HOMILÍA DE MONS. PEDRO VÁZQUEZ VILLALOBOS, ARZOBISPO DE ANTEQUERA OAXACA
10 DE JULIO DEL 2022. Les quiero decir que es muy hermoso su silencio. Es impresionante y, siempre que hay silencio, yo pienso que Dios nos habla al corazón.
Siempre que hay silencio descubro la humildad y la sencillez de corazón de los que están haciendo silencio.
La Palabra de Dios ha sido proclamada y, hoy, tal vez para muchos de nosotros nos dice Dios, tú has pensado en tu vida que no es posible guardar los mandamientos divinos. Hasta has dicho que es imposible, que es imposible cumplirlos y Dios nos dice que todos esos mandatos que ha dejado son posibles, están en nuestro corazón. Dios no nos va a pedir cosas imposibles, sólo nos pide lo posible, lo que está a nuestro alcance, lo que podemos nosotros hacer.
Si Dios me ha dicho esos diez mandamientos que conocemos desde pequeños, ninguno de ellos es imposible de vivir, porque te lo está pidiendo Dios y Dios no te va a pedir a ti algo que no puedas hacer o vivir.
Creo que a veces nos ha faltado voluntad para vivir ese precepto y nos ha faltado elevar nuestro pensamiento a Dios y decirle que reconocemos que hay debilidad en nuestra vida, en nuestra persona y que necesitamos de Su fuerza, necesitamos de Su gracia para vivir eso que nos está pidiendo.
Invoquemos la Fuerza Divina, y esa Fuerza Divina está en nosotros y se llama Espíritu Santo, habita en nuestros corazones. Invócalo, pide su auxilio y saldrás adelante.
Ojalá y esta Palabra Divina nos convenza de que podemos ser mejores si tenemos esa voluntad y si buscamos la fuerza de Dios porque, con nuestras solas fuerzas, no vamos a vencer, pero con la Fuerza Divina sí y la Fuerza Divina está a nuestro alcance, basta que la pidamos, que la busquemos y la vamos a recibir.
Hoy, Dios también nos ha recordado que quiere que todos nosotros seamos compasivos. Que tengamos compasión, como nos decía en el Evangelio, en esa Parábola que conocemos como la del Samaritano, el que tuvo compasión del que había sido asaltado y golpeado por los ladrones y Nuestro Señor dice: ese se comportó como un verdadero prójimo.
Amar a Dios y amar al prójimo es lo que nos va a llevar a nosotros a conquistar el cielo, a vivir la santidad y nuestro prójimo no es solamente el que vive con nosotros, nuestro prójimo es toda persona, toda persona, ese es nuestro prójimo y a esa persona yo la tengo que amar y tengo que ir al encuentro con él y no debo de causarle ningún daño y debo de tenderle la mano cuando me necesita y debo de detenerme tal vez para escuchar sus preocupaciones, sus angustias, sus lamentos y me tengo que comportar como prójimo, que se mueve en la compasión y que sabe aceptar al hermano en su situación.
No hagamos a un lado a nadie, no nos movamos por eso que a veces decimos: ese no me cae bien, no me cae bien. Es tu prójimo, es tu prójimo y Dios te dice que debes de tener compasión, no nada más decir: no me cae bien, tienes que ser compasivo con él, tienes que aceptarlo, tienes que comportarte como prójimo. Ojalá y aprendamos y con la gracia de Dios respondamos generosamente.
También quiero decirles que nuestra Iglesia mexicana, a partir del día de hoy, inicia unos días de profunda oración, de profunda oración como Iglesia, como Iglesia de México, pidiéndole a Dios que reencontremos la paz, que se acabe la violencia, que ya el hermano no levante su mano contra el hermano, que ya no haya tantos asesinatos, tantos homicidios, tantas muertes, tanto dolor y tanto sufrimiento en nuestros pueblos, en nuestras familias, en nuestras comunidades.
