Francisco Alejandro Leyva Aguilar

Solamente ayer 26 de enero, se registraron 74 homicidios dolosos en México -de acuerdo a cifras oficiales-, porque por ejemplo en esas cifras no se registran el asesinato de una mujer en Coyotepec Oaxaca, de un varón en Suchilquitongo Etla y de otro joven en la la Primera Etapa del Infonavit también en Oaxaca.

El registro nacional dice que fueron ejecutados ayer 74 personas: 11 en Baja California, 9 en el Estado de México, 8 en Guerrero, 4 en Chihuahua, 4 en Puebla, 4 en Oaxaca, 2 en Chiapas, 1 en Colima, 5 en Guanajuato, 3 en Jalisco, 2 en Michoacán, 3 en Morelos, 1 en Querétaro, 3 en Sinaloa, 3 en Sonora, 4 en Veracruz y 6 en Zacatecas.

En 2022, hubo 30 mil 740 asesinados y en lo que va del sexenio ya suman 144 mil 820 homicidios dolosos en el país. La proyección de los expertos nos dice que seguramente en el primer trimestre de 2023, el Gobierno de López llegará a la macabra cifra de 156 mil muertos que marcó al Gobierno de Enrique Peña Nieto como el más violento.

El peje claro que rebasará por mucho esa cifra y eso que la estrategia de seguridad pública, es “abrazos, no balazos” que se le olvidó por cierto, en el operativo en el que detuvieron a Ovidio Guzmán López hijo del Chapo y donde murieron unas 30 personas entre civiles armados y fuerzas federales.

De diciembre de 2018 a Octubre de 2022, se registraron 135 mil 464 homicidios dolosos y feminicidios y aquí quiero hacer un paréntesis para referirme a Oaxaca que lleva solo en la administración de Salomón Jara 35 homicidios dolosos en menos de 31 días de Diciembre y 26 días de enero. De ellos por lo menos son 9 feminicidios.

Algo pasa en las calles de México que se han vuelto escenario de masacres, de crímenes atroces como el ocurrido en la carretera Xalapa-Veracruz donde acribillaron a una familia completa y donde no respetaron la vida ni de los infantes.

Desapariciones forzadas como la ocurrida en el Estado de México por parte de la Guardia Nacional de un joven que no cometió ninguna infracción, secuestros, robos a mano armada, sicarios en motocicleta, son la constante en las calles de las ciudades de México en la mayoría gobernadas por Morena.

Zacatecas se cuece aparte. Ahí es evidente el clima de inseguridad. Ahí los pobladores no tienen la certeza de regresar con vida a sus casas después de una jornada de trabajo porque el crimen organizado y el no organizado, es dueño y señor de vialidades, plazas comerciales, carreteras, y de todo el territorio. Ahí, ocupan los puentes como tendedero de cadáveres para mandar narcomensajes.

Es evidente entonces que vivimos bajo la influencia macabra de los señores del narcotráfico, que se pelean las plazas, que ganan y pierden sus guerras en las calle sin importarles que haya civiles que nada tienen que ver con sus sucios negocios.

Resulta que, al renunciar al Estado de Derecho con su estrategia de “abrazos, no balazos” López ha entregado México a los narcotraficantes, por lo que podemos suponer que la supuesta detención de Ovidio Guzmán no fue un hecho de contundencia en política de seguridad, sino un pacto con los criminales para agradar a Estados Unidos y al Presidente Joe Biden; seguramente al no tener cuentas pendientes en México pronto será liberado.

Vivimos en un naco estado, promovido por las más altas esferas del poder por una sola razón: conservar el poder después de 2024. Al peje le espanta que la Alianza por México, Movimiento Ciudadano o algún candidato independiente, vaya a ganar la elección porque sabe cuántos delitos del fuero común y del fuero federal ha cometido e incluso aceptado, como la liberación de Ovidio en 2019.

El peje tiene pavor de perder la elección, porque sabe que muy probablemente él y sus hijos van a ir a parar a la cárcel justamente por sus nexos con el crimen organizado, por eso tiene ese pacto cuasi visible con los señores del narco, para que ellos garanticen que, en 2024, va a ganar su corcholata favorita.

Ejerce bien la teoría del pánico, nos mete miedo cuando nos damos cuenta de la inseguridad que hay en las calles de todo México y sabe que los narcotraficantes pueden ejercer una presión importante en las elecciones, como sucedió ya en varios estados de la república.

Lo que no sabe, es que la sociedad organizada y movilizada en masa, sí puede quitarle con el voto y sin derramar sangre, su estrategia y el mexicano está consciente de que las decisiones de un demente, nos están hundiendo como país.

Hay otro ingrediente: La política de seguridad de los Estados Unidos, pero eso será tema de otra reflexión.

@leyvaguilar
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