HOMILÍA DE MONS. PEDRO VÁZQUEZ VILLALOBOS, ARZOBISPO DE ANTEQUERA OAXACA
Antequera, Oax. 16 de abril del 2023.-Durante su homilía dominical Mons. Pedro Vázquez Villalobos invitó a los padres de familia a dejarles a sus hijos la más grande herencia que es la educación, “sigase sacrificando por sus hijos”.
Reiteró que esa herencia les permita a ellos amar la escuela. “Sé que no es fácil, porque hay muchas cosas que nos distraen”
Estar sentados y tener en las manos unos libros y estudiar y hacer tarea no es fácil. Por eso, acompañe a su hijo, por eso dedíquele palabras de aliento a su hijo.
Feliz semana para todos, algunos regresarán al trabajo, no se le olvide que tiene un motivo para trabajar y el motivo para trabajar es porque, ahí en casa, hay unas personas que lo aman y por eso se sacrifica por ellos, por eso trabaja, por eso se cansa, por eso se desgasta, por amor a su familia, por amor a su familia. Encuentre motivo a la labor que realiza.
Que Dios nos acompañe y que usted pueda descubrir su presencia en todo momento y que haga feliz a los demás llenándolos de la paz y la armonía que nace de un corazón que ama.
Felicidades a todos y que Dios los colme de Gracia y bendición.
Que así sea.
Previamente recordó pasajes bíblicos muy significativos que nos ilustran la vida de Jesus y su encuentro con los apostoles.
El domingo pasado, celebrábamos con inmensa alegría la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo y, hoy de nuevo, ocho días después, el domingo, nos volvemos a reunir para celebrar la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
El Evangelio de hoy, en su inicio, nos dice que, al anochecer del día de la Resurrección, se presentó Jesús con sus Apóstoles y les saludó diciéndoles: la paz esté con ustedes y dice también, ocho días después, estando reunidos los Apóstoles, Jesús de nuevo se presenta: la paz esté con ustedes.
En el primer encuentro, reciban al Espíritu Santo, a quienes les perdonen los pecados les quedarán perdonados. En el segundo encuentro hay un diálogo muy personal de Jesús con el Apóstol Tomás: trae acá tu dedo, trae acá tu mano.
En el primer encuentro, el Señor les muestra las manos y el costado, signos del Crucificado, son signos del Crucificado, El que está frente a ellos, saludándolos, la paz esté con ustedes, es el Crucificado, porque tiene esos signos en sus manos, en sus pies y en su costado.
El Apóstol Tomás quiere ver esos signos del Crucificado, porque no quiere tener ninguna duda y porque dice: viéndolo, no solamente porque ustedes me lo dicen, yo voy a creer y el Apóstol Tomás reconoce el Señorío de Jesús y la Divinidad de Jesús: Señor mío y Dios mío. Señor y Dios, eres Mi Señor y eres Mi Dios. Eres El que murió por mí en la cruz y eres El que ha Resucitado y que estás VIVO.
Para encontrarnos con el Resucitado, se necesita estar en comunidad, en comunidad. El Apóstol Tomás, en el primer encuentro, no estaba en la comunidad, no estaba con los demás Apóstoles, andaba afuera y el Señor se presenta donde está reunida la comunidad.
Al siguiente domingo, está reunida la comunidad y de nuevo se encuentra el Señor y aquí quiero decirle a usted ¿quiere tener un encuentro con el Resucitado? Sólo se puede tener en la comunidad, fuera de la comunidad no se puede encontrar con el Resucitado, por eso hemos venido aquí, a reunirnos como comunidad, el día domingo, para encontrarnos con el Resucitado, para que nos diga el Resucitado: la Paz esté con ustedes.
Pero tal vez usted piense, para encontrarme con el Resucitado solamente será el día domingo, el día de la Eucaristía, el día del Señor… pienso que hay otra comunidad. En primer lugar, su familia, su familia. Su familia es una comunidad doméstica, es una pequeña Iglesia doméstica y, en esa comunidad, de familia, encuéntrese con el Resucitado, que le saluda diciendo: la paz esté con ustedes.
Revise si en su vivencia familiar usted está colaborando para que haya esa paz, esa paz, porque la paz no nos viene del cielo, la paz la hacemos nosotros, la vivimos nosotros, aceptando a los demás, así como ellos son, amándolos, perdonándolos, teniendo misericordia, colaborando para que haya armonía, haya un buen entendimiento, haya una alegría y un gozo de estar reunidos en la vida familiar. Allí tiene que estar el Resucitado, ahí tiene que hacerse presente, porque usted cree en el Resucitado.
Haga creíble al Resucita en su casa, en primer lugar, no huya de su hogar, que no le pique su casa, que no prefiera usted andar fuera de casa, porque fuera de casa va a ser difícil encontrarse con el Resucitado y nosotros no podemos caminar sin Su presencia, sin Su compañía, sin experimentar Su Amor y Su Misericordia.
