XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
HOMILÍA DE MONS. PEDRO VÁZQUEZ VILLALOBOS, ARZOBISPO DE ANTEQUERA OAXACA
JULIO DEL 2022. Hermosos textos de la Escritura que nos presenta la Iglesia, Nuestra Madre, la Iglesia, en este domingo XVI del Tiempo Ordinario, porque vemos con claridad esa presencia de Dios que viene al encuentro del hombre y aquí quisiera que usted, al venir a este lugar y al estar sentado en la escucha de la Palabra, sienta la cercanía del Señor y siéntase bendecido.
Abraham recibió a aquellos hombres que iban de paso, los recibió en su casa, les preparó alimento Sara y ellos compartieron un momento con Abraham y le dijeron: dentro de un año regresaré, Sara, tu esposa, tendrá un hijo y ese hijo es nada menos que Isaac, que engendró Sara en la ancianidad y de ahí viene esa descendencia, Abraham, Isaac y todos los demás que forman el pueblo elegido, el pueblo de las promesas.
Recibieron una bendición, una bendición divina ante la presencia de aquellos hombres. Les anunciaron la alegría y el gozo de que iban a ser padre y madre.
Aquí están presentes muchos papás que han tenido la experiencia de estar en espera de que nazca su hijo, una espera gozosa, dichosa porque ese hijo es una bendición divina, porque es el fruto del amor, del amor sagrado de un hombre y una mujer que comparten la vida de esposos y Dios les bendice y les bendice con hijos.
Sienta que usted es una bendición para sus padres, aunque ya no vivan, usted es una bendición, una bendición divina. Pero también sienta que sus padres en relación para usted, que es hijo, son una bendición. Por tanto, tener a nuestros padres es una bendición y para nuestros padres tener un hijo es una bendición y siempre bendición divina y si aprendemos a mirar la bendición divina en la figura de padre y madre o hijo o hija, nosotros viviremos amando a Dios en esas bendiciones de carne y hueso que Dios ha regalado.
Experimentemos y sintamos en nuestra vida familiar esa bendición de Dios.
Pero, a la vez, el Señor Jesús va a la casa de Marta y María y aunque no lo dice el texto, probablemente es la casa es la casa de Marta, María y Lázaro, pero aquí aparecen las figuras de las dos mujeres: Marta y María y aquí están las imágenes de lo que nosotros somos en ciertos momentos de nuestra vida. Hay momentos en que nos parecemos a Marta y hay momentos en que nos parecemos a María.
Ser sólo Marta no está bien. Ser solamente María, que no trabaja, que no realiza actividades en su momento, creo que también hay que pensarlo. En el momento que está María a los pies de Jesús dice que es el momento, es el momento que hay que vivir, olvidarse de quehaceres, de actividades, olvidarse de todo y estar ahí, a los pies de Jesús, porque está escuchando la Palabra Divina que sale de labios de Nuestro Señor. Y aquí está una invitación de parte del Señor para usted. Ojalá y todos los días tenga el momento de silencio y de sentarse a los pies de Jesús para escucharlo. ¿Y cómo va a ser eso? Tomando la Palabra de Dios y leyendo un fragmento del Evangelio, sabiendo que es el Señor Jesús que le habla y que ha llegado a hospedarse en su casa y quiere tener un diálogo con usted, que es necesario, para que a lo largo de la vida y de ese día, usted, gozoso, animado, fuerte, realice sus actividades y que a pesar del cansancio, del dolor, usted sienta la fuerza divina que está en usted porque se ha alimentado desde el inicio de la jornada con la Palabra de Dios.
María escogió la mejor parte y nadie se la quitará. El mejor momento del día para que podamos disfrutar los demás momentos es en un momentito de oración, en un momentito de diálogo con Nuestro Señor. Siéntate como discípulo, ten calma, ten calma y abre tus oídos y tu corazón para escuchar a Dios y exprésale, tal vez, tus alegrías, tus dolores, tus cansancios, tus desilusiones, tus desencantos… exprésale lo que traes adentro, exprésale lo que hay de vivencia en torno a ti, en torno a todos tus seres queridos. Háblale a Dios desde el corazón, a Nuestro Señor, háblale. Necesitamos de esos momentos porque hay muchas cosas que nos distraen, muchas. Nos distrae la televisión, nos distraen nuestros celulares, nos distrae el ruido de nuestros pueblos y ciudades, nos distrae el ajetreo de la vida, nos distrae el que nosotros andamos siempre moviéndonos mirando nuestro reloj, qué hora es, por nuestro trabajo, por los compromisos que tenemos. Todo eso es una distracción y qué difícil es.
Pues yo sugiero que un momentito, al inicio, unos cuantos minutitos y si usted quiere unos cuantos segundos, aliméntese espiritualmente, tome la actitud de María, de estar a los pies del Señor. Al final del día, también tenga ese momento, disfrute ese momento para que así pueda irse a descansar tranquilamente y gozoso por todo lo que hizo y aprendamos a ofrecer nuestra jornada, nuestros trabajos, nuestras actividades. Hagámoslas, porque ahí en ese trabajo nos estamos santificando. Trabajar por trabajar no tiene sentido pero trabajar por algo sí y ¿por qué trabaja usted? Pienso que usted trabaja por el bien de su familia. Si es padre y esposo, pues por el bien de su esposa y sus hijos. Si es madre y esposa, por el bien de su esposo y sus hijos. Si es hijo, pues por el bien de nuestros padres y de nuestros hermanos porque tenemos que aprender, nosotros hijos, a desprendernos y saber compartir de nuestros padres porque ya basta de esperar que nos lo den todo. Es momento para que nosotros vayamos regresándoles lo poco o mucho que hemos recibido, siempre debe haber un motivo de trabajar pero siempre hay que trabajar con esa Fuerza Divina, con ese Espíritu.
Vienen unos días de fiesta en nuestro Oaxaca intensos, ya los estamos viviendo por todos estos días y los seguiremos viviendo. El próximo fin de semana va a ser un momento de mucha fiesta, de mucha fiesta. Pues no nos olvidemos de sentarnos frente al Maestro. Si nos da oportunidad de alegrarnos, alegrémonos primero en el encuentro con Él, en el diálogo con Él para que así podamos disfrutar de lo que pasa en nuestro Oaxaca por estos días de fiesta, pero siempre con bastante cuidado.
Dios los bendiga y es lo que hoy yo comparto de la Palabra de Dios. Espero haya llegado a su corazón y se quede allí alguna semillita que a usted le motive para ser siempre un hombre y una mujer de fe que sabe escuchar a Dios y sabe hacer sus labores siempre con gratitud y ofreciendo al Señor su trabajo.
Que María, la Madre de Dios y Madre Nuestra, que supo estar siempre escuchando a Su Hijo, nos ayude para que aprendamos a escuchar a Jesús como lo escuchaba Ella, con el corazón y con un grande amor. Así escucha el Señor, con Amor y en el corazón.
Que así sea.