ERNESTO REYES

Los liderazgos se ganan, ha demostrado el presidente López Obrador al afirmar, ante el presidente Biden, que el punto nodal en esta coyuntura histórica es la transformación, no la defensa del statu quo. Un mensaje que tocó el punto central de la política estadounidense, ahora que los demócratas están ante el riesgo de perder espacios en el poder legislativo. El encuentro con el presidente estadounidense, esta semana, donde se ejerció una fina diplomacia, ofrece una lección a quienes en nuestro país asumen posiciones irreductibles. 

De un tiempo a esta parte, en las filas de la izquierda gobernante se están conociendo conductas nocivas que evocan al comportamiento de los priistas cuando ejercían el poder. Considerar al adversario un enemigo, dejando de lado las herramientas del diálogo, el acuerdo y la solución pacífica de las controversias, lleva en cualquier circunstancia a un choque, donde salen lastimados todos. Actitudes de exclusión, engaño y demás, se han ejercido en los mandos nacionales de Morena contra algunos militantes y ahora se aplican en estados como Oaxaca. 

Esta misma circunstancia – hago un paréntesis- se aprecia en el proceso en marcha para la elección de consejeros distritales, según referencia de quienes desean participar, pues para alcanzar un lugar deben reunir más de 500 votos, cosa que en solitario es imposible. Por lo que se aprecia, las fórmulas las están imponiendo quienes se consideran cercanos al jarismo y sus adláteres. 

Lo anterior viene a cuento por lo que pasa en la 65 legislatura local, en donde prevalece un conflicto interno, pues se pretende excluir a quienes piensan diferente al grupo de los 18. 

Algo de la conducta presidencial deben entender las y los políticos señalados de déspotas y de negarse a la pluralidad de ideas, la discusión civilizada y la crítica. Desconocen, con sus iguales, los valores de la solidaridad, el humanismo y el respeto a pensar diferente, referentes de cualquier demócrata. Por tanto, no tienen ninguna justificación, ante la militancia y a quienes les otorgaron esta representatividad, es decir, los electores, para seguir empañando el quehacer legislativo. 

Si no se corrigen dichas conductas se demostrará que a Morena la colonizaron prácticas de las tribus perredistas, cuyos personajes más representativos de pronto saltaron a la Cuarta Transformación, con la mira de apropiarse del poder del Estado. Algo que nunca pudieron hacer mientras pululaban en la oposición moralmente derrotada.

El grupo parlamentario de la 4T, integrado por cinco legisladores disidentes, es un hecho que nadie puede controvertir, aunque con tácticas dilatorias retrasen el reconocimiento oficial. Detrás suyo, se están jugando algo más que posiciones en el Congreso. Quienes señalan malos procederes, se han sentido acorralados ante la consigna de la vieja izquierda estalinista: o estás conmigo o te elimino de la faz de Morena. Y si puedo te expulso o te suspendo tus derechos políticos como ha sucedido en otros estados del país.

Pero ¿cómo harán para que estas diferencias no trasciendan a las instancias nacionales y a la misma militancia que ve con asombro el conflicto en que están montados la presidenta de Jucopo Laura Estrada y Horacio Sosa, ya no por los espacios de poder internos, sino porque siendo un terreno de iguales, jueguen a las vencidas para ver quién impone su criterio, sus razones, sus argumentos? 

Ante la inexistencia de un arbitraje externo: ¿López Obrador o Morena nacional van a permitir el maltrato de activistas que han acompañado al ahora presidente desde los comienzos de su lucha, cuando era hostigado por los regímenes neoliberales? 

Está dicho que los liderazgos se ganan con perseverancia, valentía, talento y generosidad. El pensamiento único debe extirparse de Morena, pues lo más triste sería convertirse en todo lo contrario por lo que millones de personas hemos luchado desde diversos ámbitos. 

Además, cometen una gran equivocación estratégica, pues otro enemigo los está esperando a partir del uno de diciembre. Allí en el manejo de la cosa pública es donde será necesario demostrar capacidad administrativa y política, porque si no están preparados para enfrentar el reto, la curva de aprendizaje será un verdadero infierno. Entonces caerán en la cuenta de que no debieron gastar la pólvora en infiernitos. 

@ernestoreyes14

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