ERNESTO REYES

De pena ajena, el espectáculo trágico, cómico y político para oponerse al llamado Plan B que incluye reformas a las leyes electorales, no a la Constitución que, entre otras cosas, reduce el costo de las elecciones, gastos de la burocracia y obliga a la remoción del cargo, mismo que desapareció formalmente, del secretario ejecutivo del Instituto Nacional Electoral, Edmundo Jacobo Molina. 

Prominente personaje que actuaba con gran poder de decisión en materia presupuestal y en la operación de la estructura de todo el instituto, Jacobo manejó, desde el año 2008, todo lo relacionado con procesos electorales tan importantes como los federales del 2012 y 2018. Socio de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, permaneció inamovible durante 15 largos años y solo se le podía retirar, antes de la reforma, mediante un juicio político, igual que sucede con legisladores y gobernantes. 

Descontentos, los consejeros del INE interpusieron controversias constitucionales en contra de las leyes de comunicación social y responsabilidades administrativas, a fin de que no se mueva ni una hoja de la obesa estructura burocrática del órgano electoral. Al igual que la élite dorada del Instituto, no los trabajadores de a pie que realizan una labor digna de reconocerse, Edmundo Jacobo percibía más de 166 mil pesos mensuales, mucho más que el salario asignado al presidente de la República. 

El INE ha considerado en la queja, que dichas reformas producen una violación directa a las funciones del órgano constitucional autónomo. El espíritu de la reforma, que todavía la puede invalidar el poder judicial, es reducir gastos excesivos que no van con el espíritu de austeridad que el gobierno de la 4T busca establecer como conducta ética en el servicio público.

En posicionamientos y la campaña mediática que mantiene la burocracia del INE y los partidos de oposición para desacreditar la legislación reformada, se asegura que los ciudadanos estarían por perder hasta su derecho al voto, para dejar a su arbitrio el manejo y resultado de los comicios en favor del partido gobernante. Se quejan airadamente de que el Ejecutivo y el Poder legislativo rompieron el orden constitucional y se atenta contra un organismo autónomo y ciudadanizado.

Bajo la consigna de “El voto libre no se toca”, “La democracia no se toca” y “El INE no se toca”, entre otras, el INE se ha convertido en una causa para los partidos PAN, PRI y PRD y otros sectores que realizan esfuerzos unitarios para ganar la elección presidencial próxima. Desde su posición de mando del funcionariado electoral, Edmundo Jacobo ha sido pieza clave para las impugnaciones presentadas ante el poder judicial, argumentando que el INE va a quedarse sin recursos, como lo aseguraron estridentes oradores el pasado domingo.   

El episodio no parece terminar ahora, aunque la nostalgia invada a la excandidata presidencial Patricia Mercado quien se soltó a llorar, quizá extrañando favores de la secretaría ejecutiva del INE. No me imagino la corona de lágrimas que les acompañe cuando en abril próximo salgan, para siempre, los cuatro consejeros electorales encabezados por Lorenzo Córdova, que tendrán que ser sustituidos, esperemos, por personas decentes, dignas e incorruptibles. Y que no vaya a suceder como con los recientes ministros de la Suprema Corte que muy pronto terminaron traicionando al mismo presidente que los impulsó. 

Tentaciones represivas

Mientras tanto en Oaxaca genera posturas encontradas la paliza propinada a protestantes serranos de Santiago Xiacuí, “razones de Estado”  que esgrimen funcionarios que manejan la política interna, quienes no se imaginan el costo político para cualquier gobierno cuando a la primera provocación se decanta por la intervención de la policía con gases lacrimógenos, que tan dolorosos recuerdos convoca a varios que hoy son autoridad y recomiendan el “uso legítimo de la fuerza”, al estilo del “carnicero” del 2006, Ulises Ruiz. Revisen la experiencia de Nochixtlán y otros episodios de represión que terminan en muertes y heridos que nadie desea. 

Servidores públicos de mecha corta, irresponsables con los postulados de la Cuarta Transformación que aboga por el amor al prójimo, por la solución pacífica de los conflictos y extrema tolerancia, aunque haya líderes muy soberbios – maestros, normalistas, transportistas, etcétera- que estiran la liga para que la autoridad caiga fácilmente en las redes de la represión. Es tiempo de rectificar, igual con Lorena Merino, una de las “compañeras triquis de antes”, encarceladas y criminalizadas por un “delito” menor”. Apenas van tres meses, no desdibujen los afanes libertarios y la tradición de lucha, en las calles y en donde sea necesario, que son característicos del pueblo oaxaqueño. Que el poder no los vuelva locos. Con los Murat y Ulises tuvimos suficiente.

@ernestoreyes14

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