HOMILÍA DE MONS. PEDRO VÁZQUEZ VILLALOBOS, ARZOBISPO DE ANTEQUERA OAXACA
24 DE JULIO DEL 2022. Qué alegría me da mirarlos en esta Iglesia Catedral y, muy en especial, a tantas personas que han venido a visitarnos a Oaxaca por estos días y, a pesar e su vacación y de su descanso, le quieren dedica a Dios este momentito porque no se olvidan que es domingo y sienten que tienen un compromiso muy grande con El que les permite vivir estos tiempos de descanso, de pasatiempo, de alegría en nuestra ciudad y en nuestros pueblos de Oaxaca.
Gracias por venir aquí y no me cansaré de decir que la presencia de ustedes, que vienen de vacaciones y se hacen presentes aquí, nos evangelizan, nos dicen a quienes vivimos en esta ciudad de Oaxaca que no dejemos de participar en el encuentro vivo con el Señor el día domingo, en una celebración Eucarística.
Ustedes, que han venido a visitarnos y por supuesto los que vivimos aquí, pues sabemos que hay muchos templos, no habrá muchos sacerdotes pero sí hay muchos templos y en todos los templos se celebra por lo menos una misa, claro, los templos que están abiertos porque tenemos unos cerrados por años, que fueron dañados por los sismos y no se ha podido de nuevo abrir sus puertas porque están en peligro.
Gracias por venir.
Miren, qué hermosa la Palabra de Dios en este domingo. Cuando estaba escuchando el Libro del Éxodo, en la Primera Lectura y pensando en Abraham, que le suplicaba a Dios misericordia por aquel pueblo de Sodoma y de Gomorra, si encuentras cincuenta justos, si encuentras treinta, llegó hasta diez y si le hubiera seguido el Señor le hubiera dicho: por esos 5, por ese uno no destruiré a la ciudad porque la misericordia de Dios es muy grande, muy grande. Ahí lo demuestra el Señor, respondiendo a esa oración de intercesión de Abraham: ten misericordia, no destruyas a ese pueblo por los justos que haya allí y el Señor respondía inmediatamente: no lo destruiré si encuentras ahí ese número de justos.
Comencé a pensar, cuando estaba escuchando eso, me imaginé a padres de familia, a cientos, a miles de padres de familia que cuando ven que su hijo o su hija no va por el camino correcto, interceden por ellos y le dicen a Dios: misericordia, mi hijo anda mal, mi hijo anda en malos pasos, mi hijo anda en negocios sucios. Ten misericordia, no los destruyas, no acabes con él, misericordia.
El corazón de un padre y de una madre, que se llenan de ternura, le hablan a veces con lágrimas en los ojos a Dios, que es Padre y que está lleno de misericordia y de un amor infinito para que sea misericordioso y no reciba el castigo por las faltas cometidas del hijo.
Dios tendrá misericordia pero es necesario que este hijo también pida misericordia y se esfuerce por enderezar sus pasos, demostrarle a Dios que quiere ser diferente, que ha ido corrigiéndose, porque Dios es misericordioso pero cómo va a tener misericordia con el que ha endurecido su corazón, con el que no pide perdón, con el que dice que no necesita de la misericordia de Dios, con el que sigue viviendo en sus maldades y en su desorden porque no le interesa vivir de otra forma.
¿Cuántos padres angustiados suelen venir a nosotros y llorar frente a nosotros y decir: “ya no sé cómo hablarle a mi hijo. Ya no sé cómo ayudarle a que él piense las cosas y sea un hombre diferente, una mujer diferente. No te canses, no te canses de hablarle a tu hijo y no te canses de interceder por él, de interceder por él.
Te quiero decir un testimonio que yo tengo, de muchas personas que, durante la vida de sus padres no quisieron cambiar de vida y, después de muerto se han encontrado conmigo en diferentes partes donde yo he estado y me han dicho: no les di la alegría a mi padre, a mi madre, de corregirme de esto pero, hoy, me estoy corrigiendo y le digo: la oración de tus padres ha surtido su efecto y desde el cielo ellos se alegran contigo porque este pecador se ha convertido y quiere ser diferente. Entonces, hay que seguir intercediendo, con grande confianza, con grande fe.
También, cuando le hables al Padre, al Padre Dios, te pido que sientas que Él te ama, a pesar de tus miserias y a pesar de tus debilidades, así como tú eres Él te ama.
A veces creemos que por tanta miseria que hay en nosotros, por tantas imperfecciones Dios ha dejado de amarnos. No te equivoques. Esa es una tentación que también nos pone el espíritu del mal, para que dizque nos convenzamos de que Dios no nos ama y se ha olvidado de nosotros y nos ha abandonado por el desorden de nuestra vida.
