Alejandro Leyva Aguilar

¿Y si Alejandro Encinas está buscado en lugares equivocados?, me parece que las versiones de la verdad histórica y la verdad de la cuatroté, son un cuento chino para distraer la atención de dónde exactamente se encuentran los cuerpos de los 43 desaparecidos de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa Guerrero.

Tuve contacto con una persona que estuvo hace 8 años allá en Guerrero, comisionado a un Batallón del ejército en ese estado y por obvias razones no puedo revelar su nombre, pero tiene una versión muy distinta a la divulgada hace unos días por Milenio y sacada de la declaración al “pajarraco”, un sicario de los guerreros unidos que presuntamente sabe qué paso con los estudiantes.

En el video de Milenio, el “pajarraco” detalla la manera en que fueron acribillados, apilados, los cuerpos rellenados de diésel y posteriormente incinerados, para que después de un día de consumirse en el fuego, fueran tirados al río San Juan, donde la corriente los arrastraría.

Las varias comisiones para el esclarecimiento del caso Ayotzinapa, no han podido ratificar las declaraciones de los miembros del cártel guerreros unidos o las de Solalinde que dicen que los estudiantes fueron asesinados e incinerados, incluso expertos en cremación de cuerpos han dado sus versiones para desmentir que con troncos de árboles y llantas de autos, se pueda llegar a los 800 grados centígrados necesarios para la incineración.

No obstante, justamente en Guerrero, se encuentra “la Boca del Diablo”, una oquedad muy conocida en la revolución mexicana y posteriormente en la “guerra sucia”, donde fueron a parar decenas, sino miles de cuerpos que aún están desaparecidos.

El pozo de Meléndez tiene una historia de terror. Se ubica en Puente Campuzano, Guerrero a un lado de la carretera que conecta a Taxco con Iguala, muy cerca de donde desaparecieron los normalistas, en la base de la Colina donde se ubica la Universidad Politécnica del Estado de Guerrero.

Ahí está la “trompa del diablo” que es una grieta circular en el suelo de aproximadamente 5 metros de diámetro, pero que hasta la fecha, no se ha determinado su profundidad. Ahí cabe perfectamente un hombre con todo y caballo.

La oquedad es conocida como el Pozo de Meléndez porque justamente ese es el apellido de la persona que la descubrió y, cuentan las leyendas sobre todo en Taxco, que Meléndez fue un jefe revolucionario que arrojaba vivos a sus enemigos porque entonces se pensaba que no tenía fondo.

Hay testimonios varios en la comunidad de Puente Campuzano sobre vehículos que se estacionan por las noches presuntamente a tirar cuerpos, pero nadie ha denunciado los hechos por miedo y porque se ha vuelto una actividad cotidiana, muy común que ya es parte del folklore de la región.

Algunos testigos afirman que “hubo un tiempo que se volvió tan frecuente, que una vez a la semana veíamos carros que llegaban por las noches. Nos tocó escuchar gritos de auxilio que nadie quería denunciar porque sabíamos que eran policías judiciales o militares”.

El Pozo Meléndez está muy ligado con desapariciones de personas en las décadas de los sesenta, setenta y ochenta durante la llamada guerra sucia que en su punto más álgido 1969-1979, elementos del ejército y la policía judicial de guerrero, fueron señalados como los responsables de desaparecer a cientos de personas involucradas con el Partido de los Pobres (PDPL), la Brigada Campesina de Ajusticiamiento, La Asociación Cívica Guerrerense, las Fuerzas Armadas Revolucionarias y otras asociaciones guerrilleras relacionadas con los líderes Lucio Cabañas y Genaro Vásquez, ambos por cierto egresados de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa.

Los familiares de los desaparecidos de entonces tuvieron que esperar muchas décadas para que la Comisión de la Verdad del Estado de Guerrero corroborara que elementos de procuración de justicia desaparecieron a un total de 532 personas en 17 estados de la república, 322 de ellas en Guerrero.

En la actualidad el Pozo Meléndez se encuentra clausurado por una reja pero ¿qué le impide al ejército quitarla y tirar ahí lo que le estorbe con la seguridad de que probablemente no lo encuentren nunca?, mi contacto me aseguró que la ubicación de la Trompa del Diablo, es muy conocida entre sicarios y militares e incluso que sigue siendo utilizada para ese fin.

¿Qué es más probable entonces?, que los hayan incinerado o solo ejecutado para luego tirarlos, junto con miles más a la “boca del diablo.

Ahí se lo dejo de tarea al Subsecretario Alejandro Encinas para que no se le haga más bolas el engrudo, aunque si debe determinar tanto la participación de los militares, como la muy probable colusión con los guerreros unidos y con el matrimonio Abarca-Pineda, antes que la Fiscalía de Alejandro Gertz Manero, los libere.

@leyvaguilar
Instagram: leyvaguilar
Facebook: Francisco Alejandro Leyva Aguilar

Compartir