gracias al hartazgo provocado por los gobiernos del PRI y a que, detrás de la propuesta morenista estaba el carisma del líder moral del Movimiento de Regeneración Nacional, Andrés Manuel López Obrador.

La gente dijo: basta, cansada de tanto engaño, maltratos y actos de pillaje cometidos por una élite voraz: desde el exgobernador, Alejandro Murat, su círculo cercano de colaboradores, familia y allegados, hasta sus socios del poder económico.

Lo anterior, no quiere decir que Salomón Jara y el grupo hegemónico que lo rodea no haya merecido ganar y ejercer el poder como lo está haciendo. Jara también decide en el poder legislativo, por lo que éxitos y errores de su gestión se le van a acreditar a él. Salomón será quien reciba aplausos o rechiflas que, en términos políticos, se recogen cuando se celebran elecciones. Claro que hay fenómenos externos, inesperados o demasiado complejos que no podrán atribuírsele al equipo gobernante, pero tiene la mesa puesta para hacer un buen gobierno y no fallar.

En este primer tramo de su administración ha tenido que optar, como se dice en política, por inconvenientes a fin de mantener la gobernabilidad de un estado que por momentos parece incontrolable. Oaxaca es un microcosmos de muchos de los rezagos nacionales que hay que remontar.

A pesar de contar con el apoyo de la presidencia de la República, que se manifiesta en los programas bienestar y la inminente conclusión de las carreteras a Tehuantepec y Puerto Escondido, el detonante económico se centra en el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, proyecto estratégico del Estado mexicano.

Sin embargo, la gente espera propuestas y acciones propias, no solamente la terminación de obras dejadas al garete por el “cachorro”. El gobernador ha hecho saber, entre sus logros, la aprobación de una ley de austeridad que permite ahorrar 500 millones de pesos para programas sociales, la ley de revocación de mandato y la solución pacífica de conflictos como el de San Vicente Coatlán contra Sola de Vega que permitió la reanudación de la súper carretera a la costa. La solución pacífica de las controversias, mediante el diálogo, es garantía de estabilidad para cualquier gobierno.

Ahora bien, si hay castigo ejemplar a los implicados en el Cártel del despojo, entramado compuesto por notarios, traficantes de influencias y malos servidores públicos para robarle a familias oaxaqueñas, el gobierno se anotará un éxito en materia de justicia.

El cariño que prodiga a Oaxaca el mandatario federal obliga a Salomón a entregar buenos resultados y a no extraviarse en estarle respondiendo, por mucho derecho que tenga para expresarse libremente, a supuestos enemigos y a periodistas incómodos. Debe, en cambio, no eludir su responsabilidad para atender la crisis de violencia que se abate contra las mujeres, misma que se expresa en 400 agresiones, entre ellas 57 feminicidios.

Se escuchan comentarios respecto al uso de la fuerza pública frente a cualquier asomo de inconformidad o protesta por parte de grupos pequeños que se manifiestan frente al palacio de gobierno. Algunos de ellos con harta dosis de provocación, situación que se conjuga con la impericia de funcionarios novatos o poco pacientes para atender peticiones y demandas. Trátese de normalistas, desplazados triquis, la sección 22 del magisterio o el grupo más modesto de alguna comunidad. Formar causas judiciales y recurrir a la represión, no es propio de la izquierda que gobierna México. El mismo López Obrador ofreció, antes de tomar posesión, que nunca emitiría orden para reprimir o masacrar al pueblo.

Más allá de cumplir con la estrategia de ordenar el centro histórico y la entidad misma, a fin de no ahuyentar al turismo y la inversión privada, ha llegado el momento, una vez que cuenta con la guía programática que representa el Plan Estatal de Desarrollo, de avanzar con una actitud que no deje lugar a dudas de que su gestión está apegada a lo que promulga la Cuarta Transformación. Y que se conduce con decencia, honestidad y alejado de cualquier ímpetu autoritario.

Si Salomón cumple con el mandato ético de no robar, no mentir y no traicionar al pueblo, con las restricciones a que familiares, amigos y camaradas usen el gobierno como patrimonio propio, quienes votaron por él se lo agradecerán. Por el contrario, si promueve la formación de una nueva casta guinda, la gente le dará la espalda. Las victorias, ha dicho José Saramago, jamás son definitivas. Se cumplen ya los primeros seis meses. ¿Ya tiene usted su opinión?

@ernestoreyes14

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