Diga con su testimonio que Cristo está vivo, que Cristo ha resucitado y que Cristo nos llena con Su Paz.
Hoy vivimos en todo el mundo, por voluntad de San Juan Pablo II el domingo de la Misericordia. Creo que estos textos nos han ayudado, por esa misericordia que debe de haber en los discípulos del Señor se puede compartir, se puede compartir. Se puede compartir la vida y se pueden compartir los bienes.
La primera comunidad vivía ese compartir. Se juntaban para la oración y la fracción del Pan y podían todo en común y nadie pasaba necesidad entre los discípulos del Señor.
Hoy, a veces caminamos como desconocidos, caminamos por nuestras calles y no volteamos ni a vernos, porque somos desconocidos. Les extraña a veces que uno diga “buenos días, buenas tardes, buenas noches”, que uno diga “hola”, les extraña ¿Por qué? Porque cada uno de nosotros vive en su mundo y no queremos entrar en el mundo de los demás y son nuestros hermanos, son los discípulos del Señor, son los que deberían sentir nuestro amor, nuestra caridad, nuestra comprensión, nuestra amabilidad y nuestro respeto, pero pasamos y nos encontramos como si no nos encontráramos con nadie, con nadie.
Algo dejamos de hacer y a lo mejor decimos: es que nuestra ciudad ha crecido muchísimo y a la mayoría no la conocemos… ¿y pierde usted algo saludando al que se encuentra? ¿pierde usted algo? Si dice “buenos días” ¿qué le va a pasar?, pues tal vez le van a responder el saludo… o tal vez no se lo van a responder… pero usted hizo lo que tenía que hacer, pasó frente a una persona y no la ignoró, no la ignoró, porque le ha saludado.
No ignore a los demás.
Hoy, esto nos tiene que llevar a pensar que sólo viviendo el amor podremos nosotros vivir la misericordia. No se puede ser misericordioso si no se ama, si no se ama. No se puede perdonar si no se ama. ¿Por qué Dios es misericordioso con nosotros? Porque nos ama. ¿Por qué Dios nos perdona? Porque nos ama y usted tiene que imitar a Dios. Viva la misericordia amando. Viva el perdón amando y no niegue su misericordia y su perdón para alcanzarlo de parte de Dios.
Perdonen y serán perdonados, sean misericordiosos como Su Padre es misericordioso.
No se le olvide eso, porque si se le olvida, si se le olvida no va a perdonar y no va a tener misericordia y con qué cara se puede presentar ante Dios y decirle: ten misericordia de mí, perdona mis pecados si yo no estoy perdonando, si yo no estoy teniendo misericordia con uno de mis hermanos. ¿Con qué cara exigimos el perdón, con qué cara pedimos misericordia, si no la estamos dando?
Hoy es el domingo de la Misericordia. Hoy me encuentro con El que siempre tiene misericordia de mí porque nunca deja de amarme y dio Su Vida por amor a mí, por amor a mí. Así viva, por amor a Dios. Sé que se le dificulta perdonar y tener misericordia, sé que se le dificulta, porque este corazón humano siente las heridas, siente el dolor que le ha causado la persona al hacerle daño, a usted o a un ser querido, pero tenemos que decir: por amor a Dios, por amor a Dios yo hago esto y para fin de que esto yo lo haga, le tengo que decir a Dios: concédeme la Gracia de tener misericordia y perdonar, concédeme la Gracia y Dios se la va a conceder.
Dentro de usted habita el Espíritu Santo, dentro de usted. Usted es un templo del Espíritu Santo. Dentro de usted está Dios, que es AMOR. Dios que es AMOR.
Entre en diálogo con Él y dígale lo que le cuesta a usted, dígale lo que le cuesta, para que la fuerza del Espíritu le inunde y le haga arder en el amor y eso lo lleve a ser misericordioso y perdonar.
Por amor a Dios, por amor a Dios hay que vivir así, con misericordia, como lo es el Señor con nosotros.
Pidamos la intercesión de María, Nuestra Madre, la que quiere que nosotros, los hijos de Dios estemos en comunión, vivamos la fraternidad, nos sintamos felices de encontrarnos. Digámosle a María, que como discípulos de Su Hijo, Jesucristo, queremos hacer vida el Evangelio, que nos alcance las Gracias que cada uno de nosotros necesita para ir logrando todo esto.
Una feliz semana para todos, segunda semana de Pascua, disfrutémosla y vayamos al encuentro de nuestros hermanos. Sus niñitos regresarán a la escuela, sus jovencitos regresarán a las instituciones educativas, acompáñelos, anímelos, motívelos, para que ellos sean unos grandes estudiantes y se preparen.