ERNESTO REYES

Luego de que la Corte anuló la primera parte del llamado Plan B en materia legislativa y que el presidente superó su tercer contagio de Covid, este se ha dedicado a comandar, a su modo, la sucesión presidencial. El presidente habla ahora de un Plan C – para reformar a fondo el Poder Judicial- pero esta figura puede aplicarse también al trámite sucesorio. El presidente ha planteado realizar una encuesta pactada entre la dirigencia y las y los aspirantes, y apoyar a quien resulte favorecido (a) entre la población abierta.

Serán acaso unas dos mil personas quienes respondan para que, una vez procesadas científicamente, se dé a conocer si corresponderá a Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard o Adán Augusto López Hernández tomar la estafeta de este movimiento. Si lo viéramos con las letras del alfabeto, el Plan A, sería Adán Augusto, amigo y paisano de AMLO; el Plan B, a favor de Ebrard: eficiente operador en cualquier posición que se le ubique; y el Plan C, de Claudia, fundadora del movimiento, quien en todas las encuestas aventaja al canciller con más de 10 puntos. Este fin de semana ambos hacen campaña, de manera separada, en la capital del estado y en Juchitán de Zaragoza, generando efervescencia entre sus seguidores. Actos masivos o en local cerrado, según sus propias posibilidades, aunque a favor de la jefa de gobierno se mueven abiertamente cuantiosos recursos y se moviliza gente del gobierno y los municipios. La cargada, pues.

En Oaxaca, hay muy pocos seguidores del titular de Gobernación; un poco más los tiene el de Relaciones Exteriores. La mayoría de la militancia de Morena le está apostando a Claudia. No es gratuita esta predilección, puesto que ella cuenta con la simpatía del gobernador Salomón Jara y de legisladores y presidentes municipales, salvo algunos legisladores locales y federales que sueñan con una sorpresa. La parcialidad hacia la Sheinbaum y quererse comer solos el pastel, les hace cometer excesos, como excluir a importantes grupos morenistas y otras expresiones políticas que se quieren acercar.

Es cierto que Gerardo Fernández Noroña es muy popular entre la tropa, aunque no pertenezca al partido gobernante. De su lado, las tablas políticas de Monreal le han llevado a excesos y dubitaciones sospechosas que pudrieron antes de tiempo sus aspiraciones. Están fuera. La contienda real, entonces, parece estar centrada entre un hombre y una mujer. Quien gane la encuesta seguramente será quien gobierne México para dar continuidad al proyecto de la Cuarta Transformación, ante una oposición disminuida y derrotada moral y programáticamente.

No se requiere quebrarse mucho la cabeza para entender que cuando AMLO habla de relevo generacional y continuidad con cambio está visualizando la prolongación de un régimen que apenas ha sentado las bases de la transformación mediante políticas públicas y cambios legales que favorecen a los que menos tienen. Sin embargo, los cinco años de ejercicio actual, no han sido suficientes para llevar a cabo reformas y cambios profundos a la Constitución; se necesita contar con mayoría calificada (es decir, la tercera parte de los integrantes de ambas cámaras) misma que el movimiento no ha logrado juntar más que en ciertos momentos, teniendo que recurrir a pactar acuerdos con otras fuerzas para sacar a flote iniciativas y proyectos.

Así las cosas, y luego que la Suprema Corte de Justicia de la Nación le dio palo a leyes recientemente reformadas – denominadas coloquialmente como el plan B- el mandatario ha centrado su estrategia en llamar a la población a votar masivamente en los comicios próximos con esta reflexión en la mente:“¿Quieres que siga la transformación? Ya sabes por quién vas a votar en 2024. ¿Quieres que regresen los corruptos? También ya sabes”.

Esta idea la explicó el 16 de abril pasado, en San Pedro Coxcaltepec, Cántaros, localidad mixteca que ya cuenta con carretera: “Una vez que la gente decida, ya cerramos filas, ¡y vámonos todos juntos para volver a triunfar, para que siga adelante la transformación de la vida pública de México!”

Vistas, así las cosas, el velo se descorrerá tan pronto concluyan las elecciones de junio en dos estados de la República. Sabemos que, en política, como en el béisbol, nada es seguro hasta que se canta el último out, por lo que cualquier situación o una catástrofe política puede cambiar las cartas de la sucesión apresurada. Hasta hoy, el Plan Claudia va.

@ernestoreyes14

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