Francisco Alejandro Leyva Aguilar
Ayer comenzó un nuevo año que no se ve muy halagüeño para los mexicanos, con una economía devastada, con la antigua esperanza destrozada, con miles de asesinatos, con una inflación que no cede ni porque aumenten las tasas de interés, con una nueva ola de covid, con una vacuna que no la recomiendan los médicos y con un “presidente”, así en minúsculas y entre comillas cada vez más iracundo y desesperado, sabedor de que pasara a la historia como el peor hombre -si a eso se le puede llamar hombre- que haya dirigido los destinos del país.
Sin embargo un año nuevo representa una posibilidad de regeneración, de crecimiento, de expectativa y está en nosotros los mexicanos, construir el andamiaje social en el que podamos transcurrir 2023 rumbo a la salida en definitiva, de quienes han sumido en la miseria a México y lo han polarizado para poder dominarlo.
Este 2023 en que las energías limpias se vuelven una necesidad imperiosa y en la que la tecnología 5G se generaliza por todo el continente -tardíamente, hay que decirlo-, en la que el metaverso ha invadido la realidad física y ya no sabemos bien a bien qué es real y que ficción; en la era evolutiva de la pos-verdad, la Big Data y los algoritmos que encapsulan a la sociedad, tenemos un “presidente” que sigue pensando neciamente en refinar petróleo, en depender del gas y en deforestar miles de hectáreas de selva para construir un tren que nadie pidió.
Esa es la triste realidad del México del siglo XXI, del año 2022 que de alguna manera nos adaptó para vivir las nuevas realidades de este año que hay inicia. El comienzo de una pandemia que nos cambió la vida y que nos introduce más y más a las realidades alternativas, al saludo, abrazo y beso al través del WhatsApp, el Facebook, Twitter. Tic Toc y demás plataformas con sus e-mojis para evitar el contagio pero demostrar que la gente, la familia y los afectos n os siguen importando.
2023 entonces es el comienzo de una nueva era, un cambio de época. El orden mundial como lo conocíamos después de la guerra fría y la caída del muro de Berlín, ya no existe más puesto que la prioridad de los países será garantizar su independencia y seguridad, tal y como sucede en estos momentos con Ucrania invadida por una Rusia soberbia y prepotente.
La Unión Europea y los Estados Unidos, que son los grandes consumidores, estarán mucho más concentrados en proteger su industria y su autonomía estratégica y obviamente los presupuestos para defensa y seguridad, serán cada vez más altos en esos países al igual que en África mediterránea y Asia-Pacífico porque las alianzas, incluidas las comerciales serán más pragmáticas y menos ideológicas.
Mientras eso pasará en el viejo continente y con nuestros vecinos del norte, en la América Latina, la sociedad se polarizará por el giro hacia la izquierda que tuvo en los años anteriores y con un “presidente” mexicano buscando un liderazgo que otros actores políticos le niegan.
Esa polarización la veremos en el Brasil de Luiz Inacio Lula Da Silva, lo mismo pasará en Perú, en las elecciones de la Argentina cada vez más devastada por la izquierda y sus escándalos, lo mismo sucederá en la Constituyente de Chile.
Las economías de Latinoamérica sufrirán al doble, porque -aunque presuman en México la estabilidad del peso- habrá una revalorización del dólar americano y, como consecuencia de la corrupción y los desfalcos financieros para sostener los regímenes totalitarios, la inflación seguirá presente.
La falta de pago de deudas como la del Salvador que -como México- no produce, agravarán los movimientos migratorios hacia Estados Unidos y Canadá, lo que volverá a colocar a México en una crisis humanitaria.
Una muy buena noticia en 2023 para América Latina será -y no soy brujo pero no hay mal que dure cien años ni pueblo que lo aguante- será la caída del régimen bolivariano de Venezuela, motivada por la crisis energética mundial, además de las negociaciones de paz en Colombia que reforzarán el régimen de izquierda moderada de Gustavo Petro.
México en tanto, seguirá en la polarización organizada desde Palacio Nacional pero con condiciones diferentes. La elección en este año del Gobierno del Estado de México, marcará la pauta para que una gran alianza ciudadana, pueda competir de manera contundente en 2024 para erradicar el populismo que tanto daño le ha hecho estos 4 años al país.
Cierto, el panorama no es el mejor y hay nubarrones en el horizonte, nubarrones oscuros y tenebrosos como el apoyo del narcotráfico al actual gobierno obradorista, nubarrones como la elección del o la Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, o la desaparición del INE para favorecer los aviesos fines del populismo.
Sin embargo, México es más grande que sus problemas y sus enemigos y seguro estoy que habrá congruencia y sobre todo acción para acabar con la crisis causada por López Obrador.
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