Alejandro Leyva Aguilar
Decía Paulo Freiré que el sistema, no le teme a los pobres que tienen hambre, sino a los pobres que piensan… dicho lo anterior pareciera que en México el “presidente”, así en minúsculas y entre comillas le está apostando justamente a la pobreza alimentaria.
La improductividad de la nación, además de las amenazas externas como la pandemia y una nula estrategia de contención, han hecho que la inflación se encuentre en máximos históricos y, por tanto, que a las familias le sea cada vez más difícil comprar productos de la canasta básica.
Pero si a eso le sumamos la “estrategia” de abrazos no balazos, pues nos vamos a encontrar con un ingrediente extra para la fórmula final del desabasto alimenticio en varias zonas del país primero y en la totalidad después. Claro a Palacio Nacional siempre llegarán suministros porque ahí es donde nació la estrategia de cuidar al narco.
El acoso del crimen organizado a productores y distribuidores de alimentos, ha hecho además, que los precios de los productos suban y ya está amenazando con generar desabasto general, aseguró la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (CONCANACO).
Esta advertencia derivó en un enérgico llamado del vicepresidente del grupo empresarial, Julio César Almanza al gobierno de la cuatroté para que atienda este problema que se está generalizando en todo el país y desactive a las bandas crimínales que extorsionan a los empresarios.
Julio Almanza reconoció que “hay focos rojos y preocupantes, donde grupos delictivos que operan sin control han incrementado el acoso a productores y transportistas. De no atenderse de manera seria este asunto, sostuvo Almanza por parte de la Federación, a la escalada de precios, también llegará el desabasto”.
El vicepresidente de la CONCANACO también advirtió que existe un riesgo real y latente de un rompimiento nacional de la cadena productiva, de abasto y de distribución lo que ocasionará que grandes sectores del país no tengan productos.
Datos de la presión del crimen organizado en la cadena de abasto y suministro los podemos ver en las extorsiones a los productores de pollo de Chilpancingo en Guerrero, comerciantes de Zihuatanejo también en Guerrero han sido objeto de chantajes por parte de miembros del crimen organizado y en Chiapas en San Cristóbal de las Casas, 100 hombres armados tomaron por asalto al Mercado del norte.
En la zona de la Comarca Lagunera en Coahuila, en Tamaulipas, Zacatecas, productores de aguacate en MIchoacán, de uvas y vino en Coahuila y en Baja California, productores de carne en Tabasco, Chiapas y Veracruz han sido sometidos también por la delincuencia organizada.
Y, como dice Julio César Almanza, el asunto se torna de seguridad nacional toda vez que no hay una estrategia de control por parte de la federación y menos de los gobiernos de los estados que han sido rebasados ya por la delincuencia organizada.
En este punto quiero detenerme porque Almanza asegura que no hay una estrategia del gobierno federal pero me parece que, dadas las condiciones, la estrategia del peje es justamente provocar el desabasto nacional, porque en la medida en que haya más pobres hambrientos y como lo señala Paulo Freiré, es más fácil controlar a una sociedad con hambre.
Abrazos no balazos, es la estrategia del peje para que el crimen organizado se regodee en todo el territorio nacional creando pánico entre la población y provocando la ruptura de las cadenas de suministro justamente para crear el desabasto que necesita para seguir dominando a la sociedad.
Es algo medido, protocolizado en el foro de Sao Pablo y lo peor es que hay aún millones de mexicanos que no tienen conciencia de ello.
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