Si aquí vivimos en paz, no perdamos la paz. Si aquí estamos en ese ambiente de paz, elevemos esa oración intensa a Dios y decirle: hay lugares donde no hay paz, hay hermanos que levantan la mano contra su hermanos, hay hermanos que se siguen marcando con el signo de Caín, hay sangre que se derrama de inocentes y no solamente estamos pensando en nuestros hermanos sacerdotes que han asesinado, que es un buen número a lo largo de estos años. Creo que tan solo en este año, en este tiempo, en estos últimos se ha asesinado a siete sacerdotes, pero tenemos que contar también a otros que también son sacerdotes por su Bautismo, por ser hijos de Dios, y ahí se suman miles, miles de hombres y de mujeres que han muerto y muchos de ellos inocentes, inocentes.
La Iglesia nuestra, la Iglesia mexicana elevará su plegaria a Dios pidiendo paz y pidiendo a Dios que toque el corazón de estos hombres que lo han endurecido, que han perdido la sensibilidad y los sentimientos humanos y no se miden para sacar un arma y quitarle la vida a otro. Elevemos esa oración, unámonos con toda nuestra Iglesia en estos días, en todo este tiempo del mes de julio, hasta el último día de julio oremos, pidamos.
Hoy la iglesia mexicana dice: vamos pidiendo por todos los sacerdotes, religiosos, religiosas, agentes laicos comprometidos que han muerto de forma violenta, de forma violenta.
Hoy, en este domingo, así se inicia la jornada de oración por la paz en nuestros pueblos y en nuestra Iglesia, pero también tenemos un acontecimiento en esta Iglesia parroquial. Dios nos bendice con un nuevo párroco, con un nuevo párroco y esto nos debe de traer alegría, gozo y paz.
Les puedo decir que no se van a sentir solos, porque así me lo expresan muchos pueblos de nuestro Oaxaca cuando me dicen: mándenos un sacerdote, nos sentimos solos, nos sentimos sin padre, nos sentimos que necesitamos que alguien nos cuide. Ustedes se van a sentir cuidados por su sacerdote, cuidados por su párroco.
Ustedes van a orar por él y él va a orar por ustedes. Él va a trabajar y a servirlos a todos ustedes y ustedes también atenderán y servirán a su sacerdote y colaborarán con él.
Él los irá conociendo, los irá conociendo en este caminar. Ténganle paciencia, por más capacidades que tenga y por más memoria que tenga, poquito a poquito los va a ir conociendo, en sus rostros y en sus nombres tal vez, en qué comunidad viven, de estas doce comunidades que forman la parroquia de Santo Tomás de Ixtlán.
Los irá conociendo, irá al encuentro con ustedes, vivirá la fe con ustedes, los va a evangelizar, los va a santificar y los va a ir guiando y conduciendo por los caminos de Dios pero déjense conducir y, a la vez, les pido de corazón, como su Obispo, que lo dejen trabajar, déjenlo trabajar porque a veces, también con dolor y con tristeza, escucho a mis sacerdotes que me dicen: Monseñor, no me permiten, las personas de tal comunidad, no me permiten realizar ciertas cosas de evangelización, no permiten, no dejan. ¿Cómo quieren que el sacerdote se desgaste por ustedes si no lo dejan desgastarse? ¿Cómo quieren que les sirva si no les permiten que les sirvan con alegría y con gozo? ¿Cómo quieres? Y es que nos dice: es que aquí se hacen las cosas como nosotros digamos.
