Alejandro Leyva Aguilar
Ya sabemos que la estrategia -si así se le puede llamar- “abrazos no balazos” ha costado la sangre de al menos 126 mil personas en solo tres años y medio de este desgobierno de López y dirá el peje que, mientras más control tenga un grupo criminan de una región, menos muertos habrá en una manera muy estúpida de justificar su política de “seguridad”.
Los mexicanos suponemos que los 126 mil asesinados son miembros de una banda criminal determinada y que mueren por los encontronazos entre ellos, pero lo que no ha medido el gobierno, es que la cifra de víctimas colaterales es muy alta.
Como si la estrategia del gobierno fuera exactamente el ataque frontal contra la sociedad civil y no es nada descabellado que así suceda porque los intereses del gobierno, están más puestos en el control social, que en el desarrollo social.
Al peje no le conviene que en 2024 un partido diferente a morena gobierne México porque no solo se acaba la cuatroté, sino también porque él mismo puede ir a parar a la cárcel por varios delitos confesos, como por ejemplo la liberación de Ovidio Guzmán ordenada por él mismo, por tanto, no le importa el desarrollo, le importa el control y un método infalible de control, es el miedo.
Lo he venido diciendo en la columna desde hace varias entregas y hoy quiero centrarme en el fenómeno de los niños… no de los que murieron de cáncer por falta de medicamentos, o los que han fallecido de COVID por falta de vacunas, no, hoy me refiero a los niños que han sido víctimas colaterales del crimen organizado.
Esta cifra da miedo: “al día son asesinados 4 niños y adolescentes con edades que van de cero a 17 años a lo largo del país de acuerdo con cifras oficiales sistematizadas por la Red de los derechos de los infantes (REDIM), al menos 451 menores han sido asesinados por el crimen organizado en México ¿y la UNICEF?, ¿no va a decir nada?
Apenas la semana pasada, 10 menores de edad fueron asesinados en diversos estados, de acuerdo con datos de fiscalías locales, casos que se suman a los 451 homicidios dolosos cometidos en los primeros 5 meses de 2022 contra menores de 0 a 17 años de edad, de los cuáles 338 murieron en fuego cruzado de grupos delincuenciales o del crimen organizado, de ese que hasta partido político tiene.
Guanajuato es el estado que más asesinato de niños ha presentado de acuerdo a datos de la Red por los Derechos de los Infantes en México, este organismo registró que entre enero y mayo de este año, se han reportado 8 homicidios dolosos menos que durante el mismo periodo de 2021 cuando fueron 459.
Las estadísticas de REDIM sugieren que todos los días son asesinados en México, un promedio de 4 infante de 0 a 17 años, es decir más que en Ucrania que está en guerra dado que en ese país invadido, en los primeros 100 días de conflicto, han muerto 242 niños, mientras que en México 338 murieron a causa de la violencia.
De acuerdo a las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), la Red reveló que Guanajuato es el primer lugar de asesinatos de menores con 57, en segundo lugar aparece MIchoacán con 47, Zacatecas con 46, Edomex con 43 y Guerrero con 26 infantes muertos por la violencia criminal.
300 mil barriles de petróleo dice el peje que la refinería de dos bocas estará refinando aunque no haya salido uno solo de sus instalaciones, esas son las cifras que le gusta exhibir al mandatario, pero estas cifras de barriles y barriles de sangre de mexicanos, a él le importan un comino porque son parte de su estrategia de control social.
Los niños muertos por falta de medicamento, por que no tienen oncológicos y también los niños que son estadísticas colaterales del crimen organizado, nos dicen que NO ESTAMOS HACIENDO BIEN LAS COSAS EN MÉXICO. Esos niños eran ciudadanos mexicanos, eran compatriotas que tenían toda una vida por delante y que la indolencia de una persona, les negó el derecho de vivir.
Ya rebasamos todos los límites, ya no podemos esperar más para despertar de este letargo porque están matando a nuestra infancia que es nuestro futuro y el peje sigue con su necedad, a pesar de que la Iglesia Católica ya se lo advirtió. Si no hacemos nada, pagaremos muy cara las consecuencias.
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