Suelo también encontrarme personas a lo largo de este ministerio que me preguntan: ¿me va a perdonar Dios de lo que hice? ¡nunca dudes del perdón divino! Si tu petición ha sido sincera y tú te has arrepentido profundamente de tu acto. No dudes del perdón y de la misericordia de Dios porque Dios es un Padre Misericordioso, un Padre amoroso, un Padre bueno.
La experiencia de Dios Padre usted la debe de tener sintiéndose siempre amado. Llene su corazón de ese amor divino, siéntase muy amado para que pueda hablarle al Padre y expresarle desde su corazón sus vivencias. También, no piense que usted no sabe dirigir su pensamiento a Dios, no sabe hablarle, no sabe orara. Hoy, el Señor nos enseña y esa oración usted y yo la aprendimos desde pequeñitos, la recitamos tal vez como una maquinita, ojalá y siempre seamos conscientes de lo que decimos pero la oración es ponernos ante la presencia de Dios, del Dios que nos ama, del Dios que es amor y del Hijo, que también quiere manifestar el amor a Dios y que le expresa desde su corazón lo que está viviendo.
A veces, tal vez le tenga que decir a Dios: Señor, sólo tengo lágrimas en este momento, mi oración son lágrimas, son lágrimas. Derrame esas lágrimas y que sea su oración. Habrá momentos en que sólo sean quejas, nos quejamos de todo a veces. Pues quéjese ante el Padre Dios. Dios recibirá sus quejas, sus lamentos, sus sufrimientos, sus penas. Las va a recibir y las va a recibir porque usted está en una actitud de oración.
A veces, también solemos reclamarle a Dios por lo que pasa y a veces le queremos echar la culpa. Creo que ahí podemos entrar en un diálogo con Dios y Él nos va a decir: no soy culpable, Yo no soy culpable… y es verdad, Dios no tiene culpa, Dios sólo tiene amor, sólo tiene amor. Descubra el Amor Divino y descubra la fragilidad humana, la miseria humana, la mala voluntad humana para que no culpemos a Dios de lo que suele pasar.
Estamos en unos días de oración, de oración intensa. Nuestro pueblo de México, nuestra Iglesia católica está haciendo oración porque queremos que regrese a nuestros pueblos, a nuestras ciudades, a nuestras familias, la paz, la paz que se ha ido perdiendo. Asesinatos y más asesinatos, muertes y más muertes y estamos aquí, orando, pidiéndole a Dios Su protección, Su auxilio, Su misericordia y que toque el corazón de esos hombres y mujeres que se han endurecido y que sólo piensan en hacerle daño a su hermano, sólo piensan en eso, en dañar a su hermano.
Sigamos pidiendo a Dios que haya paz, que haya paz en nosotros, en nuestras familias, en nuestros pueblos y ciudades y que se acabe esta inseguridad. Queremos seguir saliendo a la calle.
Pienso en todos ustedes, hermanos, que han venido a visitarnos. Quieren sentirse seguros, quieren sentirse en paz en esta ciudad, que no les va a pasar nada, le pido a Dios que nos les pase nada. Que todo mundo los respete, que todo mundo los trate bien, con el cariño, así como lo quiere Dios y que todos los que vivimos aquí, en la ciudad, también nos preocupemos por tratarnos bien.
A mí me duele cuando leo o escucho noticias de que unos pueblos se están peleando, de que en nuestra ciudad mataron a uno y mataron a otro… me duele mucho eso porque son hermanos y porque también los asesinos son hermanos… qué ha pasado, qué ha pasado.
Que Dios tenga misericordia y que sigamos hablándole a Él con gran confianza, sintiendo Su amor y Su bondad.
Que la Santísima Virgen María, la Mujer siempre dócil a la voluntad de Dios nos ayude porque a veces la voluntad de Dios nos cuesta y en el Padre Nuestro decimos: hágase Tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Cuando a usted le cueste hacer la voluntad de Dios, le invito a que llegue con su imaginación, con su pensamiento, al huerto de los Olivos, al huerto de los Olivos, donde el Señor Jesús tenía miedo a la muerte, tenía miedo al sacrificio y le dijo: aparta de Mí este cáliz, pero que no se haga Mi voluntad sino la Tuya.
Así también tiene que hacer oración usted: aparta de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino la Tuya. Cuando el sufrimiento, cuando las penas sienta que son demasiado duras, vaya ahí, al huerto y ore con el Señor. Ore con Él y acepte la voluntad de Dios y dígale que derrame Su Espíritu Santo, como lo decía hoy, para poder ser fortalecido y salir adelante.
Dios los guarde a todos y los guarde en santidad de vida.
Que así sea.