Él viene a cuidar a este pueblo y a esta iglesia y es la autoridad, él es la autoridad en esta parroquia. Distinto es que entren en diálogo y él, junto con ustedes, vaya tomando las decisiones que ustedes y él crean más convenientes, pero venirle a decir al sacerdote: así tiene que hacerlo… creo no es evangélico y no se te olvide que en la Iglesia hay autoridad. Si yo estoy aquí en esta Arquidiócesis es porque el Papa Francisco me dijo: “a la Arquidiócesis de Antequera Oaxaca” y si mis sacerdotes están en las parroquias, como ahora el Padre Andrés, es porque su Obispo le dice: te necesito en esta comunidad y ve a trabajar, ve y evangeliza, anuncia la Palabra de Dios, organízate para dar a conocer la fe a los niños, a los jóvenes y a los adultos. Ve y santifícalos, administrándoles los sacramentos. Ve y ayúdales para que, en ese encuentro sacramental se vayan llenando de Gracia y se vayan comprometiendo a vivir con el Señor. Ve y con los ojos bien abiertos y tus oídos bien abiertos ve y conduce como pastor a este pueblo, como pastor, como Padre y Pastor, como hermano, como amigo. Ve y desgástate, ve a dar la vida por ellos en el servicio generoso.
Déjenlo trabajar, les pido de corazón que dejen trabajar a mis sacerdotes en las comunidades. Ellos quieren trabajar, ellos quieren trabajar con ustedes, organizados con ustedes, con ustedes, servidores, agentes laicos, autoridades civiles y todas las organizaciones que hay en nuestros pueblos de usos y costumbres, déjenlos trabajar. Ellos que hagan su parte y usted haga la suya, pero déjenlos.
Esto que estoy diciendo no es porque sepa que aquí en estas doce comunidades que pertenecen a esta parroquia no los dejan trabajar, no, lo estoy diciendo porque he encontrado en otras partes que no permiten y les pido, que ahora que llega su nuevo sacerdotes, él se sienta con toda libertad de estar con ustedes, de evangelizarlos, de organizarlos y de trabajar en lo que Dios quiere que trabaje.
Bienvenido padre, bienvenido padre. Sé que te van a querer mucho, al sacerdote le aman, yo sé que le aman. A veces lo expresan y a veces no lo expresan porque nos tienen un respeto reverencial, que no se animan a decirnos que nos quieren mucho pero siente el cariño de nuestra gente y que tú hagas sentir también el cariño a ellos. Vive tu sacerdocio con grande alegría, con grande gozo en esta comunidad. Me llenó de alegría también ver a tu familia que ha venido contigo, saludar a tu mamá, una mujer humilde y sencilla. Se parece a mi mamá, también mi mamá era así, humilde y sencilla y si tenemos algo de bueno en nuestro corazón es gracias a lo que ellos nos han enseñado, a lo que hemos aprendido de ellos, a lo que hemos recibido de ellos.
Aquí está tu nueva familia, como dice Nuestro Señor. El que deje padre y madre por mí, recibirá el ciento por uno en padre, madre y hermanos, y a veces también persecuciones, así lo dice Nuestro Señor y tú lo sabes. Pues vivamos así, con alegría, con alegría. Alégrense porque tienen un nuevo párroco.
Y les quiero decir, ya para terminar, agradezco la labor de los sacerdotes que han estado con ustedes, por supuesto. Agradezco la labor del último de los sacerdotes que estuvo con ustedes de párroco un año y meses, el Padre Benito, le agradezco su trabajo y les quiero decir, ahora va a estar con ustedes el Padre Andrés, por tanto es diferente. No es Benito, es Andrés, eh, es Andrés. Sé que mi sacerdote no es celoso, que va a oír que hablan del Padre Benito y no les va a decir: ya, ya, ya, el padre Benito ya ni está, no, le va a decir a Dios: cuida a Benito, cuídalo. Pero no se les olvide que es Andrés y que es diferente, quiéranlo, quiéranlo. Él tiene sus dones y gracias que Dios le ha regalado y que viene a poner al servicio de ustedes, pero sépanlo aceptar, sépanlo amar y sepan trabajar con él porque ustedes trabajan por Nuestro Señor, no por el nombre de un sacerdote, trabajan por Nuestro Señor, con ganas, con docilidad, con obediencia trabajen con él.
Felicidades comunidad cristiana de Santo Tomás Apóstol de Ixtlán porque reciben con inmensa alegría a su párroco.
¡Felicidades!