SOLEMNIDAD DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR HOMILÍA MONS PEDRO VÁZQUEZ VILLALOBOS

9 ABR 2023. Dios nos ha permitido vivir la Cuaresma y prepararnos espiritualmente para esta gran Fiesta de la Resurrección, la fiesta central de nuestra fe.

No creemos en un muerto, creemos en El que está VIVO. No creemos en alguien que fue derrotado en la Cruz, sino al que resucitó. Creemos en la VIDA.

Nuestro Señor ha resucitado.

En estos tiempos, la Palabra de Dios nos va a ir ayudando para que, recordando las vivencias de los Apóstoles y de los discípulos, testigos de la Resurrección, nosotros podamos reafirmar la verdad central de nuestra fe y esa verdad central de nuestra fe es la Resurrección.

El que resucitó de entre los muertos, prometió que nos resucitaría. Creemos en la resurrección de los muertos, porque creemos en la Resurrección de Jesucristo.

San Pablo nos dice: si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe, pero Cristo resucitó, entonces nuestra fe no es vana. Nuestra fe es firme, segura y así como creo en la Resurrección de Cristo, creo en mi propia resurrección.

El Señor Jesús, en diferentes momentos les habló a sus apóstoles y les anunció Su muerte en la Cruz y les decía: pero al tercer día resucitaré, al tercer día resucitaré y hoy el Evangelio nos dice que no habían entendido sobre el anuncio de la Resurrección. Eso que les había dicho Nuestro Señor varias veces no lo habían entendido, pero ahora vieron signos, vieron signos. La tumba está vacía. El que fue sepultado ahí, Jesucristo, que murió en la Cruz, ya no está. Están los lienzos, está el sudario, pero Él no está.

La piedra que tapaba el sepulcro está movida, el sepulcro está abierto, signos de que el que fue sepultado ahí ha resucitado.

Acuérdese de lo que dijo Nuestro Señor, cuando tuvo un diálogo, ya resucitado, con el apóstol Tomás: dichosos los que, sin ver, creerán… y ese es usted, usted es dichoso, porque sin haber visto a Cristo Resucitado como lo vieron los Apóstoles, usted cree en Su Resurrección y es testigo de la Resurrección, es testigo del Resucitado.

Quiero que piense y que pensemos juntos, si nosotros utilizamos nuestra Cuaresma para prepararnos a tener esta vivencia de Gracia, de Santidad y de triunfo, de victoria, junto con Nuestro Señor, ¿usted es un hombre nuevo? ¿usted es una mujer nueva? ¿usted ha muerto a los vicios, al pecado y ha resucitado a la vida de gracia?

¿Qué signos en su vida, en su ambiente familiar, en su trabajo, qué signos nos dicen que ahí no hay presencia de Resurrección? ¿Hay situaciones de pecado? ¿hay injusticias? ¿hay maldad en el corazón del hombre? ¿hay asesinatos? ¿hay muertes violentas? ¿hay feminicidios? ¿hay inseguridad? ¿hay robos? ¿hay mucha droga? ¿hay muchos vicios? ¿hay muchos centros de diversión y de pasatiempo no tan buenos, no tan limpios, no tan sanos?

No hay presencia del Resucitado en ciertos espacios y en ciertos lugares, no hay presencia del Resucitado y la presencia del Resucitado la tiene que dar usted, con su vida, la tengo que dar yo con mi vida. Usted, donde se pare, haga presente al Resucitado, en la vivencia de Gracia y de Santidad. Santifique los espacios donde usted camina y donde usted vive, santifíquelos.

Que el Resucitado se haga presente en su persona y a través de su persona. En ese ambiente donde usted se mueve santifique y haga posible que esté presente la Luz, que esté presente la Vida, que esté presente la Gracia, que esté presente la Santidad, que estén presentas las buenas obras, para que así el Resucitado esté en medio de nosotros.

Lo necesitamos, lo necesitamos.

Ojalá y usted se convenza de que debe de ser testigo de la Resurrección, donde quiera que ande sea testigo de la Resurrección y viva resucitando cada día a una vida nueva.

Quiero también decirles que, al leer el Evangelio, al proclamarlo y al decirles que el sepulcro estaba vacío, vino a mi mente el pensamiento de tantas madres y tantos padres de familia que buscan a sus seres queridos, pero no en las tumbas, no en los sepulcros, ¡no!, los buscan en otros espacios, porque se los llevaron, los levantaron y tienen meses y tienen años buscando a su ser querido y no lo encuentran y encuentran fosas, donde hay restos humanos y esperan encontrar en esos restos, los restos de los suyos.

Cuánto sufrimiento, cuánto dolor. Los padres quieren saber dónde quedó su hijo, qué hicieron con su hijo. Probablemente usted ha tenido ese dolor y ese sufrimiento, porque alguien cercano, un pariente suyo se lo han llevado y no sabe dónde está.

Yo tengo parientes míos que no saben dónde están, que no saben qué pasó con ellos, qué pasó con ellos y hay mucho dolor y se vive con la esperanza de encontrar, de tener una noticia, de saber algo, pero pasan los meses y los años y no se sabe nada… cuánto dolor.

Queremos darles, como decimos, cristiana sepultura y no podemos, porque no tenemos sus restos, no los tenemos. La tumba está vacía, las fosas comunes están llenas de huesos, dolor, tristeza, pero ellos resucitarán, resucitarán y yo quiero que usted siga trabajando para resucitar para la vida, no vaya a resucitar para la eterna condenación, ¡no!, porque el cielo es para usted, el infierno es para el diablo y sus ángeles, pero no para usted, para usted es el cielo. Gánese el cielo, gáneselo. Trabaje para ganarse el cielo y pidamos por tantas personas que no se sabe de ellos, pero que sabemos que van a resucitar y le pedimos a Dios que resuciten para la vida, para la vida y le pedimos a Dios que cambie los corazones de los que los han endurecido y que puedan tener un corazón de carne, para que sienta, para que ya no levante la mano contra su hermano.

Todo eso hay que pedírselo al Resucitado en esta gran Fiesta de la Resurrección.

Alegrémonos por la Resurrección, alegrémonos.

Viene a mi mente, porque no se ha podido borrar, lo que me dijo un niño el viernes en la noche: mi hermanita está secuestrada, mi hermanita está secuestrada, me lo dijo un niño, como de seis, siete años… mi hermanita está secuestrada.

Cuánto dolor. Que regrese la hermanita, que regrese y que regresen tantas personas que están perdidas y que no se sabe de ellos, porque queremos alegrarnos por su presencia y poder decir: ha resucitado, está con nosotros, de nuevo nos encontramos con el ser querido… de nuevo.

Dios los proteja a todos, los proteja, los cuide, donde quiera que anden y siempre dedíquense a hacer el bien, porque el Resucitado es lo que quiere, que usted haga el bien para que, al final de la vida, lo resucite para la vida y viva en la Eternidad con Él.

Que así sea.

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